Memorioso, meticuloso, cabulero y con una vida personal y familiar conformada, Sergio Romero o como lo llamaban en Comodoro Rivadavia: “Checho” o “Negro”, tendrá un regreso al fútbol argentino, aunque ahora en la Liga Profesional de Fútbol.

El 16 de junio de 2007 ante Godoy Cruz, el arquero disputó su último encuentro en el que la “Academia” le ganó a Godoy Cruz por 4-2, con Gustavo Costa en el banco de suplentes y dándole la oportunidad casi sin darse cuenta de despedirse de su país para integrarse a la Selección Argentina Sub 20 –con la que luego sería campeón del Mundo- y en la antesala de su viaje a Holanda (hoy Países Bajos para sumarse al AZ Alkmaar).

Sus últimos momentos en Racing, él lo disfrutó como siempre. Tranquilo, sin complicaciones y sin nervios, propio de su personalidad de aquellos días y con mucha vida por vivir, con títulos, reconocimientos y una carrera fuera de su país y ligada a la Selección Nacional por casi una década ligada a ella y unos 9 años de manera ininterrumpidos.

Un hotel porteño de la zona de la calle San Martín, en cercanías de Retiro en Capital Federal, lo tenían a “Chiquito” entre sus huéspedes con la delegación de Racing de Avellaneda que jugaba el último cotejo por el Clausura 2007.

Claudio López abrió la cuenta para Racing en una noche fría del Cilindro de viernes. Los mendocinos se pusieron arriba con tantos de Osvaldo Miranda y Ernesto Garín, lo que parecía resultado sorpresivo. Sin embargo, en el complemento, Facundo Sava -en dos ocasiones- y Sebastián "Chirola" Romero le dieron el 4-2 final. Victoria y cierre de campeonato para la "Academia".

Romero se dio cuenta que con el pitazo del árbitro Cristian Faraoni se terminaba ese año increíble que había comenzado con el Sudamericano Sub20 y la agónica clasificación en Paraguay para jugar la Copa del Mundo de Canadá 2007, la cual ganarían y que luego tendría su salida al Viejo Contienente.

Adios, como estrella de rock

Había sido un álgido momento entre los hinchas de Racing que con su equipo en la 13rra colocación veían como se terminaba un torneo alejado de zonas de Copas y ni hablar del título que consagraría a San Lorenzo.

La “Academia” y su vestuario local había sido flanco de grandes abarrotamientos de fanáticos -durante el campeponato- que pedían por buenos rendimientos, como también de encuentros calientes porque no encontraban rumbo.

Romero tendría su salida del vestuario, con los hinchas y periodistas que se abalanzaron a él. El misionero se encoentró con un amigo y su padre: el “Gordo” y don Julio escoltaban al arquero camino a su auto VW Gol gris, que lo esperaba pegado al estacionamiento y a un costado a la Casa Tita Mattiussi, dentro del perímetro del estadio.

Un saludo a doña “Martita” y Andrea, con camiseta de regalo para ellas,  las vecinas que viviían pegadas al portón de acceso al estadio. “Checho” le dio la valija a don Julio, un hombre de 1.90, como el misionero y del otro lado a su amigo con quien se pegó ante la requisitoria de los periodistas, aunque lo dejó que el jugador se despidiera con escuetas declaraciones, casi nulas.

Su encuentro por el pasillo camino a su auto, tuvo un abrazo con Gustavo Piñero, el entrenador de arqueros de la “Academia”, con mucho que ver con su carrera en sus primeros años de juvenil y luego como profesional en Argentina y Europa. A lo que además el destino los reuniría en la Selección Argentina con Diego Maradona y luego bajo el comando de Gerardo Martino también en el conjunto nacional.

Piñero y Romero, en tiempos de Racing.
Piñero y Romero, en tiempos de Racing.

