Empieza por el final, terminaré en el principio
Ricardo Chavarri y José Guerreiro se conocen desde que tienen uso de razón. Son categoría ’86. Jugaron en la CAI desde la escuelita hasta la primera división y a los 17 años, edad de mucho rocanrol en el fútbol, tomaron caminos diferentes. Hoy, 15 años después, se volvieron a juntar dentro de una cancha para revivir viejos momentos y tratar de ayudar a Portugués para que logre el tan ansiado ascenso. Una historia de amistad, decisiones y fútbol al ritmo del Indio Solari.
Por Seba Guerreiro
El rock y el fútbol siempre fueron de la mano. Siempre. Y no porque suene o no un tema de Callejeros en el vestuario. El rocanrol es sinónimo de rebeldía y de ir contra cierto sistema. En el fútbol asociamos la rebelión a la gambeta y a pedir la pelota cuando las papas queman. Pero el futbolista, es rocanrol. Ser rebelde también es tomar decisiones que van a influir en tu vida con 15 años. Y a eso, el jugador de fútbol está expuesto siempre. Tiene algo de rocanrol llegar a una pensión fría totalmente solo, sin conocer a nadie y con miles de pibes que sueñan lo mismo que vos. Tratar de sobrevivir en este negocio competitivo lejos de tu tierra, donde te evalúan si servís o no servís cada domingo, es rebeldía.
El Indio Solari, emblema del rock nacional, presentó hace pocas semanas un nuevo tema llamado “Encuentro con un Ángel Amateur”. El ex cantante de Los Redondos dejó frases que con el tiempo quedarán en la historia de este género, ya que prácticamente se va despidiendo de este mundo. “Empiezo por el final, terminaré en el principio”, arranca cantando el Indio y es la frase perfecta para contar la historia de Ricardo Chavarri y José Guerreiro este domingo.
Ambos son categoría 86. Se criaron juntos y jugaron desde la escuelita hasta la primera en la Comisión de Actividades Infantiles. “Ricky”, delantero: una de las promesas de esa categoría del “Azurro”. José, volante central y capitán en todas las divisiones inferiores. La vida los llevó a tomar caminos diferentes a los 17 años- edad de mucho rocanrol en este deporte- y hoy, casi 16 años después, se volvieron a juntar dentro de una cancha para hacer un poco de lío en el fútbol comodorense. Empezó en el final, terminará en el principio: así arranca esta entrevista de PDC.
-Portugués marcha primero y sueña con el ascenso: ¿Cómo está el plantel y que sacan de positivo en este inicio de campeonato?
R: Tenemos un equipo competitivo, nos armamos con un objetivo claro y tratamos de sumarle al club calidad profesional y personal. Gracias a Dios estamos compitiendo y tenemos que ir partido a partido para poder coronar este esfuerzo con algo lindo, que es lo que todos nos planteamos al comienzo de torneo.
J: Lo principal es que creamos un lindo grupo, con un objetivo claro que todos sabemos lo que queremos. Tratamos de buscarle la vuelta todos los fines de semana siendo conscientes del potencial que tenemos. Queremos terminar el año ascendiendo que es el objetivo que nos metimos y trabajamos todos los días para eso.
-Y el “Lusitano” los volvió a juntar en una cancha después de 15 años...
R: Yo creo que si decidí jugar este año en el club fue por el papá de José y por él. Tenemos una amistad desde que tenemos uso de razón. Desde muy chicos y volver a jugar adentro de una cancha y compartir por lo menos un año era algo lindo, sumado a todo lo que conlleva Portugués, a que el club está hermoso. Se dieron un montón de condiciones para que yo retirado profesionalmente pueda venir a jugar y compartir cancha con mi amigo.
J: Creo que desde el día que Ricky dejó de estar en Newbery no le tuve que ni decir que venga. Estábamos en plena pandemia, no se podía entrenar y nos acercamos al club a correr. No hubo ni que decirle. Ni bien comenzamos a entrenar me dijo que tenía ganas de venir y me dio una alegría grande. Para mi compartir dentro de la cancha y un día a día con él, tener las charlas después de los entrenamientos, es lo más lindo que te deja el futbol. Pero aparte es algo muy lindo para el club. Que alguien con la trayectoria que tuvo esté en el club es algo muy bueno para los más chicos. Van a poder decir el día de mañana que pudieron compartir entrenamientos con alguien que jugó a niveles muy grandes. Va a hacer crecer al club mucho más allá de lo futbolístico y esperemos que esté con nosotros durante mucho tiempo.
