No es lo mismo despertar en la ciudad que madrugar en el campo. José Vargas lo sabe muy bien, y por eso cuando puede vuelve a sus pagos en la zona cordillerana.

El boxeador disfrutó de chico el campo, y por eso siempre vuelve. “Siempre me gustó eso de pibito, andar en el campo y recorrer de a caballo. En éstas vacaciones lo disfruté; llevé vacas de un cuadro a cuadro, las fui arreando”, le contó el púgil al sitio Piñas del Sur.

“Tuve que ir a una señalada. Cargamos como diez capones de 70 a 80 kilos que se fueron para Costa de Lepá. Ahí me encontré con el padre y el hermano de Daniel Alvar en la Estancia “Arroyo Pescado”, donde pasa el río Gualjaina”. En esa inmensidad, donde todo lo que existe es trabajo y rigor, manos callosas y cosas simples reconoce que está la “felicidad” auténtica. “Esquilar es otra cosa, eso es para los que saben. Muy difícil. Con el cuchillo?. Creo que ando bastante bien”, asegura sonriente.

El boxeador asegura que aprendió a carnear corderos y confiesa que "en el campo se pasan los mejores días, vida sana, tranquilidad. No hay conqué darle. Ahí no hay maldad y no se ve la delincuencia y los robos que se muestran todos los días en los noticieros”.

Sobre su temporada deportiva 2022 adelantó que “tengo que entrenar dura para levantar la racha y las dos derrotas que sufrí. Tocó perder pero fueron experiencias. Quiero tener buenos sparrings y poder pelear afuera. Hay que seguir en el camino; pelear por más títulos y cumplir mi sueño de pelear en el Luna Park”.