El capitán del “Verde” emuló ante Hispano Americano a su hermano Sergio como si atajara en el Manchester United o la Selección Argentina. Demostró que a los 37 años, ante una jugada donde parecía imposible alcanzar el balón sobre el suelo no lo fue, pues como reza el refrán: “Viejos, son los trapos".

Corrían casi seis minutos del segundo cuarto del duelo entre el “mens-sana” y el equipo de Río Gallegos, en lo que sería victoria del conjunto dirigido por Martín Villagrán, cuando luego de un rebote que no pudo retener el cubano Yoanki Mencia y tras una serie de intentos por capturas el balón, Diego Romero se hizo dueño de la “naranja”, como si fuera un arquero que lo hace en dos tiempos.

El “Negro” se convirtió en arquero por un instante, como su hermano Sergio, aunque este último copió al hoy basquetbolista de 37 años en su Misiones natal.

De niño y en las tardes cálidas de Bernardo de Irigoyen, Diego como hincha de Boca imitaba a Carlos Fernando Navarro Montoya, aquel que con su buzo de camionero impuso la moda multicolor, la que había iniciado el “Loco” Hugo Gatti, no sólo en colores, sino como el primer jugador de campo en tener publicidad en la ropa de arquero en la historia dle fútbol argentino.

El misionero  se lanzó sobre la pelota, como aquel niño que no le interesa la tierra, ni rasparse y se hizo “amo y señor” de la pelota, cuando el partido transcurría en el segundo cuarto, como si al final hiciera un saque largo hacia el otro área, aunque en este caso buscaba anotar de dos o tres puntos.

En la noche del Socios Fundadores, los hinchas que acompañaron al “Verde” en su tercera victoria seguida en la fase regular de la Liga Nacional, vieron en acción al espejo del arquero de la Selección Argentina, con más presencias de su historia, pero que sin embargo miraba al que luego sería jugador del “mens-sana”, Lon Morris, la Universidad de Florida State, Regatas Corrientes y Quilmes de Mar del Plata, y el seleccionado nacional, entre otros.

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Porque… “Viejos, son los trapos”.