-Hoy se encuentran compartiendo momentos en Portugués. Pero si nos vamos 20 años atrás… ¿qué recuerdos tienen?
R: Los recuerdos de cuando éramos chicos son los mejores, de lo que uno vive en su vida siempre tratamos de disfrutar algo, pero ese era un disfrute constante, íbamos a entrenar en bici, pasábamos por la panadería La Muñeca a levantar facturas y disfrutábamos todos los momentos. Esa categoría era buenísima, era muy linda. Estaba Pablo de Miranda y Silvio Maldonado con los que andábamos para todos lados. Con muchos nos fuimos distanciando, pero con otros, como ellos pudimos mantener la amistad durante muchísimo tiempo.
J: Los mejores recuerdos. Siempre nos acordamos con Ricky los torneos, partidos de aquellos años y es lo más lindo que tiene el futbol. Los amigos y momentos compartidos. Con varios chicos seguimos en contacto y con otros somos amigos. Hoy recordamos esas jodas que hacíamos de chicos y quedaron muy lindos recuerdos.
José y Ricardo fueron dos de los jugadores más destacados de la categoría 86 de la CAI, sumado a Pablo de Miranda que aún continúa jugando profesionalmente en Italia. Chavarri realizó una larga carrera como futbolista, pasando por clubes como Instituto, Olmedo de Ecuador, Platense, Almirante Brown, Villa Mitre y Almopos de Grecia, entre otros. Guerreiro, por su parte, decidió abandonar el fútbol a los 18 años, luego de no encontrar oportunidades en la B Nacional con el “Azurro”. Tras un breve paso por Europa y una lesión en el tobillo, decidió enfocarse en el estudio, decisión que hoy con el tiempo analiza y reflexiona. La herida de no haber esperado su oportunidad para ser jugador profesional, todavía un poco duele, aunque en su profesión (kinesiólogo) hoy encuentra todas las respuestas de las preguntas que se hace y que también le hacen.
R: Siempre tocamos el tema de José, que fue algo apresurado de apostar por el estudio. Yo volví de River (jugó en las inferiores del club) con la intención de dejar el futbol y ponerme a estudiar. Me quedé probando un año en la CAI y se dio la casualidad de que me adapte rápido a un grupo y que encontré más posibilidades por el puesto en el que jugaba. En el futbol tenés que tener un montón de condiciones y también tenés que estar en el momento indicado. Se tienen que dar un montón de cosas y yo di con un técnico (Dalcio Giovagnoli) que me dio confianza y pude rendir. Quedé jugando B Nacional cuatro años y después di vueltas por un montón de lugares. José tuvo la mala suerte que en su puesto estaba jugando nuestro capitán (“Pipo” Cáceres). Era más difícil mechar ahí y en la vorágine de analizar qué hacer, él decidió estudiar. Yo estoy feliz de haber disfrutado del fútbol y cuando no lo estaba disfrutando dejé de jugar. Son decisiones y uno tiene que estar en el momento indicado. Tener suerte. Conocí un montón de jugadores que tenían condiciones increíbles y que no reunieron otras cosas.
J: Sí, creo que para dedicarte y poder ser futbolista profesional se tienen que dar muchas cosas. Es mucho más allá y por eso lo complejo de vivir del futbol. Yo por ahí en esos años, con la llegada de Dalcio, veía las cosas con la cabeza de 17 años. Nosotros tuvimos un comienzo de carrera con un ascenso muy rápido. Con 15 años éramos campeones de la primera local de Comodoro e integrábamos equipo de un Argentino. Con esa edad, cuando no se presentaban las oportunidades de jugar en el equipo, vos pensás que ya está, que se terminó todo.
