El boxeador trelewense se radicó en Córdoba, piensa en su futuro arriba del cuadrilátero pero no oculta su costado de la fe con una vivencia difícil que le cambió su óptica. Hoy cambió su comodidad y zona de confort y sueña con su carrera profesional.

Todavía resuena el campanazo del final del sexto round en Berazategui, en la que Ezequiel Matthysse Jr y Sergio Carabajal -donde por fallo unánime-  el sobrino de Lucas, Soledad e hijo de Walter ganaría el combate en su combate más largo de su corta vida profesional.

El chubutense, que dejó como entrenador a Mario Narváez y ahora lo tiene a César Coronel, se afincó desde hace tres meses en la provincia de Córdoba y analiza su actualidad pugilística, en una charla que reproduce Diario Jornada.

“Fue buena para mí, salió todo bien, lo que vengo entrenando desde que llegué a Córdoba, contento de haber llegado a los 6 rounds es mi primera vez en el profesionalismo, llegué con el aire, me gustó que me mantuve tranquilo, no enloquecí como me pasó en mi segunda pelea que fui a lo loco, me comí una mano y pasó lo que pasó”, reconoce el sobrino de “La Máquina” Matthysse.

Matthysse Jr. frente a Carabajal en su último combate con victoria en Buenos Aires. Foto: Boxeo de Primera

Si bien pasa mucho tiempo alrededor de las redes sociales, “El niño terrible” deja esa faceta de un lado y piensa y analiza su carrera desde el propio suelo.

“Estoy en Córdoba hace tres meses y después de perder en mi segunda pelea estuvimos replanteando las cosas con mi mánager. Tenía que salir de Trelew, de la comodidad, me gusta estar con la familia y amigos, pero tenía que replantearme las cosas”, reconoció a corazón abierto.

“Vine por mi mente, por un montón de cosas, hasta ahora fue lo mejor que pude haber hecho y estamos preparándonos bien para lo que venga”, aseguró.

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Matthysse Jr. cuenta con un equipo nuevo está al comando de su representante, el reconocido Sampson Lewkowicz, quien “vive en Las Vegas y maneja todo de allá”. Además él tiene a su representante que el promotor del chubutense, Carlos Tello, quien vive en Córdoba.

“Mi entrenador ahora es César Coronel, con Mario Narváez está todo más que bien, pero yo quiero vivir de esto, me tuve que replantear para mi futuro y por eso este cambio de aire”, reconoció sin atajos.

El "click" en lo deportivo

La dura derrota del pasado 27 de noviembre de 2020 para el de Trelew ante Franco Morello, en la localidad cordobesa de La Calera, con un desbastador nocaut en el segundo round, tras un gran comienzo del asalto hizo que el púgil se diera cuenta de la falta de trabajo en su rincón y así decidió el cambio de aire.

“El problema que esté pasando en ese momento hay que dejarlo de lado arriba del ring, me tengo que enfocar 100% en la pelea, olvidarme de los problemas y técnicamente salir tranquilo, no enloquecerme, si veo que está medio sentido no ir a lo loco porque me puede jugar en contra, ser paciente. Mi entrenador me mantiene tranquilo, cada vez que iba a la esquina me serenaba”, reconoció con franqueza.

"Estaba con el agua al cuello hasta que conocí a Dios"

Con la sinceridad con la que el boxeador y que se lo puede ver a través de sus apariciones públicas, también se mostró genuino ante su relación con la fe y con la religión.

"Me encontré un día en las últimas, con el agua al cuello y me puse a rezar, fue un antes y un después en mi vida porque a partir de eso, todo cambió", afirmó.

“Tuve una experiencia con Dios cuando tenía 17 años, fue algo que me marcó la vida, un antes y un después, es algo muy lindo. Yo era un chico medio rebelde, andaba solo en Buenos Aires, pasaron muchas situaciones, estaba con el agua al cuello, decidí buscar a Dios y las cositas se fueron dando solas. Crep que él me fue poniendo las personas correctas en el camino, capaz alguno piensa que estoy loco, pero cuando yo digo que lo conocí hay gente que me entiende”, indicó en un diálogo con Cadena Tiempo reproducidas por Jornada.

El mal transe que afrontaba en ese entonces el púgil modificó su horizonte al sumergirse en la fe y en ese deseo de salir adelante.

“Yo estaba en un mal momento de mi vida, no sabía qué hacer, me imaginaba lo peor para mi vida, un día me arrodillé, no aguanté más y le empecé a pedir a Dios, llorando, de corazón, que me ayude, que yo iba a cambiar, y a los días ya me empezaron a pasar cosas raras y lindas en mi vida”, sostuvo.

“Te empieza a mover en serio, sé que hay alguien ayudándome, no es casualidad. Un entrenador que tenía en el gimnasio, tiene un hijo muy creyente que un día me habló de Dios y me enseñó un montón de cosas, era como que Dios me estaba hablando detrás de él y me daba las respuestas que yo necesitaba”, agregó.

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“Algo en mi interior no estaba bien, no podía conmigo mismo, y un poco el afuera también. Yo sabía que estaba haciendo mal las cosas, necesitaba a Dios sino no sabía cómo iba a terminar”, remarcó.

Por último, Matthysse Jr. valora el apoyo que siente con su fe y se meustra agradecido por la chance de seguir en busca de su sueño a través del boxeo.

“Siempre después de una pelea o en cada entrevista me van a escuchar darle gracias a Dios, siempre estoy agradecido”, admitió.

“Siento que voy por el camino correcto ahora, conozco a boxeadores que son disciplinados con el gimnasio, y buenos peleadores, pero en la vida son más descarrilados y por ahí me iba a pasar lo mismo, pero gracias a Dios estoy bien ahora”, cerró.