Su lucidez y su memoria están intactas. Su paso cansino ya no es el del trote de su época de gloria, pero Nazario Araujo mantiene su alegría intacta.

El atleta chubutense que participó de los Juegos Olímpicos de Munich 1972 y supo ser la guía de muchos atletas fondistas formados en el sur de Chubut celebró ayer un año más de vida.

Todos decimos el “comodorense” pero Nazario Araujo nació en Santa Cruz. Llegó a los 6 años y la capital petrolera lo vio crecer. Lleva los colores de Deportivo Portugués en el corazón, vivió en Buenos Aires compitiendo para Independiente y representó al país en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972.Nazario Araujo nació en Cañadón León, Santa Cruz. Fue hijo único y de chico se inclinó por la vida natural, en tiempos que la tecnología estaba lejos de todo.  A los 5 años se escapaba,  salía a correr al campo y su padre, Don Nicolás, tenía que ir a buscarlo.

El artista Cristian English lo inmortalizó en un billete de $5.

En su carrera deportiva llegó el momento donde había tocado techo en el sur, y hubo que partir a Buenos Aires. Recayó en el CENARD y en 1969 firmó para el club Independiente de Avellaneda. "Cuando llego, Julio Grondona era dirigente. Él me recibió. Nosotros los queríamos mucho en el barrio porque era muy solidario. Comienzo a entrenarme con el reconocido Osvaldo Suarez y logró expandirme más allá del atletismo nacional. Los mejores recuerdos de aquellos años.  Me casé  con Ana María en el club y a la semana gané la famosa carrera de ´El Gráfico´", aseguró en una nota de diario que hoy es recorte y está amarillenta por el paso del tiempo.

Araujo tiene a Independiente en un lugar sagrado de su corazón: "Independiente estará siempre en mi corazón. Fui a la fiesta del centenario con más de 30.000 personas. En las gargantas del club, a un costado, hay una especie  de palquitos y en uno de ellos pusieron mi nombre. Un orgullo tremendo. En Sarandí éramos vecinos de  Roberto Perfumo, Delfo Cabrera, Rubén Galván, Tomás "Negro" Rolan.  Grondona se cruzaba de la ferretería para el asado típico de todas las semanas. Extrañé eso cuando me fui", admitió en aquel reportaje.

Cuando uno logra llegar a participar de un juego olímpico queda marcado para toda la vida. Y Nazario Araujo siempre lo recordó con mucha alegría. “Ser el primer atleta olímpico en representar a esta querida y amada Patagonia marcó un hito. Pusimos olímpica a la provincia del Chubut. No soy individualista, y siento que he aportado algo muy interesante para nuestra provincia. Ser olímpico es algo para toda la vida. Que mis nietos lean hoy un libro y vean mi nombre es algo muy lindo. El atletismo fue muy importante para mí, me permitió salir a correr por diferentes países que sin este deporte no podría haberlo hecho. Eso me fortaleció sin lugar a dudas en todo sentido”, afirmó el atleta olímpico en una nota publicada en El Patagónico hace un tiempo atrás.

En la actualidad, a Nazario Araujo por razones de salud ya no se lo ve en las carreras de calle pero se mantiene actualizado y sabe muy bien el rumbo de varios atletas que supo formar y que siguen visitándolo. 

EL SIGNIFICADO DE SER OLIMPICO

Haber participado en esos Juegos Olímpicos, sin contar la chance de la edición anterior donde había logrado la marca pero un accidente en un entrenamiento lo privo, es algo que llevará en su corazón hasta el último de sus días. "Sin duda el máximo galardón para cualquier atleta es ser olímpico. Hasta el día de hoy es el sueño de todos los deportistas del mundo”, explicó en una nota publicada en la revista Play Deportivo.

Araujo cumplió ayer 81 años y lo festejo de una manera diferente. Actualmente se encuentra en un hogar con personas de su edad donde recibe la atención adecuada y mantiene intacto su espíritu guerrero.  

“El atletismo siempre fue con la misma sintonía del esfuerzo. Yo nunca lo llamé sacrificio al entrenamiento, creo que no es sacrificio, es vocación. Sacrificios hacían los antiguos emperadores con la gente; pero el deporte es vocación, lo que te agrada, lo que te gusta hacer y los sueños que tenés cuando sos joven. El atletismo siempre fue y va a seguir siendo, con el mismo pensamiento e idiosincrasia. Al haber recorrido parte del mundo con el atletismo y estar en más de 16 países, uno se siente un representante orgulloso de haber nacido en esta tierra. Lo que podemos hacer nosotros los grandes es dejar semillas, que hacen proliferar todo el entorno de lo que ellos realizan como vocación también. Haber pasado por el mundo del deporte y haber dejado alumnos míos que trabajan tanto para las personas, trasmitiéndole los valores de una vida sana y en movimiento; eso es muy bueno”, admitió Nazario Araujo.

El olímpico camina lento, como pidiendo permiso. El hablar con él transmite paz y sabiduría. Sabe internamente que plantó varias semillas, y que su huella en el deporte de la ciudad y la Patagonia entera será imborrable.