Hugo Reinoso, el bicampeón mundial de taekwondo que demuestra desde muy chico que es posible vivir de una gran pasión
A sus 39 años, el IV Dan de taekwondo es un emblema de la disciplina y un ejemplo para grandes y chicos que buscan formarse en este deporte de contacto. El Sabonim dialogó con Pasta de Campeón y se refirió tanto a su pasado, como a su presente y también lo que le espera en lo personal de acá en adelante.
(Pasta de Campeón - ADNSUR) Hugo Reinoso tiene 39 años, es bicampeón mundial de taekwondo y también es instructor de los grandes y chicos que asisten a la Asociación Austral de Taekwondo, escuela que dirige Sergio Oyarzo y que representa a Comodoro en cada una de las competencias de alto rendimiento en el plano nacional e internacional. El Sabonim charló en exclusiva recordando sus inicios, los grandes momentos en su carrera y el día a día que lleva en la actualidad.
"Arranqué la actividad con ocho casi nueve años. Quería iniciar de más chico, pero a mi mamá no le gustaba porque tenía que ver con golpes, le daba miedo y no pude lograrlo. Tuve que esperar a que el que hoy es mi instructor, Gustavo Oyarzo, se reciba de cinturón negro y empiece a dar clases. Él es conocido de mi familia, yo a sus padres les digo 'tíos' y a él 'primo'", cuenta Hugo en una gran relación que lleva más de 30 años bien arriba.
Al momento en que su primo alcanzó el color del cinturón más alto, el actual bicampeón mundial de taekwondo indica que por ese entonces comenzó a asistir a las clases de Gustavo acompañado por su hermana en la vecinal del barrio Próspero Palazzo.
En algún momento se le iba a terminar dando lo que tanto quería a esa edad y fue gracias a quien él considera parte de su familia. "Cuando mis primos empezaron con las clases le dijeron a mi mamá que iba a tener que dejarme entrenar. Por suerte fue así y me acompañó, no me puedo quejar para nada porque también llegué a hacer varios deportes en conjunto: atletismo, rugby, fútbol y siempre taekwondo. Me apoyaron desde que comencé hasta la actualidad con las artes marciales", destaca. Pero una vez adentro del mundo del taekwondo, se transformó en una 'adicción positiva': "nunca pensé en dejar esta actividad, sí me gustaban otras disciplinas y hacía todas las que podía. Me hubiese gustado hacer kick boxing cuando era más joven, pero no encontraba con quién".
"Arrancó todo como un juego: entrenaba martes y jueves en Palazzo, tuve dos clases y fui a Trelew a competir", recuerda Hugo, indicando que después "no paré en ningún momento y viajamos por varios lugares de Argentina y el mundo". Dentro de esa etapa de la adolescencia y de estar en cercanías de los 20 años y más, añade: "pasé por etapas donde uno sale de joda y tiene deslices, pero siempre concentrado y rodeado de gente que hacía lo mismo que yo, lo que sirvió para no desviarse de las metas. Uno empieza por gusto y termina logrando diferentes títulos".
“Costaba mucho rendir exámenes y que venga gente de afuera a evaluarnos. No había mesas examinadoras tan seguido y llevó más tiempo de lo que lleva hoy en día”.
“A los 15 años ya era cinturón negro”
Y muchos años después, lo que parecía imposible terminó haciéndose realidad porque en sus inicios, hubiera resultado muy 'loco' trabajar de la mano del taekwondo: "cuando éramos jóvenes, la gente con la que estábamos acá en Comodoro nos decía que no se podía vivir del de esto, que era un deporte y que ibas a 'morir' ahí", dice, mientras que a su vez plantea que tuvo la posibilidad de trabajar de una de las principales actividades de la región, pero que la borró rápidamente del radar. "Jamás quise trabajar en el petróleo, podría haber tenido la posibilidad de hacerlo, pero nunca se me cruzó por la cabeza. Nos dedicamos a esto que era una locura y eran muy pocos los que se animaron a intentar vivir de lo que uno ama".
