Carla Silva, la nadadora que representó al país y supo poner a Comodoro en lo más alto
Carla Silva es una ex-nadadora comodorense que supo ser pentacampeona provincial, integrante de la selección argentina y subcampeona nacional. A su vez, en Comodoro se la distinguió con la Mara Dorada y además fue embajadora deportiva. Luego de una lesión que le impidió pelear por la clasificación a los Juegos Olímpicos de Río 2016, tuvo que retirarse del alto rendimiento pero siguió ligada al deporte a través de su otra pasión. Entrá y conocé su historia.
Carla está radicada en Córdoba hace màs de diez años, donde fue a entrenar con Daniel Grimaldi, mentor de José Meolans y Georgina Bardach. Allá aprovechó para estudiar y conocer otra de sus pasiones, la docencia. Sobre sus comienzos en la disciplina, la atleta rememoró: "arranqué con sólo 2 años. Empecé a ir para seguir a mi hermana más grande Emilia. Mis padres querían que ella aprenda y yo quería ir igual. Me mandaron y a los cinco ya tuve mi primera competencia".
La nadadora comodorense hizo un gran recorrido. Se destacó rápidamente en la ciudad y fue convocada para la selección de Chubut y Nacional.
"Si tengo que elegir un momento en mi carrera es la Copa Latina en 2010. Me medí con atletas de muchos países. Si bien no hice podio, sí hice muy buen tiempo con selecciones como España o Italia. Ese año es el año que más disfruté en todo sentido. Tanto en entrenamiento como con amigos. Terminé el colegio, obtuve muchos logros y estaba en la selección argentina. Fue perfecto", admitió.
Otro lapso importante en su vida deportiva fue en el año 2009 cuando el Ce.Pe.De. de nuestra ciudad la consagró como mejor deportista de Comodoro. "En ese momento no dimensioné lo que era y con el pasar de los años le di la importancia que tenía. Fue un momento clave en mi vida porque no me lo esperaba. Era chica y estaba muy feliz", contó.
En el campeonato Argentino del 2012 logró el segundo lugar tanto en 100 como en 200 metros estilo pecho, además de un tercer lugar en los 50 metros en la misma modalidad. Mientras que en Junior, se coronó subcampeona argentina en 50, 100 y 200 metros, también del mismo estilo. Esos buenos resultados le permitieron estar en la pelea clasificatoria por entrar a las Olimpiadas de Rio de Janeiro de 2016.
Sobre aquella chance, recordó: "todo lo disfrute siempre. Me gustaba entrenar, competir y estar con mis amigos. Anhelaba ir a las Olimpiadas, pero llegó un punto que me lesioné. Me desgarré los aductores y no podía nadar. Tenía que cambiar de estilos, pero cuando me recuperé me desgarré nuevamente por sobre entrenamiento".
"Ahí mi vida tomó otro rumbo y no me arrepiento de nada. Disfruté muchos esos años y mi cuerpo llegó hasta donde pudo", agregó.
Esa mutación que para muchos puede ser traumática y traer aparejado algún otro problema, para ella fue reinvertarse con su otro gran amor.
"Cuando tuve que abandonar ya había encontrado otra pasión. Me gustaba enseñar y llevo la docencia dentro de mí. Seguí motivada y enfocada en otra cosa. Eso me permitió que no me bajonee ni nada. Tenía otro rumbo que también disfrutaba mucho. Sin ser profe me abrieron las puertas en un club para enseñarles a niños. Siempre estaré agradecida por esa oportunidad. Después me fui capacitando y perfeccionando", afirmó.
Nadie imagina cómo es la vida de un deportista que pelea cosas como entrar a un Juego Olímpico o Copa del Mundo. Cuando salen a competir sólo ellos, su familia y equipo saben del sacrificio detrás de un objetivo. Lo que hacía para estar en lo más alto la llevó a tener un ritmo de vida que no coincidía con el de la mayoría.
"Me levantaba a las tres y media de la mañana para entrenar. Iba a la pileta y después al gimnasio. A la tarde volvía y repetía otra sesión de natación. Lo más difícil eran los horarios tan cambiados. A las 8 cuando todos arrancaban, yo ya estaba cansada y con sueño. Lo disfrutaba pero luego empecé a estudiar y se me complicaba adaptarme a una vida que se mueve desde otros horarios", añadió.
Esa superación también la llevó a conocer más sobre las capacidades de su cuerpo y su mente. Explotó sus habilidades para ser mejor atleta.
"Nunca había entrenado tanto. Me desafiaba a mí misma. Me gusta saber que se podía más, que no tenía límites con otros entrenamientos. Me abrió mucho la cabeza", aseveró.
Después de finalizar la secundaria, Silva se mudó a Córdoba para comenzar un entrenamiento de alto rendimiento y a su vez realizó el profesorado de educación física. También encontró un lugar que le permitió desarrollarse como profesional y continúa radicada allá. Carla también está en una Asociación Internacional de Guardavidas (AIGUV), que presta servicio voluntario para playas que no tienen herramientas o el recurso humano necesario. Van en fechas importantes y aprovechan para enseñarles nuevos métodos, o formas de auxilio y RCP, porque a veces recaen en países sin acceso a la información.
"Estoy trabajando en un jardín y en un primario. La docencia me gusta mucho. Poder transmitir conocimientos y enseñarle a los más pequeños. Soy guardavidas también. Ojalá pueda hacer una temporada en Comodoro o Rada Tilly. Me encantaría devolver todo lo que me dieron ", sentenció.