La atleta que representó por varios años a Comodoro Rivadavia y Chubut habló sobre su homenaje que se llevará a cabo el sábado 2 de noviembre.

Por Facundo Paredes (Dom - Diario Crónica)

La única carrera que Sandra disfrutó fue la primera. Era todo nuevo, no tenía que superar ninguna marca y el principal objetivo era la diversión, sin presiones, correr pura y exclusivamente por la experiencia. “Trotaba tres veces por semana en Rada Tilly. Un día me encontré con un grupo de mujeres trotando en la playa y me dijeron que se iban a anotar a la carrera de Crónica. Yo les conté que no estaba entrenada, nunca había corrido carreras largas. Me invitaron, querían que pruebe, entonces me anoté. Me llevaron y me mostraron el recorrido, pero después ya era gracioso, porque yo iba adelante y las esperaba a ellas. Me resultaba muy fácil, sin haber entrenado nunca fondo, les gané a todos e hice podio en la categoría 35-39, yo tenía 38 creo, no recuerdo bien. La carrera me pareció tan hermosa, era todo Comodoro en la calle y yo saludaba, palmeaba la mano con los conocidos. Fue fantástico, me encantó la gente, todo. Siempre le digo a Dick que es una carrera que espero con ansias, porque es una fiesta del atletismo”.

Así transitó Sandra la Corrida de Diario Crónica del 2000, hace 19 años. Pero su historia con la disciplina no comenzó ahí o, quizás, aquella carrera fue otro punto de partida para su gran trayectoria. Sandra nació en Buenos Aires y vivió desde chica en un departamento. Como era muy activa, sus papás la llevaban a las colonias habidas y por haber para que descargue su energía, luego, a los 6, fue a un club de empleados de comercio, donde había un señor que le gustaba mucho el atletismo y, por eso, comenzó a correr con él en la pista de 100 metros. A los 14 y tras una gran preparación en el Parque Chacabuco, Sandra fue campeona argentina en 100 y 200 metros.

  • ¿Cómo fue tu arribo a Comodoro Rivadavia?

  • Mi esposo nació en Comodoro, se fue a estudiar a Capital y se recibió de médico. Entró a trabajar como médico en el equipo de atletismo y ahí nos conocimos. Nos casamos y hace 44 años me trajo para acá, tuve mis tres hijas acá y los cuatro nietos varones.

  • ¿Acá continuaste con el atletismo?

  • A lo primero no. Paré, trotaba solamente para mantenerme físicamente. Después entré al INEF, me recibí como profesora de educación física y a partir de ahí retomé la actividad, pero dentro del instituto, no en competencias. Tampoco me imaginaba competir en las maratones ni en distancias largas, siempre fui velocista, la pista era lo que más me gustaba. Por eso me dediqué, ya recibida, a dar clases en los colegios, en las piletas, di muchos años natación, pero atletismo no. Al atletismo me lo guardo para mí -ríe-. También llevamos el hockey a Rada Tilly, fui una de las fundadoras del Náutico, porque yo quería que mis hijas practiquen un deporte en conjunto. No había nada en Rada Tilly. Me parecía interesante algo para nenas, había fútbol para varones, rugby para varones, pero nada para las nenas. Me acuerdo que armamos un equipito con mis tres hijas y otras amigas de ellas, así arrancamos, con un grupo de chiquititas que fueron creciendo.

  • ¿De qué manera fue tu inserción a las distancias largas?

  • En mi primera carrera de Crónica, sobre la llegada, me encontré con “Quique” Pilch, un profesor que tuve en el INEF y uno de los mejores entrenadores de atletismo que tuvo Comodoro. Él tenía un grupo de atletismo en el estadio municipal de Km3. Me preguntó: “¿qué hacés acá? Si vos sos velocista”. Yo le respondí que era la primera vez y que me había encantado. Cuando le conté que había hecho 57’ sin haber entrenado ni nada, me dijo que me quería el lunes en el estadio. No lo podía creer -risas-. A partir de ahí empecé a entrenar en serio, a tener metas, proponerme objetivos y pensar en carreras. Entré al circuito de Atletas Masters, que tienen los nacionales en todo el país. Al año siguiente comenzó todo.

  • ¿Te costó esa transición?

  • No, no. Me encantó, porque tenía al mejor entrenador, que ya lo conocía y era serio para trabajar.

  • ¿Sos estricta?

  • Sí, muy. Tomo muy en serio las cosas. Si me gusta algo, lo hago bien.

Simple, pero contundente. Además de estricta, Sandra Dulfano es energética, activa y lleva dentro la pieza clave de un deportista: la disciplina. Sin el compromiso, es imposible que las metas se cumplan. Sandra se lo tomó tan en serio, que la situación -junto a otros factores- la sobrepasó y perdió el rumbo del disfrute, lo esencial para llevar a cabo la actividad.

  • ¿Cómo es tu rutina?

  • Muchísimos años entrené todos los días, no tenía ningún día de descanso. Los siete días de la semana. Hace 6 años me di cuenta que necesitaba descansar un día, porque mi cuerpo estaba cansado y, por ende, venían muchas lesiones. Eso me pasó cuando entrené con gente que no me cuidaba, a ellos les interesaba que yo llegue a un nivel sin importarles mi salud y por eso me perjudicaba. Lograba marcas, sí, pero a costa de mi cuerpo, y no creo que la cosa sea así. No tenía sentido. Cambié la rutina. Si mi cuerpo me pide descanso, descanso, si no hago la marca que tengo que hacer, bueno, otra vez será.

  • ¿Cuál fue el llamado de atención?

  • Corrí un maratón (42 km) acá en Comodoro que fue mi mejor marca y después estuve un mes entero rengueando. No podía caminar. Todas esas cosas no valen la pena. Es decir, ese maratón sí valió la pena, porque hice mi mejor marca. Me lesioné 10 días antes de correrlo, por eso era lógico que después de correr 42, ya lesionada, termine así, pero bueno, ya está… la carrera que a mí más me gusta son los 42 kilómetros. Hice 8 nada más, yo sé, vos vas a decir que es un montón, pero no, me hubiera gustado hacer muchos más. Esas carreras me lesionaron, o sea no la carrera en sí, sino el entrenamiento, siempre, pero siempre, eh. Llegaba a un punto en donde estaba en el límite después de tres meses de preparación y no supe ver el momento en el que tenía que haber parado para llegar un poco más entera.

  • ¿Crees que fue por no tener un guía?

  • Sí, por haber tenido mucha exigencia. No en el caso de “Quique” Pilch, que era un visionario, un tipo muy inteligente. Después de él tuve uno o dos entrenadores que tenían más experiencia que conocimiento. Hoy en día se trabaja diferente, ahora estoy con Oscar San Juan. Cuando empecé con Oscar, hace 5 años, me costó tenerle confianza, porque él me decía “no necesitás más que esto”. Con él preparé mi última maratón en Buenos Aires, terminé entera, perfecta, no me pasó nada e hice mi récord en la categoría. En la preparación de esos 42 km., que fueron las primeras experiencias con Oscar, yo le decía: “bueno, Oscar. ¿Cuándo vamos a hacer 33 km.?” Porque siempre que preparé esa distancia, yo necesitaba hacer 33. Él me decía que no hacía falta hacer tanto kilometraje, porque yo ya estaba preparada. