¿Puede un jugador ingresar desde el banco de suplentes y ser expulsado sin tocar la pelota de manera injusta? No es cuento, pasó en un partido del fútbol comodorense con un querido delantero que jugó en la Primera B Nacional.

Por Carlos Álvarez

Hace casi un año decidió dejar el fútbol, colgar los botines como dicen por ahí, pero siguió ligado a su último club porque los que aman la pelota no se alejan así nomás. La decisión fue meditada y en esa determinación tan importante aparecieron los recuerdos en su cabeza cuando defendió los colores de Huracán en varios Regionales, y también la camiseta de CAI en la Primera B Nacional.

Al hablar de su participación en la segunda categoría del fútbol nacional aparece automáticamente el recuerdo de la rabona. El firulete en el borde del área, ante las cámaras en pleno partido frente a Rafaela, es una de las anécdotas que quedaron para la posteridad. Los compañeros que estuvieron ese día en cancha aseguran que si lo hacía, había que cerrar el Monumental de barrio Alberdi. También llevó la cinta de capitán en el plantel de Rada Tilly que logró el ascenso histórico en el 2018 con Gelinger como DT.

Pero hay un capítulo que fue escrito con la casaca de Florentino Ameghino. Un partido que para el delantero fue "para el olvido", pero los presentes lo recuerdan muy bien. Fue el último domingo de mayo de 2016. No siempre toca salir a la cancha desde el comienzo del partido, y esa tarde en cancha de Petroquímica le tocó sentarse en el banco de suplentes.

El frío de esa tarde comodorense no se prestaba para mantenerse sentado esperando saltar al campo de juego pero muy adentro, el delantero sabía que unos minutos iba a jugar, tocar la pelota al menos. Pero el destino le jugó una broma pesada.

El "Pocho" Portalau mandó a precalentar a todos en el comienzo del segundo tiempo y la cara se le iluminó. A los 15m lo llamaron, fue hasta el banco de suplentes, se sacó la campera, se acomodó las canilleras, se abrochó bien los cordones de ambos botines, tomó agua y cuando la pelota se detuvo en un córner a favor, entró en lugar de Franco Antignir.

Los defensores "verdolagas" lo rodearon, sabían que por altura era un delantero de peligro en un tiro de esquina. Un jugador cayó desplomado en el área, y el "Chino" Díaz no dudo. Le sacó la tarjeta roja al "flaco" que es más bueno que el pan. Todo aquel que lo conoce sabe que es incapaz de pegar. Él abrió los ojos grandes ante el cartón colorado y juntó los dedos de ambas manos haciendo "montoncito" y le preguntó al árbitro: “¿qué cobras? ¿Por qué me echas?”, no hubo respuesta. El hombre de negro sólo le indicó el túnel al vestuario. Increíble. Nadie en la cancha "cementera" lo podía creer. Había ingresado recién y no alcanzó a tocar la pelota, mucho menos transpirar la camiseta.

El defensor que lo hizo echar se levantó rápidamente y se recuperó por arte de magia, dando a entender que nadie lo había tocado y había sido puro teatro. El querido Diego Rubilar se fue de la cancha pidiendo explicaciones al cielo, y fue contenido por "Petete" Mansilla y Orlando Portalau. Cuenta la familia, que al día siguiente el diario no se compró y ese recorte no está en la gran carpeta de recuerdos de un jugador que casi hace un gol de rabona en Santa Fe.