J: Estoy agradecido de mi familia en todo y en todas las oportunidades que me dieron. Pero lo de que no jugaba y también la palabra de ellos diciendo que las cosas pueden ser más sencillas con el estudio hacen que tomes decisiones apresuradas. Hoy con 35 años veo eso, que son decisiones que te marcan y creo que tome la decisión de decir que el futbol no era para mí. Hoy hago algo que me gusta, pero te mentiría que si no hubiese sido futbolista profesional no la hubiese pasado mucho mejor, porque el futbol es lo que me corre en las venas. Hoy mirando hacia atrás te digo que me apuré, que pretendía que con 17 años me hagan juagar en la segunda división del futbol argentino y tendría que haber esperado mi tiempo. Ricky y Pablo, que son futbolistas profesionales, los dos me dijeron siempre que me apuré y que no tenía que haber dejado de jugar. Son decisiones que tomas con una madurez que no es la indicada para el momento de tu vida. Hoy tengo una profesión, puedo trabajar de lo que me gusta y sigo ligado al fútbol. Creo que para todos los que amamos este deporte no debe existir cosa más linda que dedicarse cien por ciento a este deporte.
-Hoy, más maduros, comparten cancha y momentos. ¿Qué sienten cuando entran a jugar? ¿Es lo mismo que cuando tenían 15 años?
R: A mí me pasa que lo conoces. Sabés lo que puede dar y lo que no, sé dónde está, lo que va a hacer, porque sigue jugando de la misma manera. Por ahí no tenemos el mismo empuje o la dinámica, pero la esencia y la personalidad no cambian. Se las cualidades que tiene pero con 35 años. Los dos somos iguales. El otro día ganamos dos a cero y nos fuimos calientes porque no jugamos bien. Cuando dije que venía a Portugués le dije a mi mujer que era para cagarnos de risa, pero después de los partidos terminamos hablando todo el día y nos enojamos por situaciones del juego (se ríen).
J: A mí se me viene a la memoria el partido del sábado pasado (triunfo 2 a 0 ante Stella Maris). Íban 20 minutos y yo estaba recostado sobre la izquierda, recibo y se la doy por fuera a Damián y escucho ´negro, negro negro´. Y Ricky me marca que tiró la diagonal y me cagó a pedos y después pensando decía ´que bueno que nos pasen estas cosas y que nos tomemos todo de esta forma´. Terminó el partido y nos quedamos charlando hasta tarde de lo que había sido el triunfo. Sabemos que lo podemos hacer mejor y nos quedamos charlando de eso. Sin dudas que a medida que podamos sumar minutos de competencia creo que nos va a afianzar mucho más a todo el equipo.
-¿Cómo quieren coronar este reencuentro?
R: Yo lo primero que le dije a José padre cuando volví es que no le tenemos que tener miedo a la palabra ascenso. Trabajamos todos los días para eso. Nos rompemos el culo para eso. Tenemos que poner a Portugués en donde tiene que estar, dar el salto de calidad y empezar a pelear y pensar a formar algo lindo para hacer un nombre en la primera local de Comodoro y participar en algún otro torneo más importante. Tenemos que tratar de ascender. Este club no tiene que estar más en la B. por eso estamos entrenando como lo estamos haciendo y esperemos que la pandemia lo permita. Lo necesita la gente de Comodoro, nosotros y Dios quiera que podamos lograr el objetivo.
J: En el futbol nadie te garantiza el resultado, pero creo que tenemos grupo, ganas y ambición de ascender. Para eso estamos trabajando nosotros, el cuerpo técnico y la parte dirigencial. Llegamos a un club ordenado y en cuanto a la infraestructura es modelo en la ciudad. Yo hace dos años y medio llegue a la ciudad y siempre le digo a los chicos que tienen que jugar en la primera y soñar de que pueden jugar un torneo Regional. No tiene que ser descabellado para nosotros. Yo tengo en claro que voy a seguir dentro de la cancha y lo voy a traer a Ricky. Él dice que si asciende ya está y yo le digo que no sea boludo, que mientras seamos útiles tenemos que estar ahí.
Chavarri y Guerreiro hoy desean llevar a lo más alto al “Lusitano”. Sueñan, juegan y hablan de fútbol como cuando tenían 17 años y el rocanrol de este deporte los puso contra la pared para tomar decisiones de rebeldes. Eligieron caminos diferentes, pero ambos son, fueron y serán futbolistas. Porque lo llevan en la sangre y porque la felicidad la encuentran en el verde césped.
“Yo ya no puedo cumplir, hazañas que prometí, sólo seguir cantando…”