“Prefiero lo que me pasó en Atenas antes que la comodidad de no asumir riesgos”
El entrenador comodorense, Nicolás Casalánguida, habló sobre su salida de Atenas de Córdoba, el presente sin club, los entrenadores y más en la página oficial de la Confederación Argentina de Básquetbol.
-Es la primera vez desde que empezaste tu carrera en la Liga Nacional donde ves desde afuera el final de una temporada, ¿no?
-Sí, es la primera vez que no termino una temporada. Es una sensación rara, desconocida para mí. Pero creo que bien utilizada, sobre todo en cuanto a tiempo. Puede ser una etapa de crecimiento personal. Son golpes, sin lugar a dudas, pero que bien capitalizados pueden ayudarte a crecer, a mejorar, a profundizar la evaluación de las cosas que se hicieron mal y bien para crecer. Son, en definitiva, situaciones que son parte normales para los entrenadores, que no me habían tocado vivir. Durante muchos años tuve momentos positivos, y esta es la primera vez que me sucede algo así. Estoy intentando tomarlo de la mejor manera, para que después de que transcurra este tiempo me ayude a crecer.
-¿Cómo se llevan los vaivenes de la profesión sin dejarse "comer" por la circunstancia de turno de los resultados? Te tocaron muchas situaciones de éxito, y ahora te toca la otra parte, te toca un momento bajo.
-La verdad es que siempre sentí que me habían pasado demasiadas cosas buenas en muy poco tiempo, en una profesión en donde es complejo que te sucedan tantas cosas buenas seguidas siendo tan joven. Eso lo tuve claro desde la teoría, y sabía que en algún momento iban a venir momentos difíciles y temporadas malas, porque a todos les pasa, no hay entrenador que siempre tenga sucesos o sus equipos sean ganadores permanentemente. Es algo que pensé en los buenos momentos, que el éxito es un tanto pasajero, y que convivir con las derrotas, frustraciones y dificultades es algo normal en la carrera del entrenador. Ahora creo que lo más importante es tener el equilibrio a la hora de tomarse la profesión. No hay que ponerse exultante en el momento en que las cosas van bien, y que momentos como este en donde las cosas no salieron, no te afecten o golpeen de una manera que no te permita estar en equilibrio. Lo que busco para sortear estos vaivenes es eso, estar en eje y en equilibrio, tratar de mantener una línea de pensamiento, de trabajo, sabiendo que en estos momentos de golpes es donde se aprende y se crece. Creo que mentalmente me preparé para momentos como este, no siento que estos vaivenes sean tan difíciles de llevar.
-Vos mencionabas que en la teoría lo tenías claro, y cuando lo describís parecés tenerlo realmente claro. ¿En la práctica te costó al principio o lo llevaste bien?
-Lo sufrí. Las temporadas malas las sufrís. Cuando empezás a acumular derrotas y no encontrás el camino para salir de momentos adversos es una situación compleja que tenés que ir trabajando mentalmente día a día para buscar soluciones, porque en la función del entrenador, lo que se busca es que éste busque las soluciones para modificar una tendencia y transformar una realidad que es negativa. Cuando eso no sucede, la dificultad aumenta y hay que ir atravesándola. La primera parte es mucho más difícil, y con el tiempo vas haciendo tus auto evaluaciones necesarias, y ahí entrás en el aprendizaje que te deja cada temporada. Lo importante siempre fue, incluso en las temporadas con sucesos, sacar cosas positivas y también negativas. Cuando te va mal sacás muchas más cosas negativas, para también hay cuestiones positivas. Uno debe hacer las evaluaciones de la forma más objetiva posible, para que eso se transforme en un eslabón de crecimiento a futuro.
-¿En ese momentos buscaste algún trabajo rápidamente, quizás por una cuestión de costumbre, o entendiste que lo mejor era esperar?
-No, en ese caso para mí lo mejor es esperar. No me considero, en este momento, un entrenador para tomar un desafío a final de temporada. Me gusta más la confección de un proyecto, participar del mismo, en el armado de un equipo... En este momento no me interesó tomar un trabajo en nuestra competencia. Si existiera la posibilidad de trabajar en el exterior con un proyecto distinto, nuevo, donde pueda participar en el armado del equipo y la confección del proyecto, sí me interesaría, pero en este momento en la Liga prefiero no tomar un trabajo. Salvo que me entusiasme por un matiz a futuro. Pero no me gustaría pensar en algo a corto plazo. He asumido en los últimos tiempos una posición de tomar riesgos, le esquivé un poco a la comodidad.
