La jugadora de hockey Lucrecia Rebello llegó a lo más alto a lo que puede aspirar un deportista de elite: el seleccionado nacional. A su vez, jugó en Bélgica, Francia y Buenos Aires. En la actualidad es madre, tiene su emprendimiento y sigue ligada al deporte como profesora y jugadora. Entrá y conocé su historia.

Por Maximiliano Ignao

Lucrecia nació en Comodoro y a los cinco años comenzó a jugar al tenis en el club Santa Lucia. Allí, también se animó a practicar golf hasta que a los nueve descubrió el hockey, del cual no se separaría nunca más. Tan sólo en la adolescencia dejó un tiempo, pero cuando encaró su carrera universitaria retomó nuevamente.

"Cuando me fui a estudiar a Buenos Aires  jugué en la Universidad  y después  me metí  en un club. Luego,  me gané una beca para jugar y dar clases en Bélgica y después me contrató un club de Lille (Francia).  Terminé jugando en el Stade Francais de París", contó sobre su experiencia fuera de la ciudad.

Al regresar a Comodoro, participó de un Nacional con la Asociación Austral y la vieron desde el staff técnico del seleccionado argentino de hockey pista. A las semanas fue convocada a su primera concentración. Sobre esos tiempos representando al país, comentó: "estuve un par de años dedicándome de lleno al deporte, para intentar estar en la lista siempre y poder jugar cada torneo. Tenía dos o tres motivaciones diarias  y concentraciones nacionales que mayormente eran en el  CeNARD. Viajaba una vez por mes todos los meses y entrenábamos doble y triple turno de viernes a domingo".

"De las cosas más fuertes que viví fueron la primera vez que me entregaron la ropa con mi apellido en la camiseta o pararme en la cancha cantar el himno. Son cosas emocionantes que aún me generan cosas. Se me pone la piel de gallina", agregó.

El sacrificio y la dedicación de toda una vida habían dado resultado. El tiempo pasa rápido cuando una va transcurriendo aquel momento soñado. La vorágine de entrenamientos, los torneos y viajes no permiten parar la bocha y reflexionar.  Pero después quedan momentos mágicos guardados en la retina que nunca más se olvidan.

"Siempre se juega un deporte anhelando estar en un seleccionado, al menos los competitivos.  Creo que es lo máximo poder vestir la celeste y blanca habiéndotela ganado por tu esfuerzo, dedicación y responsabilidad.  Siento que no me quedó pendiente nada y  que recibí más de lo que esperaba", admitió Lucrecia.

El Mundial de Polonia 2011, cuatro naciones y panamericanos, son algunos de los torneos que la deportista comodorense disputó con Argentina. A su vez, en el 2008 el Ce.Pe.De. De la ciudad la premió con la Mara Dorada, galardón a la máxima figura deportiva del año.

"No fue fácil. En cada citación está la duda de si hiciste las cosas bien o si le gustas al cuerpo técnico.  Me llevé muchas amistades, experiencias y he aprendido muchas cosas sobre nutrición, elongación, entrenamiento y el trato con la gente", añadió.

En la actualidad Rebello trabaja en un emprendimiento propio, es madre y profesora de hockey de las categorías inferiores de la Comisión de Actividades Infantiles. Si bien no se entrena  con ningún equipo de primera división, en las últimas temporadas lo había hecho en Náutico de Rada Tilly. La pasión y el disfrute que siente por el deporte hacen que se sume a cualquier torneo para poder jugar, por lo que es probable que mientras leas esta nota, ella esté con su stick preparada para un partido.

"Agradezco a mi familia y a todos los que me guiaron y ayudaron para poder entrenarme cuando lo necesité", finalizó la comodorense que supo representarnos en la selección Argentina.