A tan sólo dos minutos -de los siete que el árbitro había añadido- del final, una persona con una remera negra y gorra del mismo color invadió el rectángulo de juego con el objetivo de amenazar y amedrentar a un futbolista del San Pablo.
Rápidamente, todos los jugadores lograron interferir, pero cuando eso sucedió otras dos personas ingresaron al verde césped.
Tras diversos forcejeos entre los jugadores y el primer individuo que saltó al campo de juego, uno de los juveniles del Verdao le alcanzó un arma blanca (un cuchillo) que recogió del pasto al juez del cotejo.
Los jugadores del Palmeiras le pidieron a quien impartía justicia en el duelo que lo suspenda, pero el referí tomó la decisión de continuar con el partido, sumando dos minutos más de juego en un clima de mucha tensión y nerviosismo.
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Luego del silbatazo que puso punto final, el entrenador del Palmeiras, Paulo Víctor Gomes, sostuvo: “No tenemos control sobre este tipo de situaciones. Estábamos molestos, tratamos de controlar a los jugadores y hacer lo que pudimos”, mientras que su par del San Pablo manifestó que: “Solo hablé de educación, los equipos hicieron un buen partido, cada uno en su estrategia, Palmeiras terminó ganando. Es importante que los que están en el campo den buenos ejemplos para que el exterior absorba cosas buenas. Desde fuera del campo, no controlamos”.