Nació en Comodoro Rivadavia hace 32 años. Hace 4 egresó como técnico y aprendió como ayudante de campo de Orlando "Pocho" Portalau, "el mejor DT de la región", recalca. Respira fútbol, y ya a los 15 años supo que seguiría los pasos de su padre Norberto "Huevo" Guerreiro. Una rotura de ligamentos cruzados cerró su etapa como jugador. Condujo Sarmiento y un Petroquímica al borde del descenso que terminó por ganarle a los grandes de Comodoro y salvar la categoría. Con futbolistas de la región armó un equipo que revolucionó al pueblo. La nota fue publicada por El Patagónico.

Así como un auto funciona con combustible, Javier Guerreiro (32 años, comodorense y técnico que acaba de clasificar a Independiente de San Julián) no puede funcionar sin fútbol.

La analogía puede sonar extrema, pero él la vive de esa manera. Por eso a los 15 años ya sabía que iba a seguir los pasos de su padre DT, Norberto “Huevo” Guerreiro (técnico de Jorge Newbery y Deportivo Portugués). La rotura de ligamentos cruzados a los 23 años y como volante de Universitario puso en marcha la nueva relación con la pelota.

Tan mal no le fue, en especial para una región (y para una ciudad en particular como Comodoro Rivadavia) donde los dirigentes piensan que a la hora de armar una campaña para un Federal tenés que traer jugadores con un paso por el “fútbol grande”, que a la hora de salir al campo de juego dejan mucho que desear.

Guerreiro fue más discreto, tras egresar como técnico hace 4 años y aprender como ayudante de campo de Orlando “Pocho” Portalau, “el mejor técnico de la región y con el cual aprendí muchísimo”, recalca. Se lanzó a dirigir, primero a Deportivo Sarmiento en el torneo local y luego en un Federal donde llegaron hasta semifinales. Luego con Petroquímica, un cuadro que venía último y parecía condenado al descenso. Y que terminó salvando la categoría, ahogándole el título a Newbery y ganándole a Huracán por el local 2018.

Esa campaña con el “verdolaga”, por el compromiso del desafío y la idiosincrasia de sus jugadores quedaron marcados a fuego en el joven DT.

Tras la desvinculación de “Petro”, llegó la oferta de Independiente de San Julián. Y a base de trabajo (o respirar fútbol, usted elija lo que quiera) el cuadro santacruceño ganó el domingo en Perito Moreno. Y a falta de una fecha para el cierre, ya clasificó en la zona con cinco triunfos consecutivos como carta de presentación.

INTELIGENCIA VS EXPERIENCIA

No hay fórmulas mágicas, lo de Independiente San Julián se basó en el trabajo. En entrenar hasta en triple turno. No fue fácil adecuarse para los locales, tampoco lo fue para los únicos tres jugadores que Javier trajo consigo como Rodrigo Zalazar y Carlos Rodríguez de la Reserva de la Comisión de Actividades Infantiles y Ezequiel Groppa de Petroquímica.

“Metimos 110 entrenamientos en 85 días”, sostiene Guerreiro a El Patagónico. Adrenalina y compromiso. El domingo cuando clasificaron lo hicieron con cinco chicos menores de 18 años escribiendo la historia grande del pueblo.

“En esta profesión no hay secretos, el único secreto es entrenar. Hoy lunes (por ayer) les di libre. Pero mañana (por hoy) volvemos al ruedo. En este tipo de torneos se habla de ‘experiencia’, pero tenés que hablar de ‘inteligencia’. Porque un burro con experiencia nunca va a dejar de ser burro”, sostiene.

La dirigencia de San Julián lo bancó. Y Javier también lo hizo con el presupuesto que manejaban. De pretencioso nada. De vende humo tampoco.

“A mí se me complicó en el comienzo porque los jugadores del pueblo no estaban acostumbrados a entrenar tanto. Me veían como un loco. Pero vos si querés competir, esta es la única manera. Es como dice Bielsa (Marcelo) lo importante no es el resultado final, sino el recorrido que hiciste”, concluye.

En poco trecho, Guerreiro recorrió un gran recorrido. El técnico recalca que todo es una suma de estudio, de entrega y adrenalina. Sumado a la generosidad de “Pocho” Portalau en el orden regional. Y de Ariel Holan, a nivel nacional, cuando en ese entonces DT de Defensa y Justicia no tuvo reparos en que el comodorense pueda observar las practicas durante un mes del “Halcón” de Varela.

Fuente: El Patagónico