Su mirada seria, sus saludos a los hinchas y sus pasos apurados por la salida del “Cilindro”, lo hicieron divisar a unas niñas desde un auto que no querían saludarlo en medio del llanto. Este se acercó a darles un saludo, donde se encontraban con su mamá.

El ex CAI, aquel que Jorge Montesino había bancado en sus inicios de divisiones formativas para viajar a Buenos Aires con la categoría 86, le dio su camiseta de arquero negra, como la de su última noche, a don Julio con la "22" en su espalda y le pidió que la guardara bien, que era para él. El hombre lo miró como sorprendido y como un niño, al que un futbolista ídolo le decía algo, en tiempos donde el arquero pintaba como promesa.

Romero en Racing, cuatro partidos disputó en 2007 antes de su salida a Holanda. Foto: Clarín
Romero en Racing, cuatro partidos disputó en 2007 antes de su salida a Holanda. Foto: Clarín

Romero, de 1,92, abrió su auto y junto a su amigo y el papá de este partieron desde el “Cilindro”, con la Casa Tita Mattiussi enfrente de él y una cabeza explotada por aquello que vendría, pero sin perder su horizonte, el de continuar siempre para adelante y como él siempre decía en esos momentos: “si la puerta se cierra, hay que siempre ir por la ventana e intentarla abrir”.

Más de 5 mil días, cuatro países, dos Mundiales, su familia y una vida que lo espera por su nuevo “debut”

Pasaron 16 años de esa última noche y las vueltas de la vida, cuestiones que sólo Romero y hoy su seno familiar saben, tendrán al arquero que más veces defendió el arco de la Selección Argentina (96 partidos), en la mismísima “Bombonera”. El escenario dónde el nacido en Bernardo de Irigoyen alguna vez pensó jugar como gran desafío en su trayectoria, pero que ahora se le dio bajo los tres palos locales como futbolista de Boca Juniors.

La última vez de Sergio “Chiquito” Romero: 5706 días, cuatro países, una vida que ahora lo lleva a un nuevo desafío con espaldas bien cubiertas

Junto a su esposa, Eliana, sus tres hijas y su pequeño hijo, los cuales estarán a su lado. El “Negro” para los de Comodoro y “Chiquito” para el hoy mundo de conocedores del arquero tendrá su debut con la camiseta “1”, aquella que por cábalas jamás quiso usar en Argentina (tal vez por alguna situación de cábala), lo mismo que en el exterior. Aunque en el Manchester United lo haya hecho con los equipos de juveniles.

Pero además de su regreso al fútbol argentino, el ex Racing, AZ Alkmaar, Sampdoria, AS Mónaco, Manchester United y Venezia tiene su revancha especial, en su vuelta a la titularidad y nada menos que en el arco de Boca, con lesiones que superó y con la opinión pública que lo mira de reojo por su falta de continuidad y donde algunos ya piensan que su actualidad no tendría que ser en el arco "Xeneize".

Él, en su intimidad trabaja callado, tranquilo, como aquel chico que lo hacía en la “Academia”, pero con la edad de un hombre que cuenta con su familia detrás, un motivo para no bajar los brazos y seguro que, al salir del vestuario local tras el partido, camino al estacionamiento de la "Bombonera", serán ellos quienes le cuiden las espaldas.

Porque Romero más allá de 16 años de estar fuera del país, con el reconocimiento Mundial tras Brasil 2014 en la que llevó a la Argentina a la final, tendrá un nuevo escalón en su carrera deportiva y será la de demostrarse así mismo que su prestigio ganado sigue intacto. Pues en medio de diferentes tormentas que tuvo que pasar y de las cuales se sobrepuso, cuando las puertas se cerraban él mismo a fuerza de dar lo mejor de sí,  siempre intentó abrir las ventanas.

Y ante Atlético Tucumán, las tribunas de la “Bombonera” lo aplaudirán, en un nuevo comenzar, ahora con la “Azul y oro" porque las hojas del bventanal, están de par en par.

Romero y la ilusión con la camiseta
Romero y la ilusión con la camiseta