-¿Por qué?
-Desde la salida de Regatas después de muchos años, a pesar de la búsqueda de los dirigentes de querer sostenerme y como me pasó en todos los clubes en donde estuve, quise tomar nuevas responsabilidades y riesgos, asumir lugares de dificultad. La llegada a Atenas fue eso, asumir riesgos. Fue una decisión en un momento de mi carrera que era lo que necesitaba, lo que me movilizaba. Ahora creo que tomé varios riesgos en los últimos años, y me espera un momento donde prefiero esperar y tomar una decisión que me permita un proceso de trabajo con más estabilidad que mis últimas temporadas.
-En esta etapa en donde miraste desde afuera o desde un costado, ¿descubriste algunas cosas o situaciones que la "locura" del día a día te tapaban o no te permitían ver?
-Sí. Con el paso del tiempo, entendí la importancia de las decisiones que uno va tomando, de las concesiones sobre todo en algunas cuestiones que tienen que ver con el armado del equipo. Eso me parece crucial. Siempre que me he sentido pleno y satisfecho, he tenido una plena incidencia en los armados de los equipos. Este año, por ejemplo, se dieron demasiadas circunstancias de dificultad en la construcción de un plantel, con cambios de objetivos durante el año... Eso conspiró, al menos para mí, para sentir la temporada y el equipo de la manera en que me gusta conducirlo.
-¿Qué tipos de cambios fueron?
-Hubo muchos cambios en las ideas con respecto al armado del plantel, y eso creo que no lo disfruté. Al principio era jugar con jóvenes, después cuando avanzó la temporada era confeccionar un equipo con lo que había en el mercado. Eso es una situación que no disfruté y la analizo como una decisión que no fue acertada en cuanto a la aceptación de los cambios de objetivos durante el año. Sobre todo cuando hay una línea y modelo de trabajo establecido. Ese modelo se modificó, y esa aceptación es lo que más analizo de las cuestiones que no me permitieron sentir cómodo durante el año. En eso es lo que más hago hincapié cuando miro hacia atrás.
-¿Se sentiste defraudado por el cambio de dirección del proyecto de Atenas?
-No. Como entrenador uno tiene que estar preparado para distintos tipos de proyectos. En la temporada anterior, Atenas tuvo una dirección bien clara, que era reposicionar a la institución en un lugar de equipos de privilegio, de protagonismo. Confeccionamos un plantel con esa búsqueda clara. Luego, cuando se consiguió ese objetivo de reposicionamiento nacional e internacional, se modificaron un poco los objetivos, y la institución -por distintos motivos- tuvo que tomar otros caminos. En mi posición, como conductor, estaba la aceptación o no de esa idea de cambiar drásticamente la mirada por cuestiones que son muy entendibles desde el lado institucional, por cuestiones económicas, de prioridades instituciones que tienen que ver con el destino de los fondos instituciones. Así que no, no me he sentido defraudado. Yo acepté conducir un proyecto que al principio estaba destinado a que los jóvenes tuvieran un mayor protagonismo y que jugaran, y luego ante la dificultad de tener tantos jóvenes juntos, sumada a algunos resultados negativos, había que torcer el camino. Eso implicó modificar el camino y armar, en plena competencia, un equipo de mayores diferentes. Por eso quizás el armado no fue el mejor. Pero nadie ha defraudado a nadie. Fue una decisión institucional que acompañamos hasta que se pudo, hasta un momento en que la institución tomó la decisión de no continuar con esa idea.
-Con el diario del lunes es mucho más fácil decir las cosas, ¿pero te arrepentís de esa aceptación sobre el cambio de rumbo que mencionaste varias veces?
