Una pasión hereditaria
Las costumbres se van transmitiendo de familia en familia, y los Villafáñez heredaron el fútbol. Este apellido se hizo presente en todas las canchas del fútbol comodorense, pero este año hubo un hecho particular: Enzo Villafáñez debutó en la primera con 15 años y fue dirigido por su papá, Héctor. Pasta de Campeón se reunió con padre e hijo y ambos contaron su historia, cómo viven el compartir vestuario día a día, las presiones del entorno y el análisis del Palazzo puntero.
Por Facundo Paredes | Fotos: Carlos Álvarez
Los Villafáñez son una secta futbolera. El apellido está ligado a la bocha y ese mismo ADN rondó -continúa rondando- por los clubes comodorenses: Unión San Martin Azcuénaga, Talleres Juniors, Comisión de Actividades Infantiles, General Saavedra, Ferrocarril del Estado, Florentino Ameghino, Laprida, Nueva Generación y, actualmente, Próspero Palazzo.
Pero el apellido no sólo pasó por las canchas de la ciudad del viento, un integrante de la familia lo relució por la Bombonera, donde le amargó la fiesta a Boca con su gol, también por el Estadio Olímpico de Atenas y, nada más ni nada menos que, por el Estadio Azteca, el mítico césped que piso Diego Maradona cuando hizo los dos goles más gritados por Argentina.
En este Torneo Final B, el “Aguilucho” de zona norte jugó seis partidos y ganó cinco. Héctor es el artífice del puntero, Luciano el artista dentro del campo y Enzo, con 15 años, la tímida proyección. El trío Villafáñez, junto al resto del plantel, trabaja en silencio, pero con el imponente ruido que estalla cada fin de semana para liderar, hasta el momento, el certamen.
Pasta de Campeón juntó al padre entrenador e hijo jugador en la confitería de Palazzo. Héctor y Enzo. O, mejor dicho, el “Picha” y “Pichita”, como les dicen en el rojo y negro.
- ¿Es la primera vez que comparten vestuario?
- Héctor: No, en 2017 estuvimos juntos en Nueva Generación. Yo estaba dirigiendo la reserva y él (Enzo) justo se había ido de USMA, entonces Alejandro Tula le dijo si quería venir al club y se vino. Ahí compartimos seis meses, fue una buena experiencia. En ese año teníamos todos pibitos de 2003, los 2002 y 2001 ya estaban en primera… Nueva Generación siempre trabajó así. En cambio, este año fue diferente, lo hice debutar contra el campeón y anduvo bien -entre risas- (por la última fecha del Inicial, Palazzo venció 2 a 1 a Caleta Córdova, el campeón del primer torneo del año).
- ¿Cómo viviste tu debut? Había un condimento especial por jugar contra el primero y, además, con tu papá en el banco.
- Enzo: Me enfoqué en el partido. Lo que sí, como el DT es mi papá, tenía miedo de que piensen “eso” …
- ¿Está ese prejuicio o esa carga?
- E: No, ya no…
- ¿Antes sí lo sentías?
- E: Sí, un poco, cuando llegué a Palazzo y empecé a entrenar con ellos (primera división).
- Un amigo me dijo que Enzo metió un caño en una de las primeras jugadas...
- H: Yo lo vivía con nerviosismo por él… veníamos con un semestre medio flojito y se nos dio que debutó él con tres chicos más. Cuando Enzo entró a la cancha no sentía nada, no escuche nada. Agarró la primera pelota y lo rodearon, ellos eran más en cancha, porque a nosotros nos expulsaron uno, y no va y tira un caño. Yo dije “uh, acá me lo van a partir” (risas de ambos). Por suerte a ninguno lo golpearon ni nada, anduvieron bien los pibes y yo estaba muy contento por él.
- Ya pasaron dos meses de tu presentación en la primera. ¿Te pudiste adaptar?
- E: Sí, pero me siento más cómodo en reserva. Ahí no siento tanto el ritmo de la velocidad.
- Y en su puesto (enganche) está Luciano (sobrino de Héctor y primo de Enzo), ¿cómo se lleva la familia dentro del plantel?
- H: Bien, con “Pipi” estuve en USMA. Después él se fue a Laprida y se lo llevó a Enzo, y ahora se lo trajo para Palazzo también (risas). Adentro de la cancha no es mi sobrino ni mi hijo. Y soy “Picha”, no papá. No hacemos esa diferencia o, mejor dicho, hacemos esa diferencia. Pero nos llevamos bien por suerte.
- Están punteros, metieron 5 de 6. ¿Qué cambió del primer semestre a este?
- H: En el Inicial tuvimos altibajos, mechando pibes, probando. Ahora se acopló la gente grande y estamos trabajando mucho mejor. Nos estamos conociendo y yo me estoy acoplando de a poco al club. Hace un año y medio que estoy en Palazzo, nunca dirigí a un grande. El presidente y la comisión directiva me dieron la confianza y renové por tres años, así que ese respaldo es importantísimo para nosotros. Como cuerpo técnico, tenemos una tranquilidad para laburar y eso se refleja.
- ¿Cuáles son las aspiraciones individuales?
- E: Me gustaría seguir jugando en Palazzo por muchos años, me siento muy cómodo.
- H: Ascender con Palazzo. No quiero pasar como un técnico más. Quiero llevarlo al club donde tiene que estar, porque institucionalmente está en la A: vestuarios, quincho, confitería, ahora la cancha que será de sintético. Si dios quiere seguir avanzando, mi sueño es triunfar acá.
- ¿Quién sembró la semilla de la pasión familiar?
- H: Mi hermano mayor, Ángel, el papá de Lucas. Él jugaba en Talleres y yo lo acompañaba siempre, “Lito” jugaba bien en serio eh. Después se fue a probar a Independiente y se tuvo que volver porque falleció mi papá. Mirá como son las vueltas de la vida que Lucas terminó jugando en el “Rojo”.
- Lucas ahora está en México. ¿Cómo lo ven? ¿miran los partidos?
- H: Está lesionado el “Negro”, pero está bien. Lo vemos siempre por internet, cuando viene a Comodoro siempre estamos con él…
- ¿Cómo es un asado de los Villafáñez?
- H: Sábado por medio nos juntamos en la casa de mi hermano, somos un montón, comemos como animales y gaseosa a morir -risas-. Y te imaginarás, es todo fútbol, a nosotros nos dejan solos. O cuando juega Lucas lo miramos en la tablet o en una computadora, pero todo pasa por el fútbol. No sabemos hablar de otra cosa.