Cegador, un regreso marcado por el destino
La mítica banda de heavy metal de Comodoro Rivadavia vuelve después de 24 años. Quienes disfrutamos de su poder en carne propia, y los que tuvieron que conformarse con anécdotas, ahora asomamos a la oportunidad de formar parte de la misma historia. La cita es este sábado en El Trahuil, a partir de las 23:00, con Razón De Ser y Sentir como invitados.
Siempre me quedó una frase melómana, que puede disfrutarse o padecerse en cualquier discusión sobre gustos musicales, donde el viejo le dice al pibe insolente: “el tango te espera”.
En mayor o en menor medida, esa afirmación se asemeja a una profecía. En este caso, la distancia entre el ayer y el hoy, y sosteniendo esa sentencia, podría enfatizarse: “el heavy te espera”.
Pero me tomo el atrevimiento de discernir: nadie te espera. Alguien estuvo ahí siempre, y uno es el que tiene ir a su encuentro. Reencuentro, en esta oportunidad.
Pasó casi un cuarto de siglo para que Cegador reviva esa llama. Alguien fue en su búsqueda y tuvo éxito. Ahora es tiempo de recordar y de festejar que la espera también se termina.
El hecho de verlos ahí arriba, como gigantes tan alcanzables, desterraba toda utopía. Eran barrio, eran barro, eran viento, eran lluvia, eran bronca, eran nuestro reflejo, con toda nuestra idiosincrasia.
¡Caminábamos kilómetros para ver a Cegador y a Hermética! Así era la cosa: Cegador y Hermética, y viceversa. Este recuerdo viene de los ’90, entre principios y mediados.
Sí, Hermética se llevaba todo puesto y ya era la insignia del metal nacional, pero en Comodoro Rivadavia había una banda metalera que marcaría a fuego a un par de generaciones.
Cegador, bautizada en la época como “la banda pobre”, tenía la riqueza de lo que significa ser un laburante, un soñador que construye realidades sobre cimientos firmes. Era nuestra voz, la de unos pendejos atrevidos, empecinados en escuchar heavy metal y dispuestos a ladrarles a todos, incluso a los más rabiosos. Era su riqueza y la nuestra.
Pero el lugar y la época no eran los indicados, tal vez, como para que todo confluyera en una locura colectiva que hubiese cambiado el mapa metalero argentino.
Igual, no nos pongamos tan tangueros, porque resulta que Cegador vuelve. Hace un año, su mentor, violero y compositor Raúl Bargas, convocó al baterista Julián Caiado (en ese entonces en la desaparecida banda Crudas Vivencias y actualmente en Novishok) y al guitarrista Ramiro Martínez (que en ese momento integraba Razón De Ser y luego dejó ambos grupos por cuestiones personales), para que se sumen junto al “Chelo” Vargas, bajista histórico de la banda.
La idea de empezar a rearmar a la bestia tuvo su génesis luego de que Crudas Vivencias inmortalizara la versión de “Campesino” en su único CD. Los muchachos de Vivencias invitaron a Raúl Bargas y al cantante de Cegador, Tony Politano, a realizar esa joya en vivo, en El Sótano. Ahí empezó a reescribirse la historia.
Pedro Girardi, que ya había integrado Cegador, se sumó al desafío. El sueño de regrabar todos los temas que tenían, comenzaba a cristalizarse.
Ese proceso tuvo sus cambios, pero el camino estaba allanado para que las nuevas generaciones metálicas puedan disfrutar lo que alguna vez les contaron.
Con su disco a punto de ver la luz, Cegador está dispuesto a salir de las sombras para siempre. Y este sábado quedará inmortalizado su regreso en El Trahuil (Gatica 343, barrio Industrial), con los también locales Razón De Ser y los truncadenses Sentir como invitados a la fiesta metalera. Hay pogo asegurado.
(Por Lorenzo Martins. Fotografía: Oscar "La Colo" Domínguez)