Como si hubiera sido ayer, el Sabonim Reinoso sigue con el recuerdo presente de su primer hecho histórico que fue viajar a Italia en pleno cumpleaños número 13, transformándose luego en un antes y después. "Estábamos muy alejados de las grandes competencias en Buenos Aires y fue nuestra primera incursión fuera del país. Luego nos tocó ir a Brasil, Uruguay y sitios más cercanos. En el año 2002 se nos abrió la posibilidad de ir a torneos selectivos para competir mundialmente sabiendo que nosotros, viviendo en la Patagonia, no teníamos la menor idea de cómo hacerlo", afirma, en un momento donde la dificultad para ir seguido a la 'Ciudad de la Furia' y alrededores tenía su costo. "Mi vieja no me dejó ir a uno de ellos por cuestiones escolares, pero pude ir a los otros, me dio la puntuación para clasificar y fui al primer campeonato mundial al que participó la escuela, para luego transformarme en el primer campeón del mundo en Comodoro Rivadavia", señala.
Para poder meterse de lleno en el Mundial de 2022, Hugo cuenta que tuvo que pasar por varias instancias pre selectivas, los que sin dudas atravesó con mucho esfuerzo. Pero hubo un rival que lo marcó a la hora de combatir. "En mi categoría había un competidor que era tricampeón mundial, fui sabiendo que él no era mejor que yo y que pasó por mundiales en donde no había estado. Es una persona de súper elite que hace kickboxing, MMA y taekwondo. Fui con mentalidad ganadora y se dio, fueron tres campeonatos selectivos, quedé primero, y ahí vino el problema de juntar la plata para ir a Países Bajos. Fue un sacrificio enorme volver a reunir dinero, pedirlo prestado y demás", revela, sin saber en ese momento lo que iba a terminar ocurriendo.
Durante 2022, Reinoso hizo un gran sacrificio para poder estar compitiendo en el Mundial, algo que finalmente pudo formalizar y con lo justo. Para poder lograrlo, no solo contó con el apoyo del Ente Comodoro Deportes, sino que también sirvió y mucho la organización de rifas, venta de empanadas y otras actividades para costear los gastos.
"Pensaba en no ir por el tema económico. Sí llevar alumnos, acompañar a mi instructor con compañeros de práctica y ahí fue donde Sergio me motivó a viajar. '¿Cuándo vas a salir campeón mundial en lucha?', me preguntó. Entonces apuntamos a ir a los selectivos y, si tocaba clasificar no íbamos a ir porque teníamos que juntar más de cuatro mil dólares. Por la situación del país, era algo no tan fácil de conseguir".
Pero ya instalado en los Países Bajos y listo para ir por la gloria, Hugo tuvo un duelo con quien se podría decir que fue 'un viejo conocido': el tricampeón mundial. "Me tocó enfrentar otra vez a este chico, fue la pelea más dura que tuve. Empatamos después de dos rounds y tras un minuto de alargue igualamos nuevamente, pero finalmente pude pasar por puntos", recuerda con exactitud.
Todo esfuerzo tiene su recompensa y así le fue porque en la final del certamen le tocó enfrentar a su amigo y colega, Leandro Esperón, venciéndolo en una interesante definición televisada y quedándose con un nuevo campeonato del mundo.
En la comparativa económica del año pasado con el 2023 para poder viajar al Viejo Continente, algo que hoy por hoy sonaría casi imposible lograr, el IV Dan de taekwondo afirma que tanto él como sus pares, "son unos enfermos a la hora de proyectar y creo que hubiésemos ido igual", afirmando que este tema no hubiera generado grandes impedimentos, pero sí un sacrificio aun mayor. "Cuando nos proponemos algo en la escuela, se trabaja en conjunto, sea para uno, dos o 10 y avanzamos para lograrlo. Cuesta porque cuando empezamos a juntar la plata, hay que tener un monto, y si cambia la situación del país, nos perjudica porque es en dólares. Quizás sean meses de acomodar las finanzas y devolver la plata prestada, pero siempre se logra", resalta.
Y no todo se basa en ir a entrenar. Mucho tiene que ver con el respeto entre los compañeros, dejando a un costado los logros personales y la trayectoria, poniendo por encima los valores, algo que en la Asociación Austral de Taekwondo está muy a la vista. "En la escuela tenemos varios chicos que son campeones del mundo y que integran la selección argentina, pero siempre con una humildad terrible. Entrenamos con un cinturón blanco o negro y siempre por igual, nos abocamos al 100% de las clases con los chicos a darles los mejor. Como profesores hacemos lo posible, invertimos mucho para que puedan lograr los mismos resultados que nosotros o mejores aun", destaca el Sabonim.
"Cuando tenía ocho años lo que menos pensaba era estar en la tele haciendo lo que a mí me gusta, tuve la posibilidad de hacerlo algunas veces y que la última final del mundo la pueda ver mi familia junto a mucha gente", recuerda, sin olvidarse de las principales personas que fueron parte de ese 'empuje' para llegar a lo más alto.
Mostrando su lado de instructor, Hugo se sincera y habla de la situación de algunos de sus alumnos que empiezan la actividad por diversos motivos, siendo uno de ellos una de las principales problemáticas que padecen muchos y que termina afectándoles en el autoestima. "A muchos les gusta tirar golpes, otros vienen porque los padres los traen para que tratemos de disciplinarlos un poco. Algunos chicos se portan diferente a lo que pasa acá. Ninguno llega diciendo "quiero ir a la tele" o "quiero ser campeón mundial", eso lo piensan una vez que empiezan a transcurrir el deporte. Hay muchos que sufren bullying en la calle y en la escuela, por lo que deciden empezar para tratar de cambiar el autoestima y sentirse más fuertes. Podés tener distintos tipos de alumnos y todos son compatibles: trabajan todos por igual, hacen las mismas actividades sin importar la edad y la capacidad física, no hay diferencias".
Los años no llegan solos y es una realidad que el bicampeón mundial de taekwondo sabe: después de un largo recorrido en la disciplina, Hugo no tiene problema en hablar de su futuro que podría seguir estando en el deporte de contacto, pero ya no en la competición de elite. "Mi objetivo personal, si el cuerpo aguanta, es ver si se puede llegar a los selectivos para el Mundial de 2025 que calculamos que será en diciembre del próximo año. Esta sería una de las últimas competencias a nivel internacional porque tengo muchos alumnos que vienen el año que viene como cinturones negros, quieren competir, viajan conmigo a todos lados y no puedo hacerlo a la par de ellos, tengo que estar como instructor y cuesta, pero es algo que tengo pensado", señala, sabiendo que el 'portazo' empieza a aparecer.
Para no despegarse al 100% de lo competitivo, Hugo afirma que le dejará la puerta abierta al plano local, regional y por qué no también el nacional. "Quizás esté en algún torneo en la ciudad y, si se puede, se competirá y disfrutará". Y con un mensaje a sus compañeros, alumnos y entorno del taekwondo, se pone a disposición para lo que necesiten: "si hay que formar un equipo para representar a Chubut es claro que voy a estar siempre, no voy a abandonar a la escuela con lo que tiene que ver con representarla a nivel regional o nacional como va a pasar dentro de poco".
Con 39 años y una exitosísima carrera, el Sabonim cuenta qué es lo que le dicen al momento de señalar que el Mundial del 2025 sería su último gran esfuerzo deportivo y al mismo tiempo no evita poner a sus alumnos en busca de esa gloria que él ya conoce y desde muy joven. "Estoy casi retirado del plano internacional, es lo que yo digo, mis compañeros me dicen que estoy loco y que tengo que seguir porque el cuerpo me da y que tengo las condiciones". Y con pura empatía, se refiere a los que están comenzando su carrera: "tengo que estar del otro lado también, hay chicos con 10 años que son cinturones negros y otros de 14 que compiten en el más alto nivel".
Lo cierto es que, con mucha reflexión, hace un análisis de cómo está hoy y porqué no tiene la misma prioridad que antes: "tengo 39 años, cuesta estar al 100% entrenando porque uno da clases de lunes a viernes, mi instructor hace lo mismo en los mismos horarios, hay que coordinar el entrenamiento en otro momento, no es tan fácil como antes cuando uno se dedicaba a competir y podía trabajarlo toda la semana completa".
Por último y concluyendo su palabra con Pasta de Campeón, Hugo expresa uno de sus deseos como claro referente de la Asociación Austral de Taekwondo, sin duda, otro de sus grandes logros personales. “Se viene una camada muy importante y me gustaría poder acompañarlos en todo lo que nosotros fuimos proyectando con Sergio. Eran cosas impensadas y hoy logramos tener una escuela con 300 alumnos. Esperamos llevar en los próximos campeonatos mundiales más de tres o cuatro chicos para que clasifiquen”.