-No sé si es que me arrepiento de la aceptación. Eso mismo implicó que, en el Súper 20, un equipo de jóvenes saliera primero de un lote de equipos de donde salió el campeón y en donde había varios candidatos. Entonces, si vos lo mirás con el resultado puesto en el final de la decisión, sí, fue muy evidente que el plan no salió bien al final. De hacer una gran temporada el año pasado, a pasar a jugar con mayoría de jóvenes y cuatro mayores más un extranjero, que al equipo le vaya bien en el Súper 20, y cuando llegó la Liga se acumularon las derrotas y entramos en un embudo negativo, sí, ahí podés decir que la cosa salió mal. Pero en un principio consideré que la decisión era correcta. No salió bien, pero no me arrepiento. Tomé la decisión que en su momento consideraba apropiada, lo hice bajo un estudio de la circunstancia, bajo un pedido de la dirigencia, y consideré que era lo mejor. Las cosas pueden no salir, pero no siempre uno se tiene que arrepentir cuando las cosas no salen. Todos dimos lo máximo para que las cosas salieran bien, y la circunstancias implicaron que las cosas no salieran. No me arrepiento de haber aceptado el desafío, además, porque como te decía antes: en los últimos años he buscado tomar desafíos difíciles. A veces muy difíciles, y eso implica un riesgo más alto. En ese riesgo más alto, hay mayor margen para que te vaya mal. Esta vez el riesgo implicó eso. No salió bien y será aprendizaje para el futuro. Pero sin lugar a dudas prefiero pasar por esto antes que la comodidad de no asumir riesgos o quedarme en otro plano. En el futuro veré si quiere seguir asumiendo este tipo de cuestiones, o si prefiero mayor estabilidad o un equilibrio distinto.
-Ahora que lo viviste desde adentro, ¿se puede explicar qué pasa con Atenas para que viva esta particularidad de cambios constantes a la hora de los entrenadores, o esa no estabilidad a la hora de mantener un proyecto?
-El análisis que yo hacía cuando tomé la decisión de sumarme y aceptar el proyecto de Atenas era que en los últimos cinco años, el club había tenido cerca de 15 entrenadores. O sea, tres por año. Evidentemente era una situación difícil, un equipo histórico con posibilidades de cambiar esa tendencia y rumbo difícil. Existían los recursos como para transformar la realidad y por eso confié, por eso tomé la determinación en el primer año de conducir el equipo. Había un cambio institucional, se sumaba un manager que tomaba una responsabilidad y un lugar importante en la institución, y creí que era poder empezar a cambiar una realidad. Se logró en el primer año, fue muy positivo, pero no se pudo sostener. Evidentemente hay cuestiones económicas que no se pueden dejar de mencionar, porque hay un cambio trascendental de una temporada a otra en cuanto a lo económico y en la filosofía de búsqueda, porque hubo prioridades institucionales que pasaron por otro lugar. El presidente fue muy claro con todo el mundo en cuanto a que las prioridades pasaban por otro lado y no por el equipo profesional, era una realidad muy clara y particular del club.
-Y ahí entra la aceptación que decías antes...
-Sí. Esos cambios de filosofía o ideología durante el trayecto que estuve hicieron, a mi criterio, mostrar tanta irregularidad de una temporada a otra. El año pasado fuimos terceros y toda la temporada nos mantuvimos en los primeros lugares, y este año estuvimos últimos gran parte de la campaña. En esta oportunidad, la explicación parte de las necesidades institucionales, que son las realidades. Los dirigentes son los que confeccionan las ideas principales. Hubo un cambio marcado y ahí está la irregularidad, en no poder sostener una idea durante un tiempo más largo. Pero esto no es una crítica, es una descripción de la realidad y una necesidad institucional que uno desde la posición del entrenador la acompaña o no. Mi decisión fue acompañarla en ese momento. Lo hice y consideré que era la mejor determinación que podía tomar. Esa irregularidad que mencionaste en algún momento fue muy marcada, y no permitió que se sostuviera un buen pasar en la competencia como se tuvo el año anterior. Fue algo que excedió lo estrictamente deportivo.
-¿Qué balance o sensación te quedó de tu paso global por Atenas?
-La última sensación es negativa, porque salir de un equipo nunca es positivo. Te queda una sensación de no haber podido terminar una temporada como me hubiese gustado. Es la primera vez en toda mi carrera que no termino una temporada. He estado en otros años donde no se cumplieron los objetivos, pero no de esta manera. Y también me quedó un poco de impotencia por no haber podido sostener una idea que había comenzado muy bien y después se modificó. Me hubiese encantado que se hubiera podido sostener un plan y se pudiera seguir perfeccionando ese plan. Los entrenadores y equipos, en mi criterio, se ven en su mejor versión con el paso del tiempo. Salvo que esté impulsado por una inversión muy fuerte, es muy difícil que un equipo encuentre de un año a otro su mejor versión. Generalmente se requiere un proceso de trabajar, masticar una idea, entender la filosofía de juego. Me hubiera gustado que se pudiera sostener lo de la temporada anterior, y que este año estuviéramos aprovechando el crecimiento sostenido durante un tiempo más largo. Esa es la sensación que me queda, no haberle sacado el jugo a todo lo bueno que se había hecho la temporada anterior en este nuevo año. Eso es lo negativo, además del hecho de sentirme parte de una campaña negativa en una institución con tanta historia y prestigio.
