Bianca Tedesco es árbitra de básquetbol y utilizó las redes sociales para dar a conocer difíciles situaciones que le tocó vivir en su carrera dentro del arbitraje, con hostigamiento y acoso, según relató a través de una carta publicada en sus redes sociales.

Tedesco debió abandonar su actividad como árbitra, en la que se desempeñaba en el básquetbol de la Ciudad de Buenos Aires y también en algunas categorías nacionales. “Me robaron hasta las ganas, se apropiaron de mis sueños”, confesó Tedesco.

“Lamentablemente hay quienes siguen sosteniendo que con opresión, hostigamiento y mucho daño mental es como se llevan adelante los proyectos, las ideas y los sistemas. Ya no puedo formar parte de eso, ya no concibo ser sometida en pos del beneficio de unos pocos o de unas pocas”. sumó.

“Tengo el corazón desgarrado, los ojos hinchados y la tranquilidad de haberlo dado todo”, agregó Tedesco.

EL TERRIBLE RELATO:

Lo que sigue es el relato que la árbitra publicó en sus redes:

“Me encuentro sentada frente a la pantalla y mis dedos se mueven en lo que parecen ser un montón de cuadraditos de plástico mientras por dentro se desata un tsunami que distribuye con fuerza mis emociones hacia diferentes partes de mí. Me duele el pecho, casi como cuando el desamor apareció en mi vida e irrumpió de manera enérgica esa nueva sensación tan desagradable como nostálgica, por primera vez.

“Me resulta injusto que sea de este modo porque, si bien es algo que está pensado, no es lo que quería. Una vez más, el sistema me impulsó a tomar una decisión pero, afortunadamente, esta vez se basa en mis ideales. Y, eso sí, puedo decir que me deja en calma, pero que me destroza el corazón.

“Me robaron hasta las ganas, se apropiaron de mis sueños al dormir, también me despertaron de la tortuosa realidad de la que fui parte durante casi 13 años. Tenía pensado un retiro cerca de mis 50 años, por lo menos. Pero para eso era condición sine qua non continuar silenciada, sometida, apagada y viviendo para otros.

“Agradezco al universo tener la oportunidad de expresar lo que me hicieron sentir aunque ya, en este preciso momento, no logro detener la gota que rebalsó mi lagrimal, que ha comenzado su recorrido hacia mi mandíbula. Sentí miedo (mucho) por quedar expuesta a ser la quilombera, la atorranta, la puta, la torta resentida. También por quedarme sin mi mayor fuente de ingresos pero, por sobre todo, por abandonar el barco de la pasión que me sostuvo desde el momento en que, con mis pocos 7 años, entré a un rectángulo de juego y jamás quise salir.

“Incluso ahora tampoco quiero, pero no me queda otra opción.

“Lamentablemente hay quienes siguen sosteniendo que con opresión, hostigamiento y mucho daño mental es como se llevan adelante los proyectos, las ideas y los sistemas. Ya no puedo formar parte de eso, ya no concibo ser sometida en pos del beneficio de unos pocos o de unas pocas.

“Continuar sumergida en la idea de que quienes obtienen beneficios no son realmente quienes en la cancha demuestran, sino quienes las personas que tienen poder quieren que demuestren y, para eso, les dan todo hasta que en algún momento pueden aprender a llenarse de aire los pulmones y soplar un silbato. Hacer creer que la idea es construir en base al trabajo, pero quienes estamos dentro sabemos que realmente llegan las personas que duermen en la misma cama o que hacen favores para el rey de la cúpula.

“Me eriza la piel recordar vivencias, mensajes, audios, situaciones de acoso sexual que naturalicé creyendo “está bien que esto suceda” o “si quiero seguir dirigiendo voy a tener que soportarlo, no queda otra”. En realidad sí quedaba otra, pero era demasiado dolorosa la opción de reconocer lo que había vivido y aprender de eso para comunicarlo.

“De acá a mucho tiempo seguiremos siendo las conventilleras que abren la boca para hacer quilombo, y realmente lo agradezco (lo del quilombo, claro). Si estas conventilleras no se expresaran, nos seguirían violentando, hostigando, violando, acosando, silenciando, sometiendo y matando. Si hoy hablo es porque no puedo más. Porque mi salud mental pasó por estados que no son directamente proporcionales con la exigencia de mi trabajo, sino con el hostigamiento y acoso sexual que recibí en un ambiente netamente machista e injusto para quienes sólo quisimos trabajar y hacerlo bien.

“Hoy no me queda otra que dar un paso al costado, al menos por un tiempo. Desde donde esté, construiré siempre para que otras personas no sufran lo mismo que yo aunque no pueda evitarlo. Al menos, si sucede, que sepan que no están solas y que el poder ejercido de manera desigual y ofensiva es opresión, es abuso y hostigamiento. Quienes me conocieron en mi labor saben que la pasión, así como el respeto y el trabajo estuvieron siempre y fueron superlativas.

“Tengo el corazón desgarrado, los ojos hinchados y la tranquilidad de haberlo dado todo. Afortunadamente, hoy todo está en manos de la justicia. Gracias por leer”.