Llegó de su Salta natal a la capital petrolera en el 2006 pero no todo fueron laureles desde su arribo. Tuvo que dormir en la terminal de colectivos, comer de las viandas que le pedía a los choferes de larga distancia. Luego redoblar el esfuerzo para entrenar y trabajar hasta llegar a ser campeón Latino Superwelter del Consejo Mundial de Boxeo. Ingresa y conoce la historia del "Coya".

El momento más glorioso de Rodrigo Maizares fue en Marcos Paz, en el 2018, cuando derrotó a Henry Polanco y se trajo para Comodoro Rivadavia el título de Campéon Latino Superwelter (CMB), pero detrás de esas lágrimas y abrazos apretados hay una historia especial de un boxeador que supo recibir golpes en la vida y reaccionar a tiempo para mantenerse de pie.

Ramón Rodrigo Sebastián Maizares (8-5-0 ) llegó a Comodoro Rivadavia en el 2006 buscando trabajo pero la promesa de un amigo no se cumplió y tuvo que reinventarse solo en el sur de la provincia del Chubut. "En Salta no estaba mal pero siempre quise ser independiente y laburé. Cuando uno es pendejo quiere buscar otros rumbos. Me fui de casa, y me vine al sur donde tenía un amigo de allá que me iba a esperar en la terminal, y cuando vine no lo encontré. Dormí casi 15 días en la terminal de colectivos, y le pedía las viandas a los colectivos de larga distancia mientras buscaba trabajo", le confiesa Rodrigo a Pasta de Campeón.

Llegó con el bolso, $800 de una liquidación en el bolsillo y un celular que en esa época no tenía whattsapp y se manejó con eso como pudo hasta que la historia empezó a cambiar. "Después pude conseguir un lugar donde dormir, un trabajo y fui creciendo. Encontré otro laburo, y pude alquilar. No lo tome como algo malo, siempre fue sacrificada mi vida. Siempre trate de ver lo mejor de la situación. No tenía para volverme tampoco", recordó entre risas el boxeador de 36 años.

Maizares sabe que sus raíces están en el norte, y siempre vuelve porque no se olvida de donde salió pero además porque allá conoció el boxeo donde entrenaba en la esquina de su casa. "Siempre me gustaba pelear en la calle, y andaba haciendo macanas. Me metí al boxeo con 15 años porque decían que pagaba, como no trabajaba quería cobrar ese dinero. Por eso peleaba, para cobrar por pelea", admitió Maizares.

Sus inicios fueron con Aldo Ramos, y se consagró campeón salteño a nivel amateur, luego dejó un tiempo, y se vino al sur a buscar un futuro mejor. "Acá empecé el gimnasio de La Fabrica, donde estaba Martín Decima, Juan 'Moro' Fernández y empecé a bajar de peso porque no tenía intención de subir al ring. El 'viejo' me vio cuando había sparring los sábados en el gimnasio, y le gusto como peleaba. Me dijo que iba a volver a pelear, y se puso en la cabeza que tenía que ser profesional", expresó el boxeador.

Actualmente trabaja en una empresa petrolera pero no dejó el boxeo. Internamente sabe que queda hilo en el carretel, aunque no es fácil. "Entreno y trato de hacer doble turno. Hice buenas peleas y pude escalar en el ránking, y sin dudas que el título fue un sueño, no pensaba llegar a eso. Solo me gustaba pelear", remarcó.

Sobre su momento más glorioso en el deporte de los puños, Maizares expresó: "lo logré con mucho sacrificio, horas de gimnasio, y mucha responsabilidad. Cuando uno quiere algo tenés que ayudarlo para que llegue. Muchas horas fuera de mi casa, a la mañana tarde y noche sacrificando el tiempo de mi familia y metiéndolo al boxeo, eso no lo hace cualquiera. Los chicos de ahora el sacrificio no lo conocen. A mí nadie me regaló nada", afirmó el salteño.

Maizares junto con su equipo integrado por Juan y Eduardo Alvarado, "Toto" Campos y Martín Decima buscaban antes de la pandemia por el COVID-19 una chance por el título Argentino, pero todo se diluyó. Sin embargo, el objetivo sigue siendo el mismo: seguir creciendo en el boxeo, con humildad y sacrificio porque al salteño nadie le regaló nada.