-Esa impotencia que marcás, que va del lado de la aceptación que decías antes, ¿se podía llevar de otra manera? Vos empezaste con una idea este año y la llevaste bien, pero de golpe te obligaron a cambiar ese rumbo. ¿Había otra salida a esa aceptación? O sea, técnicamente te impusieron otra cosa.
-(Piensa). Yo no siento que me hayan impuesto nada en principio. Sí hubo una marcada idea de comenzar jugando con los jóvenes y completar con algunos mayores. Esa idea, una vez que terminara el Súper 20 y comenzara la Liga, era completar el armado del equipo para intentar ser lo más competitivos posibles. Esa fue la idea inicial, pero luego tuvimos que confeccionar un equipo distinto comenzada la Liga, después de haber transcurrido un tiempo importante de competencia. Hubo incorporaciones y movimientos de jugadores, y eso torció el plan que se seguía. Lo dije antes, hubo una aceptación de decisiones institucionales, aceptación de no haber podido armar el equipo como me hubiera gustado por limitaciones económicas. Pero fue una aceptación, yo no me vi obligado ni me impusieron nada. No hay otro secreto, es la realidad.
-Te saco de Atenas. ¿Cómo ves al colectivo o grupo de entrenadores y su posición en el básquet argentino?
-Está clarísimo que el entrenador argentino se ha caracterizado en el último tiempo por el permanente crecimiento, por su capacitación, por tratar de estar a la vanguardia del básquet moderno. Está claro que cada vez más argentinos integran equipos del exterior, cada vez más selecciones buscan entrenadores argentinos para conducir sus proyectos internacionales. Por lo tanto, creo que internacionalmente al entrenador argentino se lo respeta y valora, y eso para nosotros es motivo de orgullo, porque crecimos con una mirada puesta en capacitarnos, en trabajar honestamente, en apoyar a los proyectos, en dejar un legado o huella en lugares donde funcionamos. Eso creo que es muy bien recibido en muchos lugares. Paralelamente, veo que en Argentina nuestra posición está algo debilitada.
-¿Por qué?
-Porque siento que el entrenador argentino no está teniendo la injerencia en los proyectos como podría tenerse. Creo que también tenemos mucho que ver nosotros los entrenadores, pero en esta cuestión de debilidad, los cambios permanentes de proyectos con respecto a sus entrenadores hablan a las claras de una desconfianza para continuar esos proyectos. El no darle un lugar al entrenador en cuanto a la importancia que podrían tener dentro de las instituciones. Por eso es medio paradójico, pero es la realidad que tenemos hoy. Lo que estamos en plena búsqueda es en que el entrenador siga evolucionando y funcionando para el crecimiento de las instituciones en las que trabaja, para el crecimiento del básquet en general, porque el entrenador también es docente, educa, se pone la camiseta de la institución en la que está. Los entrenadores trabajamos para que los jugadores jóvenes de cada institución crezcan, y que eso sea capital deportivo a futuro. Lo que creo es que esa mirada, en este momento, está un poco debilitada, y pregonamos para que eso se pueda profundizar y podamos colaborar de manera más firme en el crecimiento del básquet en general, ya sea en las instituciones que nos toque trabajar, como en el crecimiento del básquet argentino en general. Esa es mi mirada con respecto a nuestro ente.
-Ese factor de debilidad que marcás, que como decís es paradójico, ¿nace de las instituciones o también de los propios entrenadores en sí?
-Creo que es recíproco. Nosotros como entrenadores tenemos grandes responsabilidades para que esto suceda, y de eso nosotros tenemos que hacer nuestro análisis y diagnóstico sobre por qué estamos en la posición en que estamos. También hay una cuestión de escepticismo de parte de las instituciones, de no confiar en sostener planes a largo plazo, e intentar modificar permanentemente las líneas de trabajo, los modelos de conducción. Eso es una cuestión de conducción institucional.
