Levan Macharashvilli fue jugador del mítico equipo de Gimnasia y Esgrima que logró el ascenso a la Liga Nacional de Básquet en 1989, uno de los hitos deportivos más grandes de la ciudad. En la actualidad es gerente de la empresa Urbana y también realiza un trabajo social importante como payamédico en el Hospital sacándoles sonrisas a los pacientes.

Corría el año 1989 y la ciudad de Comodoro Rivadavia estaba por vivir uno de sus hitos deportivos. Gimnasia y Esgrima le ganaba a Santa Paula de Gálvez la semifinal de la Liga B y ascendía a la máxima categoría del básquet nacional, donde aún hoy se mantiene. En aquel equipo, comandado por Daniel Allende, jugaban Alejandro Navallo, Martín Ipucha, Carlos De Batista, Eric Ross, Román Pérez y Levan Macharashvilli, entre otros. Con este último dialogó Pasta de Campeón para que nos cuente sobre su presente como Payamédico y sus lembranzas de aquel ascenso.

"Daniel (Allende) armó un plantel con mucho carácter y dentro de ese andamiaje él sabía que yo, como jugador de rol, podía darle soluciones tanto en defensa como en ataque. Fue un gran año deportivo, donde los equipos inicialmente no nos tenían como candidatos, pero a medida que pasaba el torneo fuimos un equipo muy compacto", recordó Levan.

Sobre aquellos momentos vividos, también acotó: " me acuerdo de la experiencia del Socios Fundadores a pleno todos los partidos, la expectativa en la gente y la ciudad. Muy pocas veces lo había experimentado y fue muy emocionante. Los viajes en el ´Bala´ hoy todavía juegan en mi memorias".

Antes de desembarcar a jugar en Gimnasia, Macharasvilli había terminado la carrera de Ingeniería en Bahía Blanca, lo que le permitió luego de su retiro hacer carrera. Pero más allá de su buen desempeño en lo laboral, en la vida del basquetbolista ocurrieron hechos trágicos que lo fueron marcando. En tres años fallecieron tres cuñados muy jóvenes, algo que le hizo replantearse ciertas cuestiones sobre el futuro.

Como un guiño del destino apareció la posibilidad de ser Payamédico. Ante esto, enfatizó: "en el camino de la vida siempre hay señales que te van mostrando el rumbo. Sólo hay que verlas. Las pérdidas  me hicieron preguntarme cómo quería yo ser acompañado si estuviera en el final de mi vida. No creo en las casualidades y un día veo la información de Payamédicos en Comodoro. Algo me dijo que tenía que anotarme. Comienzo un proceso de aprendizaje para acompañar a las personas enfermas y en riesgo de vida. Dejando de mirar con los ojos y  comenzando a verlas con el alma desde el amor y la compasión".

"Sin juzgar. Sólo estar presente para el otro. En ese feedback aprendemos y sanamos juntos. En lo personal puedo ofrecer lo que la persona quiera recibir. Una charla, un paseo, un mate o  estar en silencio, pero siempre estar presente física y espiritualmente", agregó.

Las sensaciones de este trabajo social dejan  siempre buenas y malas. A sabiendas de que muchos atraviesan sus últimos momentos de vida y que los payamédicos alegran sus días y los acompañan en momentos duros.

El ascenso con Gimnasia. Parados, desde la izq.: Carlos García (K), Juan Torres (encargado estadio), Jorge Ferrini, Martín Ipucha, Román Pérez, Eric Ross, Levan Macharashvilli, Guillermo Iñiquez, Norberto Cifuentes (U) y Daniel Allende (DT). Abajo: Alejandro Navallo, Carlos De Battista, Gustavo Kochowit, César Maurino, Gustavo Rollan y Jorge Nieto.

"No hay palabras para describir la sensación de ser payamédico. Me sentí como si estuviera bañado por un arcoíris. Me sentía completo porque podía acompañar a las personas desde lo real y desde la fantasía de mi payamédico. La compasión y el amor no tienen fronteras cuando se da desde el alma y el corazón", admitió.

Por su rol en el deporte local y su trabajo, Macharashvilli es un hombre reconocido por muchos, lo que genera asombro a veces al verlo vestido de payaso.  "Mucha gente conocida se asombra y enmudece cuando ve en el Hospital con mi traje de payamédico. Yo los reconozco, pero ellos no. O a veces sí (risas). Un día salí de mi trabajo buscando mi camioneta y cuando paso al lado de un señor me hace el puente de colores, característico de los payamédicos para brindar energía. Me paro a conversar con él y me comenta que nosotros le alegrábamos los días cuando íbamos al hospital mientras él estaba cuidando a un familiar. Son cosas muy lindas".

Sobre el final de la entrevista, Levan deja un análisis de lo que le ha dejado de enseñanza este nuevo oficio. "En todos estos años me he dado cuenta que este paso por la vida tiene un principio y un final. Que el pasado nos sirve para recordarlo, pero no cargarlo, y que el futuro es una proyección y es la energía para el presente en el cual estamos y a veces en la vorágine no le prestamos atención. Volví a leer de mi libro y vi que las hojas escritas eran de mi pasado, que no podía borrar ni cambiar. Solo escribía la página del presente y que el futuro era solo una proyección".

"Todos somos empáticos y podemos aprender a ser compasivos. Tan solo nos tenemos que proponer a serlos y casi seguro seremos una sociedad mejor”, finalizó.

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