La madre periodista que recorre canchas tras los pasos de su hijo
Su hijo podrá decir que Analía es la mejor mamá del universo y desde Pasta de Campeón diremos que es una excelente periodista y compañera. Pero como la única verdad es la realidad, en este día tan especial nos vemos obligados de contar esta hermosa historia de amor de madre que vincula el fútbol, el periodismo, pasiones y decenas de canchas recorridas. La relación de Analía Bahamonde y el “Colo” Germán Martínez es la historia perfecta para este Día de la Madre. ¡Feliz día, compa!
El “Colo” Germán Martínez es el lateral derecho de la Comisión de Actividades Infantiles y este 2019 fue uno de los jugadores más regulares del plantel “Azurro”. Firme, con buen cabezazo, excelente proyección y en el último tiempo hasta ha convertido algunos goles. Mientras espera que le llegue la doble ciudadanía para continuar su carrera en el fútbol chileno, el defensor intenta ponerse de la mejor manera, sumar minutos y disfrutar de su familia.
Analía Bahamonde es su madre y la de Tomás y Agustín. Periodista. Trabaja para el Ente Comodoro Deportes y forma parte del staff de Pasta de Campeón. En este día tan especial queremos contar la historia de nuestra compañera o, mejor dicho, intentaremos explicar con palabras algo prácticamente imposible de plasmar en un texto, como son los sentimientos de madre e hijo. Casualmente, entre estos sentimientos, aparecen algunas pasiones como el periodismo deportivo y el bendito fútbol. Siempre el bendito fútbol.
“Siempre digo que ella fue mi fan número uno. Tiene recortes de diarios de mi primer partido, de infantiles y tiene todas las fotos guardadas de cuando era chiquito. Yo soy muy perfil bajo, no me gustan guardar esas cosas, pero cuando sea grande voy a tener todo guardado y esto está buenísimo. Todo lo que hago día a día es por ella y por mi familia. Tenerla al lado mío con este trabajo que tiene además es muy satisfactorio”, comienza relatando el “Colo” a Pasta de Campeón, sin que ella sepa de esta entrevista.
Trelew, Puerto Madryn, Rawson, Buenos Aires y Río Gallegos. En todos los lugares en los que su hijo jugó con la CAI en este último tiempo, ella viajó y estuvo presente. Tratando de analizar y ser crítica con lo que sucedía en el juego, pero mirando de reojo a Germán adentro de la cancha. Claro, el periodismo, la excusa perfecta para estar con él, seguirlo de cerca y no perderse ni un segundo de sus acciones en el partido. Filmando, sacando fotos, informando minuto a minuto, pero con los nervios contenidos por la adrenalina del juego.
“Que cubra los partidos, que nos siga y que los chicos me pregunten si viene a cubrir me llena de satisfacción. Lo veo en las canchas y veo también que la traten bien por hacer lo que le gusta y eso me pone orgulloso. Cuando yo llegaba de cursar o entrenar ella estaba siempre estudiando en la computadora para trabajar de esto. Nos cocinaba y se volvía a sentar a estudiar hasta tarde. Esas cosas me dieron y me dan muchas fuerzas a mí también. Si ella se esforzó de esa manera de grande yo tengo que hacerlo”, explica Germán.
En el rectángulo se la puede observar cerca de la línea de cal como a cualquier colega, respetando el lugar de jugador que tiene el “Colo” e intentando mostrar cierta distancia para, quizás, no incomodarlo, pero con el brillo en los ojos y la emoción contenida cada vez que termina los partidos y ve feliz a su hijo por alguna victoria.
Inflando un poco el pecho como el Diego, el defensor del “Azurro” habla de su madre con orgullo y de a poco se le va quebrando la voz: “ella es muy fanática del futbol. No charlamos mucho de mí en particular como jugador porque tenemos una relación de madre e hijo, no de periodista a jugador. Nunca me pregunta nada y me respetó. Guardó un montón de situaciones que es de madre e hijo. Cuando charlamos me pregunta como estoy y ni me pregunta por el futbol, pero me sorprende que sabe todo. Resultados de acá y del futbol argentino. Ni miro el diario porque ella me cuenta todo”.
La charla con el “Colo” fluye. Se lo nota contento por esta nota y algo emocionado. Entre algunas anécdotas de cuando era juvenil y viajaba a los torneos del Valle, recuerda una situación en particular que lleva guardada en el alma como uno de los momentos más emocionantes de su vida. Y claro, la emoción contenida estalló como un grito de gol.
“Desde que soy chico tengo recuerdos de viajes y demás. Después de cada esguince siempre estaba mi vieja poniéndome hielo, cremas, me ponía agua caliente y todo para que me recupere rápido. Cosas de madre. Pero siempre tengo presente una situación en particular”, comenta el “Colo” con la voz entrecortada.
“Cuando me operé la rodilla ella estuvo al lado mío siempre, pero yo estaba muy angustiado y triste. Me costó”, explica, respira, se toma un tiempo, se seca las lágrimas y continúa: “ella entró a mi habitación y me vio mal porque no quería saber más nada”.
“Se sentó y me dijo que lo siga intentando, que me iba a recuperar y que iba a volver a jugar. Es muy emocionante contar esto. Volví a jugar y cada abrazo que le doy después de los partidos me hace acordar a esta situación”, revela el jugador de la CAI, reflejando a flor de piel el amor de hijo a una madre.
Los momentos en los que le compraba los primeros botines, las primeras vendas y canilleras, ya pasaron. Pero Ana encontró en el periodismo una pasión y la forma de seguir estando presente en cada partido para acompañarlo dentro de la cancha. Y así seguirá siendo, como pueda, cuando pueda y juegue donde juegue. Porque el amor de madre se defiende como si fuese la última pelota del partido.
Feliz día, compa.