-A veces se notan caminos diferentes en cuanto al discurso de los entrenadores sobre diferentes situaciones. ¿Sentís que a veces hay una falta de solidaridad entre ustedes, o que no hay una unidad al 100%?
-Creo que sí, en el último tiempo no ha habido esta unidad de los entrenadores que vos mencionás para tener una línea, sostenerla, respaldarla y defendernos. Pero sí veo que en este momento, ese compromiso con la profesión se está modificando. Siento que es un momento de cambio, que hay otro tipo de comunicación interna entre los entrenadores, otro respeto, otro mayor compromiso y solidaridad por el colega. Creo que eso sí está modificándose, pero sí hemos tenido momentos de falta de unión. Es claro. Hay otros entes que son mucho más corporativos que nosotros, como los árbitros, los jugadores. Los entrenadores, de los estamentos que componen la competencia, ha sido el menos corporativo en el último tiempo. Pero te repito, esa mirada está cambiando. Noto otra unión, comunicación y grado de compromiso que entusiasma y, en mi caso, me reconforta pertenecer a un ente que va modificando eso, porque es necesario.
-Antes fuiste describiendo una parte del tipo de trabajo que te gustaría. ¿Ese futuro trabajo sería para la próxima temporada?
-En este momento estoy plenamente enfocado en utilizar este tiempo de transición para el crecimiento personal en aquellas cuestiones que considero que fallé, que no estuve bien. Estoy intentando entrenarme para mejorar, para utilizar el tiempo para que cuando tenga una nueva oportunidad, pueda hacerlo mejor. Estoy buscando capacitarme, ahora viajo al Final Four de la Euroliga, trato de estar siempre actualizado en mis necesidades. Y lógicamente pongo un ojo en lo que pueda venir.
-¿A qué le apuntás?
-Me gustaría tomar un proyecto que tenga ambiciones de pelea por cosas importantes, me gustaría entrar a un equipo que tenga ambiciones y quiera ser competitivo. Pero no me desespero en este momento, no estoy ansioso por tomar un equipo ahora. Y sí sigo con esta idea, que hace un tiempo la tengo, que es trabajar en el exterior como una premisa. Desde el momento en que salí de Regatas, la primera idea por la cual salí era porque quería dirigir en el exterior, y para eso debía salir del plano de confort que me generaba Regatas, para empezar a tomar nuevos caminos, conducir nuevos equipos, conocer nuevos dirigentes e instituciones. Eso lo sostengo hoy. Si puedo dirigir en el exterior, será algo que busco hace tiempo. Y sino empezaré a pensar en otra posibilidad donde sea, pero sin ansiedad.
-Cuando decís exterior, ¿lo limitás a clubes o pensás también en seleccionados?
-No, no tengo limitantes en cuanto a qué proyecto. Podría ser una selección también.
-Hablando de Selección, ¿qué viste de Argentina en este proceso de Eliminatorias, y qué se puede esperar rumbo al Mundial?
-Me gustó mucho lo que hizo la Selección. Veo muy bien al equipo, veo que se ha sostenido un nivel, se ha incrementado la cantidad de jugadores que se incorporaron al plan, y lo particular es que se pudo sostener el nivel con muchos cambios de plantilla. Eso habla muy bien de poder sostener una idea, en donde muchos jugadores jóvenes se incorporan y el nivel se sostiene, lo que habla también muy bien de Sergio Hernández como conductor y de su cuerpo técnico. También es muy bueno el momento que están pasando los líderes de la Selección. Están pasando un momento magnífico en el exterior, y eso también era una necesidad que buscaba la Selección, que los emblemas se consoliden en el exterior. Hoy tenemos jugadores que están mostrando un nivel muy bueno, y eso te permite pensar que el equipo tiene mucho para dar en cuanto a su nivel. Vi muy bien a la Selección, hay un crecimiento sostenido, con un caudal de jugadores seleccionados que se expandió y entrega otra fortaleza, porque no depende de 6 o 7 jugadores. Tengo mucho entusiasmo y esperanza sobre el equipo para el Mundial, porque veo una realidad muy positiva. Y todavía no llegó a su techo, va en ese camino. Todo lo que se vio en esta etapa ha servido para llegar muy bien al torneo más importante.
Fuente: CABB
Foto: Prensa Atenas