Murió Dante Mírcoli, el histórico campeón del Mundo que marcó a Comodoro con su paso por Ameghino
Una camada que vivió experiencias de Primera División, un jugador que recuerda que, gracias a él, supo lo que era la kinesiología y sus primeras zapatillas. El ídolo de Independiente falleció a los 77 años y causó un hondo pesar entre aquellos que fueron sus dirigidos y los fanáticos del club de Avellaneda.
Dante Mírcoli fue uno de esos grandes personajes que pisaron Comodoro Rivadavia y dejaron una huella, una estela y un legado de fútbol y de enseñanzas. Tras más de 33 años de su paso por la ciudad, la noticia de su muerte dejó un recuerdo imborrable que traspasa testimonios e historias.
El Club Florentino Ameghino contó con la presencia del ex Independiente de Avellaneda, hombre que a principios de los 80 armó una revolución futbolística en la región.
Manuel “El Negro” Espinoza, ex defensor del “CAFA” de esa época le narró en una entrevista que “llegó con una propuesta innovadora para la época”.
Mírcoli, campeón con Independiente en el año 1965, llegó a Comodoro Rivadavia contratado por el Club Florentino Ameghino, en una jugada muy ambiciosa que tenía la institución del barrio General Mosconi.
Espinoza, fue campeón con el equipo de “kilómetro 3”, aunque cuenta sus primeros pasos en el club de su barrio, que viste los colores rojo, blanco y negro en su camiseta.
“Yo jugaba solamente al fútbol, porque en esa época era nuestra única diversión, más allá del voley en la escuela del barrio. Pero con dieciséis años formaba parte de un grupo de chicos que estaban llegando a la primera del club”, recuerda este duro defensor central que hoy pasea su juego en el fútbol de veteranos con amigos en Unión.
Como en las mejores historias de ficción sobre fútbol, Espinoza cuenta que el día que le tocó debutar llegaba de jugar en un torneo de quinta división, vio que su nombre figuraba en la lista de los convocados para el partido que debía jugar la Primera y se asustó ante tal sorpresa.
“Venia de jugar en quinta y me citan a jugar en Primera para un amistoso. Al momento de la formación escrita en el pizarrón, bien al estilo de Buenos Aires, figuraba el nombre de todos los que iban a salir a la cancha, además de un tal Manuel”, contó entre risas.
“Era mi nombre, yo asustado preguntándome si era, miraba. Entonces se me acercó Dante me habló y dijo nene vos jugás de dos, y yo tenía solo 16 años”, rememora sin ocultar el nerviosismo de lo que significaba en aquel momento la palabra de tal figura del fútbol nacional y mundial recordado por una durísima patada a Johan Cruyff con la camiseta de Independiente.
El “negro”, deja en claro que comenzaron a ver el cambio que quería implementar Mírcoli en el club, con entrenamientos y trabajos que nunca habían realizado, recalcando siempre que el entrenador les dejaba marcado que había llegado “a ganar y a no a perder”.
“Sabíamos que Dante había llegado al club para ganar, porque Ameghino, ayudado por YPF había hecho el esfuerzo de traer a este ex gran futbolista y nos quería transmitir lo mismo a nosotros en ese momento como entrenador”, reconoció el futbolista que volvió a salir campeón en 1988.
El joven morocho y alto, defensor se sentó al lado de Mírcoli, una vez terminado el partido y le dejó grabadas dos recomendaciones que según el protagonista, lo “forjaron como defensor. “La verdad es que jugás muy lindo al fútbol y muy bien, pero si vos querés ser el dos de mi equipo todas las pelotas que levantas con el taquito y las sacas, me las tiras afuera. Y viste las pelotas que salís a correr al delantero y le ganas en velocidad, bueno, lo colgás del alambrado”, cuenta entre risas.
Este futbolista que hoy sigue jugando en la liga de veteranos de Comodoro Rivadavia reconoce que en ese momento el “Tano” hizo un gran trabajo “con una base de preparación física en base a una doctrina muy dura”.
“Llegó y al principio él era nuestro preparador físico hasta que después se encargó de traer uno al club. Empezamos a tener entrenamientos específicos y trabajábamos con una gran cantidad de pelotas”, rememora.
“Después compartimos muchas cosas lindas, tal es así que en la primera temporada que jugamos bajo su dirección técnica, en el 81, salimos campeones”, agrega.
