El recital de Indio Solari y Los Fundamentalistas del Aire Acondicionados va en vías de convertirse en el evento cultural del año. Eligieron, como lugar para tocar, una metáfora. El show, la película del show hay que decir, fue perfecta, pero las luces se las llevaron dos momentos claves: las tres canciones inéditas de Los Redondos y la presentación de los dos nuevos temas, “Rezando Solo” y "Encuentro con un ángel amateur”. Esta última, una canción urgente. Como suelen ser las canciones de trinchera, las notas de despedida o el grito del fusilado.

Por Pablo Soto / Especial PDC

En definitiva, se trata de una cuestión adverbial. Reconocer las circunstancias es reconocer el tiempo, el modo, el espacio, la cantidad, la certeza o la duda, el orden en que uno es. Claro que las circunstancias son variables y puede ser desesperante pensar cuántas potenciales circunstancias hay en cada segundo de vida. Entonces preferimos ni pensar. Nos adaptamos a lo que venga sin preguntarnos demasiado. Hasta que las circunstancias desbordan de sentido, ahí, en ese momento, nos inunda algo que no tiene nombre o, mejor dicho, que puede llamarse de muchas maneras: la transparencia de las circunstancias, de lo que somos.

El sábado 17 se produjo lo que va en vías de convertirse en el evento cultural del año: el show que Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado brindaron mediante streaming para casi 100 mil conexiones (multiplicadas por vaya a saber cuántas personas) que inundaron, acaso como una nota más del concepto del show, la plataforma Ticketeck y no hubo mejor modo de dar paso a esa marea de gente que liberarlo por Youtube. El dique de las usureras plataformas streaming no puede contener el oleaje de la cultura popular.

Eligieron, como lugar para tocar, una metáfora. No son los primeros que miran la inundación como soporte de una experiencia artística sublime. Las inundaciones son parte fundante de la cultura argentina. Un breve catálogo: la inundación que fermenta el odio de clase en El Matadero; Sur, el ferviente y melancólico tango de Troilo y Manzi; Martinez Estrada bocetando un pueblo desesperado que se refugia en una iglesia por el avance del agua; los poemas urgentes de Roberto Malatesta luego de la inundación de Santa Fé; los poemas de La Plata Spoon River publicados al poco tiempo del anegamiento de la capital bonaerense. En ese corte cultural se ubica ahora el show de los Fundamentalistas en Villa Epecuén.  La inundación es una marca de la cultura argentina. De la cultura popular, pues nunca se inundan los ricos.

Los Fundamentalistas y el Indio resignificaron las circunstancias de la inundación. Las vibraciones de la distorsión, los mazazos del bajo y la batería, la paleta de colores y texturas de las voces, todo eso se desplegó como una ola arrasadora bajo el cielo crepuscular de las canciones del Indio que, como el mismo crespúsculo, fueron una variación constante de climas y tensiones. Desbordantes, los Fundamentalistas anegaron el éter digital de la cultura popular argentina: en ruinas quedó el mercantilismo de las plataformas de streaming, en ruinas también la sensiblería berreta del susurrante indie, en ruinas las infamias, los escupitajos de odio, las sorderas selectivas. Fluyendo entre esas ruinas como aguas enloquecidas Los Fundamentalistas, hermanados con la inundación que les proveyó volumen, se llevaron puesto las rancias estructuras del sentido común. Elegir las ruinas de un lugar inundado no es casualidad, y se sabe, para estos tipos nada es casual.

El show, la película del show hay que decir, fue perfecta. Producción, sonido y ejecuciones magistrales. Una lista de canciones como un manifiesto artístico. Versiones de alto vuelo de todos los temas. Escuchar las canciones en el show y luego en el disco hace perceptible esta diferencia sustancial. Del torrentoso show me quedo con dos remansos: el set de los inéditos de los Redondos y los dos estrenos del Indio.

Muchas de las canciones que los Redondos no llegaron a grabar oficialmente circulan hace tiempo como demos o tomas en vivo, en formatos digitales, con mala calidad de sonido en el mejor de los casos. Por eso, escuchar con tanta precisión, potencia y claridad “Rock de las abejas” o “Un tal Brigitte Bardot” (entre otras joyas) es un hito en la historia del repertorio ricotero, pero también un hito en la música popular argentina.

Las dos canciones que estrenaron Los Fundamentalistas tienen suerte dispar. La primera, "Rezando solo", es una composición exacta, pegadiza, transparente: una ola que se ve llegar, llega, conmueve los pies que toca y deja la playa distinta, pero se va. Otra obra de arte, de tantas que el Indio atesora como gemas en toda su historia.  Pero en la memoria emotiva de todos permanece, como el grito de un fusilado, "Encuentro con un ángel amateur”. Una canción urgente, como suelen ser las canciones de trinchera o las notas de despedida. Y, como el grito de un fusilado,  nadie repara en la forma, ni los ribetes, ni los trabajosos fraseos o la pronunciación. El que está a punto de ser fusilado grita, y ese grito se transforma en consigna. “Encuentro con un ángel amateur” es el grito raído del que está a punto de ser fusilado. Y eso alcanza para estamparse en el alma como bala en el cuerpo. Despedida pues: del mundo, de las circunstancias, de uno mismo. Todo eso junto, un paseo sobre las ruinas de uno mismo, cantando. Un tiempo, un lugar, un modo, un orden de vida que se dejan inundar por las tribulaciones de un artista, tal vez uno de los más grandes de nuestra cultura. Las inundaciones dejan dudas, asolan certezas y también son una cuestión adverbial.

En el tango Sur la inundación está más allá, lejos de las coordenadas espacio-temporales de quien la observa. Lejos, como el telón de fondo de una geografía sufriente. El show del Indio y los Fundamentalistas manipulan la geografía para manipular el alma de la cultura popular. La inundación está acá, cerca. La inundación es el soporte tembloroso de la cultura.  Un aluvión de poesía y rock  que arruina y a la vez repone las circunstancias que nos rodean. Nos hace nacer por otros medios.

Habrá que confiar en la capacidad solariesca de construir ficción en sus canciones para no caminar desahuciados como después de una catástrofe. Habrá que escuchar su canción como un manifiesto mutante: se cambia para renacer. Hasta tanto haya más certezas, nos queda el tiempo pasado naufragando en el presente, el modo heroico de hacer poesía y rock, el espacio abierto rebosante de hormigón, electricidad y sangre, la dosis justa de este orden superior que son las canciones del Indio y Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado.