El "Chueco" fue invitado en diferentes ocasiones a Comodoro Rivadavia y una histórica imagen circuló por redes sociales donde por la década del 70 y para la disputa de la Copa del Mundo de Argentina 1978 visitó un histórico local de prendas que inauguraba en la ciudad. Ingresá y conocé la historia.

La madrugada del 17 de julio de 1995, los corazones del universo automovilístico se paralizaron y fue por la partida del balcarceño Juan Manuel Fangio, quíntuple campeón mundial de Fórmula 1, considerado como el "mejor piloto de todos los tiempos", aún cuando otras figuras lo superaron en cantidad de títulos.

Sin embargo, desde ese día no se perdió a uno de los más grandes del deportes de la Argentina, sino que se convirtió en leyenda, quien ya era un mito en del automovilismo nacional y mundial.

En Comodoro Rivadavia, el "Chueco" visitó en contadas ocasiones la ciudad y en todas ellas dejó su impronta.

El campeón del mundo visitó la ciudad cuando se reinauguró el Autódromo General San Martín, luego de una primera inauguración el 22 de diciembre de 1957.

Por otro lado, el 14 de diciembre de 1969 Fangio llegó para presenciar la ceremonia, en el marco de la última competencia de la temporada de Turismo Carretera Prueba, que se adjudicó finalmente Luis Rubén Di Palma.

Sin embargo, "el ojo" del recordado y querido fotógrafo Valerio Gómez captó un, hasta ahora, desconocido momento en la historia de la ciudad y del ex piloto.

En 1978, Juan Manuel Fangio compartió la visita a la inauguración de la tienda "Marcas Famosas", mientras se disputaba la Copa del Mundo de Argentina en 1978.

Foto: Valerio Gómez

A las 4.10 de la madrugada de ese 17 de julio, en la clínica porteña Mater Dei, la noticia del deceso del balcarceño de 84 años (nació el 24 de junio de 1911), se expandió al mundo y las muestras de dolor de sus ex compañeros y rivales de ocho años en la Fórmula 1 se multiplicaron.

Sin embargo, en Comodoro Rivadavia quedan recuerdos imborrables de quien fue el mejor piloto de la historia, tras codearse con el Chenque y el viento de la ciudad.

Fuente: Luis Alberto Carrizo