UN CAMBIO PARA LA ÉPOCA, DE LA MANO DE UN GANADOR
Espinoza, un jugador muy temperamental, pero también muy alegre, recuerda una anécdota en la que contextualiza el amateurismo del fútbol en Comodoro Rivadavia, pero que por medio de YPF y las gestiones de la dirigencia de ese entonces, hacían sentir a los jugadores como si pertenecieran a un equipo profesional.
“Fue la primera vez que en el club hicieron un esfuerzo y compraron zapatillas para todos los jugadores del plantel de Primera. Pero no de las que podemos ver en primeras marcas como hoy, sino las clásicas “Flecha”, que se vendían en la recordada Proveeduría de YPF, y era todas de color blancas”, recuerda.
Además rememora y se acuerda de un viaje a la ciudad chubutense de Esquel, a donde llevaron kinesiólogo, algo nuevo e innovador dentro de un cuerpo técnico.
“En quinta jugué con Ameghino y viajamos a Esquel. Fueron tres días donde nos hicieron sentir muy bien, era un verdadero sueño. Lejos de casa, en un hotel, con ropa y botines nuevos para jugar el césped. En ese momento el presidente del club era el abogado Heriberto Pflager y su mujer había viajado con nosotros, ella era kinesióloga”, cuenta.
Una de las cuestiones humanas que resalta Espinoza fue la de poder compartir con el grupo, algo que el entrenador y ex jugador de Independiente de Avellaneda dejó inculcado.
“Los viernes compartíamos un asado y un buen momento. Ese grupo se unió y terminamos ganando el torneo dela Liga de Comodoro en base a un cambio de mentalidad”, afirmó.
“Podíamos no ser todos amigos, pero los dieciséis el domingo dentro de la cancha teníamos que ir para el mismo lado, más que amigos teníamos que ser como hermanos y nos íbamos a defender entre todos”, recordó.
MÍRCOLI Y SU OJO DEPORTIVO
Por otra parte, Manuel cuenta que Mírcoli le dio una oportunidad que nunca había tenido y fue la “de hacer una prueba en Independiente de Avellaneda”.
“Tuve la chance de ir a Independiente junto a dos compañeros de Ameghino, pero comencé con el Servicio Militar en1982”, recordó con un dejo de añoranza el haber podido vivir esa experiencia.
“Nos incorporamos el 1 de febrero y era el día que teníamos que viajar, pero empezábamos con la conscripción. En ese momento éramos tres del club, pero uno por estudios no pudo viajar, y el otro por no ir solo, no se la animó y perdimos la oportunidad,”, agregó.
Dante Mírcoli, nació en la ciudad de Roma, y siendo una estrella del fútbol de la época, campeón con Independiente de Avellaneda en el año 1965, llegó a Comodoro Rivadavia contratado por el CAFA.
La primera consagración de Florentino Ameghino se vivió en el Torneo Clausura 1981, bajo el comando del nacido en Roma, pero ya sin él quedaría el legado de un equipo que se consagraría en el Clausura 1984, Preparación 1987 y el Oficial 1988. Luego habría que aguardar al Siglo XXI.
El plantel tuvo un once inicial, con Jorge Uroz, en el arco, con una línea de 4 compuesta por Manuel “Gallego” Vergel, Manuel “El Negro” Espinoza, Néstor Omar Rodríguez y Pedro Antonio Cárdenas; un mediocampo con Claudio Roberto Michunovich Víctor Ruiz y el recordado José Karamarko (una de las grandes figuras del fútbol comodorense de aquel entonces); mientras que en el ataque Alejandro Torrijos, Mario Alberto Soto y Alberto Agustín Lerra conformaban el frente de ataque.En el banco también esperaban Luis Marcial, Luis Cerdá, Máximo Meyrelle, Navarro, “El Cabezón” Juan Carlos Espinoza, Diógenes Cárdenas y Omar Romero.
Mientras que como DT, el "Tano" inició su carrera en el CAFA, pero siempre tuvo oportunidades de trabajo en el sur. Racing de Trelew, Argentinos del Sur de Gaiman, Club Deportivo Petroleros entre 2009 y 2011, conjunto con el cual afrontó el local y también el Argentino "C".
Los últimos trabajos de Mírcoli fueron en la estructura de Independiente, donde acercaba jóvenes al club, en el que vivió sus grandes ´épocas.
Sin embargo, a 2 mil kilómetros dejó una huella imborrable con testimonios y un legado que muchos vivieron y atesoran como Esponoza y una camada de jugadores que vistieron la casaca del CAFA y que en el día de su muerte la estrella quedará inmortalizada como una leyenda.