Agustín Montiel es de Comodoro Rivadavia, tiene 16 años y actualmente está jugando en Quilmes. De muy chico comenzó a destacarse y en todas las captaciones de las que participó despertó el interés: Racing, Velez, Boca y Estudiantes. Su historia es la de muchos chicos, pero detrás de ese anhelo hay una familia que se sacrifica en pos de su sueño. Hoy conoceremos anécdotas, viajes, y cosas que pasaron para que "Agus"  esté hoy jugando torneos de AFA.

Agustín juega al fútbol desde que tiene noción. Con apenas ocho años fue visto en un torneo por Julián Tartaglia (en ese entonces coordinador de infantiles de Racing) y ya conoció la vida de pensión. Iban los inviernos y veranos a instalarse, entrenar y jugar con el equipo de AFA del club de Avellaneda. Para ello, la compañía de Jonatán fue importantísima. Sus padres prefirieron que viaje con su hermano mayor, que sabía manejarse mejor en la gran ciudad y eso les permitiría achicar gastos.

“Nos quedábamos en Belgrano, en la casa de mi  amigo Andrés Manquelef. Siempre parábamos  en lo de él. Nos recibía 11 puntos. De ahí  nos tomábamos el subte a la avenida 9 de Julio y de ahí colectivo a Avellaneda, al predio Tita Matiussi", contó Jonatan.

Para recorrer semejante distancia, salían a las 7 de la mañana para estar en el entrenamiento 9.30. De ahí, recién a las 17, Joni volvía a tener contacto con su hermano, ya que los jugadores ingresaban al campo de entrenamiento y familiares y allegados los debían esperar fuera.

Sobre esto, recordó: "los primeros días me llevaba algo para leer y esperaba hasta cumplir el horario. Después conocí la rutina  y optaba por irme a recorrer Buenos Aires."

Como a veces pasa - y a ellos en particular dos veces-, un cambio de comisión en la "Academia" hizo que se modifiquen las estructuras de las formativas y llegará un nuevo coordinador de inferiores.

"Con la  llegada del entrenador  con proyecto nuevo se disuelve la posibilidad en Racing porque queda fuera del radar al no tener edad de estar en pensión", agregó Montiel.

Mientras realizaba los viajes periódicos a Buenos Aires que le pedía el club, Agustín se destacaba jugando para Unión San Martín Azcuénaga, donde fue goleador con la novena división. También hacia la diferencia jugando futsal y en los torneos de baby fútbol con la filial de Racing, con el que ganó muchos torneos y en un Nacional quedó como goleador y mejor jugador.

La familia siempre estuvo ahí apoyándolo y solo debió preocuparse en estar bien en el colegio. Eso también lo entendió a la perfección y terminó como  escolta de la bandera en el Colegio Domingo Savio.

También estuvieron las posibilidades de ir a pruebas en Boca, Estudiantes y Vélez. "En todas lo vieron con potencial y quedó preseleccionado, pero por  cuestiones laborales se complicaba estar en todas y en algunas  no pudimos acompañarlo, porque implicaba una organización espontánea de un momento para otro", admitió Joni.

Esas ganas de Agustín de poder estar y su gran cumplimiento en la escuela, también hicieron que se busquen alternativas. En una oportunidad, un representante lo vio en una captación y le prometió pruebas en diferentes clubes. Pero a veces, no todo sale cómo se espera.

Aquellos momentos trajeron aprendizaje y fortalecimiento de relaciones humanas. Jonatan lo cuenta como anécdota y rememoró: "le prometió probarse  en varios clubes de Buenos Aires. Se acomodó en la pensión de Argentinos Juniors, el tiempo de las pruebas no fue normal y al tercer día le dijo que debía abandonar el lugar. No tuvo ni chances de mostrarse haciendo fútbol".

"El trato humano no fue lo esperado. Nosotros estábamos en Comodoro y en ese momento Andrés Manquelef dejó sus cosas de lado y se ocupó de Agustín como si fuera un hermano mayor", añadió.

A los 12 años, Agustín quedó preseleccionado por Boca Juniors entre 90 chicos de todo el país. Llegó a pasar los filtros hasta que quedaron sólo 25, que ya entrenaban en el predio de Ezeiza.

"Pasó algo similar a lo que pasó en Racing. Asumió Ameal y  cambiaron los coordinadores a cargo. Quedó pendiente otra prueba junto a los 25 preseleccionados que no se terminó dando. Perdimos contacto con el director general y sin conexiones", afirmó.

Igualmente las aptitudes de Agustín le siguieron abriendo puertas. En un viaje con USMA al predio infanto juvenil de Quilmes jugaron varios amistosos y también lo vieron.

Distancias y sacrificios de un comodorense: La odisea de intentar ser jugador de fútbol profesional

"Se destacó y le piden que se quede una semana más para entrenar con la 2005.  Ahí es en donde Ariel Fuscaldo (coordinador de infantiles) lo ve con cualidades y nivel para poder estar", contó el hermano mayor de Agus.

A su vez, añadió: "después viajó una vez más y convenció  a los captadores. Luego le dijeron  a mis padres que a partir de enero del 2019 tenía que presentarse a la pretemporada y definir si se incorporaba o no al equipo profesional de Quilmes Atlético Club".

Ante la posibilidad latente, la familia le planteó al jugador la posibilidad y él aceptó. "A principios de enero viajamos al predio de  Alsina y Lora. De Belgrano íbamos en subte  a Constitución y de ahí el tren Roca a Quilmes. Fui a instalarlo. Igual fue fácil. Él fue conociendo ese mundo de muy chico. De los 8 a los 10 años  se quedaba en la pensión de Racing", remarcó el mayor de los hermanos Montiel.

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Si bien, Agustín es un chico aplicado y maduro, siempre están pendiente de lo que sucede y detrás de él por cualquier cuestión. No hay que olvidarse que es un chico. Gracias a eso es que Agus no perdió un vuelo importantísimo donde tenía una cita del colegio con la más linda de todas: la bandera Argentina.

Joni lo relata de manera muy graciosa y contó: "lo queríamos linchar (risas). Un viaje que hizo con USMA tenía que volver unos días antes que la delegación porque tenía un compromiso en el colegio por estar en la bandera. No podía faltar. La delegación tenía programado ir desde el hotel a Ezeiza a conocer el predio de AFA. Era un tirón bastante largo y el mismo día que el vuelo".

"Estaba en el micro para ir al predio y nos avisa  que después va a volver a tomar el avión. Tenía el vuelo en dos horas. Lo llamamos para que se baje. Fue un caos. Alcanzó a bajarse del colectivo y estaba muy justo con el vuelo. Con el apuro llegó a aeroparque y el DNI había quedado en el hotel. La sugerencia de la gente de la aerolínea fue que hagamos una nota como que habíamos extraviado el documento. Fuimos a la oficina corriendo  y en un momento él se estaba sacando fotos con Silvio Romero, que estaba en Aeroparque. Muy relajado (risas)", agregó.

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Actualmente Agustín está entrenando en burbuja y en su categoría hay una linda competencia por el puesto. Tuvo chances de venir durante este último tiempo, pero prefirió seguir entrenando allá para no perder su lugar. El sueño de él es el común de miles de chicos argentinos que esperan poder llegar a jugar al fútbol profesionalmente. Cada uno de ellos tiene detrás una historia de sacrificios, alegrías, tristezas y demás enseñanzas aprendidas en la vida. Una familia que se sacrifica y el desarraigo a flor de piel. Muchos llegan, otros no. Lo importante siempre son las formas y que el estudio sea un aliado en el desarrollo de cada uno de ellos.

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