El Final Four será una histórica fiesta de básquet en Comodoro Rivadavia en una ciudad que querrá disfrutar y ver a sus jugadores que lucharán desde este viernes ante tres de los mejores equipos del país y continente. Sin embargo una histórica “Banda” hinchará por uno de sus hijos y amigos "pródigos": El "Negro" Diego.

Hoy, el mismo llevará el dorsal 77 en su espalda y la cinta tatuada, como aquellos grandes del "Verde" los  Cocha, Moldú, Román Pérez, por nombrar a algunos en la centenaria historia del “mens-sana”.

Diego Leonardo Romero, “El Negro” aparece como ese veterano de mil batallas pero con esa alegría, ganas y emoción de un juvenil que se pone la camiseta por primera vez en la “Liga”.

Villagrán y Romero, en juveniles
Villagrán y Romero, en juveniles

El misionero llego a Comodoro y comenzó a jugar al deporte del que nunca abandonaría, el básquet, junto a sus hermanos Marcos, Oscar que le enseñaron los primeros movimientos y hoy se convirtió en el jugador que mpas temporadas de Liga Nacional disputó en la historia del "Verde".

Sin embargo, sus padres Ramón y Betty querían que estudie. Pero él adoraba jugar en cuanto playón encontraban con sus hermanos y luego con una “Banda”, como se llaman sus amigos, los de Tricolor”, “Coopetax” y varios equipos más iban a divertirse entre el viento, frío o noches cálidas.

Esos jóvenes eran Luis, el "Nono", César, Marcelo, Claudio, el Huevo, más tarde llegaron otros como  Patricio, Juan Carlos, Leo, Pablo, "El pelado" Gastón o a Martín "El Pachorra"  nóveles personajes que se sumarían con el tiempo. Aquellos, sus cómplices que recorrían cuál "arito" y playón para jugar al básquet, luego unas gaseosas y la música de A77aque en los stereos de los autos.

El primero de los “estadios” era el de Gobernador Gallina y Avenida Kennedy, donde Diego no picaba el balón y sus hermanos le ayudaban. Luego cuando pego el estirón y se transformó en “Mutombo”, por seriedad y además su tes morena con una mirada que inspiraba respeto ya con 2 metros de altura que los llevaba por el Deán Funes, barrio  Ciudadela, Km5, la Costanera y la Escuela 105, habituales reductos de interminables picados y lanzamientos de definición de último segundo para ganar el partido.

Paralelamente sus primeros pasos en Gimnasia y Esgrima que lo llevaban  a recorres ciudades con cómplices como "Pato", "Abel", o el "Villa", hoy su entrenador y ladero desde el banco de suplentes, Martín Villagrán.

Romero y Villagràn, laderos y amigos de adolescentes. Foto: Carlos Alvarez
Romero y Villagràn, laderos y amigos de adolescentes. Foto: Carlos Alvarez

Para Luis, amigo de Diego dialogó con PDC y admitió que: "lo distinguido de él es que se quedó en el lugar donde se siente feliz y nunca se olvidó de quienes estuvieron cerca de él".

"No sé cuántos jugadores profesionales se juntan a jugar con sus amigos que ya apenas se pueden mover en una cancha. O cuántos prefieren cambiarlo por la plata que ganan y nunca regresan al lugar donde se sintieron felices", agregó.

Hoy aquellos reductos donde picaba el balón se unirán en una historia que desembocará en el Socios Fundadores, la misma que se repite cada 24 de diciembre o la tarde del 31 con sus amigos, con los que todavía comen asados, algunos con hijos adolescentes y otros -como el propio hijo del capitán- que acompaña gateando en cada juego, que después se convertirá en tertulia de truco y risas.

Romero, el símbolo de las mil batallas

"Trato de no mirar hacia atrás, me gusta vivir el hoy, aunque es cierto que ganar una Liga Nacional de Básquet es maravilloso y más haciéndolo hacerlo en tu casa, en tu club. Eso tiene un valor que no se puede describir con palabras", indicó Romero en una charla con PDC antes de su partido de esta noche ante San Lorenzo.

El "Negro" pasaba días en Lon Morris, durante el Junior College americano, más tarde en Florida State como universitario donde lanzaba solo en la cancha y recordaba a su familia y amigos. Hoy, como en la final ante Libertad de Sunchales de 2006,  sus padres, hermanos, sobrinos, su esposa y su pequeño  hijo será harán presentes en la tribuna junto a los que “siempre estuvieron”.

Romero en la última práctica de esta mañana antes de la semifinal ante San Lorenzo Foto: Carloz Alvarez
Romero en la última práctica de esta mañana antes de la semifinal ante San Lorenzo Foto: Carloz Alvarez

“El marco,  la familia, los amigos, pero por sobre todo porque creo que él quiere ganar el Final Four con Gimnasia, va a ser muy especial. Diego quiere darle algo al club y a la gente,  porque no le queda mucho hilo en el carretel y las dos cosas hacen que sea muy particular”, indicó Oscar, su hermano.

Por su parte, el capitán del “Verde” siempre que comienza el partido se concentra en el desarrollo del mismo, aunque tanto esta noche como mañana no serán dos noches normales, con su hijo Román y esposa Candelaria, en la tribuna y quienes siempre lo acompañaron.

“La tranquilidad y felicidad que siento antes de cada partido por saber que mi familia, amigos siempre están ahí alentándome y apoyando  es indescriptible. Y creo que la llegada de mi hijo sin dudas me cambió la vida. Me siento muy orgulloso de mi familia y amigos. Siempre están”, remarcó.

Romero, el símbolo de las mil batallas

Son esa familia que acompañaba como podía al adolescente, son esos hermanos a la distancia y esos amigos de la carta a Estados Unidos, del asado, de las visitas ante lesiones y de los que siempre acompañan que seguirán a su lado según su íntimo círculo.

Inclusos aquellos que hoy no podrán estar en la cancha como el "Menduco" Martín, o "El gordo 25" Pato o Franco, pero que segpun indica este grupo cerrado de amigos que mandan un mensaje antes de los juegos, en las jodidas, cuando los flashes se apagan, cuandos lo teléfonos dejan de sonar y cuando el éxito era cuestión de partidos, de la fama efímera.

Porque hoy, para Romero será un partido especial, porque además de una ciudad detrás del equipo estarán su “banda” y su “ejército”, para el “Negro” de las mil batallas.