Enfocado en la familia y con el hábito del entrenamiento ya incorporado, Omar Andrés Narváes ya habla con la quietud de un entrenador. Aunque resiste al retiro, el “Huracán” parece no hablar en primera persona.

“Sigo entrenado y con ganas. Enfocado en el futuro de mi hijo. Tengo la posibilidad de dedicarle más tiempo a él y a mi familia. Yo entreno para no perder el ritmo deportivo; por ahora tengo ganas de seguir”. Omar destila boxeo. No para, no se detiene. Habla y proyecta con la sabiduría de quien lo ha ganado todo.

“Es imposible vivir fuera del boxeo. Yo ya me estoy retirando prácticamente, pensando más en el futuro del boxeo argentino. El boxeo es lo que la vida me dio y me enseñó, lo que amo y hago con pasión”, reconoce que le gusta enseñar y estar “del otro lado” para explotar el ojo clínico. “Tengo buena visión para enseñar, transmitir mi experiencia; me encanta seguir aprendiendo y siempre escuchar a todos porque siempre se rescata algo positivo”, dice con la sabiduría en el punto exacto.

En el gimnasio, ese lugar “no físico” en el que transcurrió su vida, Narváes se siente camouflado en el esfuerzo. “Siempre tengo que hacer algo entrenar físicamente o lo boxístico. No importa si sigo peleando o no, no tiene nada que ver. Entrenar me gusta, y busco siempre cosas nuevas. Como “profe” creo que tengo que estar en movimiento para mostrarle a mis pupilos cómo se hace determinado movimiento”.

El Coronavirus paralizó al mundo y dejó a todos en su casa. Y es también un motivo de preocupación para los deportistas. “Me preocupa la enfermedad porque los médicos del mundo no encuentran la vacuna y es algo nuevo que nuestro organismo no está preparado para asimilarlo. No hay que descuidarse, hay que cuidar a la familia y al prójimo. Cambiará la vida y obviamente, cambiará el boxeo. Supongo que la vuelta será a puertas cerradas, sin público y solamente estarán los técnicos y los ayudantes. Habrá que hacer controles antes y durante para que nadie salga perjudicado. No será lo mismo pero hay que acostumbrarse”.

Según comentó a Piñas del Sur, reconoce la motivación que le representa su faceta docente y como parte de la Selección Argentina. “Lamentablemente teníamos la eliminatoria de los Juegos Preolímpicos que se hacían acá. Era una posibilidad para clasificar a la mayoría del equipo. Perdimos la posibilidad de tener la localía aunque todavía no se sabe”.

En tiempos de comunicación, de nuevas herramientas virtuales y de la tecnología aplicada como método, Omar cuenta con orgullo sobre la “sangre” que prolongará la tradición.

“Ezequiel Matthysse ya está por debutar y mi hermano Mario me cuenta sus planes con él y lo que tienen programado. Desde afuera trato de aportar y transmitir lo que veo de manera positiva con humildad y sencillez. Mi sobrino Ian que cumple 17 años en febrero y mi hijo Junior tienen futuro si siguen trabajando de la manera que lo vienen haciendo. Son chicos muy responsables, entrenan seriamente con un equipo que los apoya. Y me tienen a mí, que les transmito mi experiencia. Hicieron campus y se foguearon, tienen una visión diferente y por haberse criarse en éste ambiente cuentan con roce de gimnasio. Obvio en la familia se habla mucho de boxeo”.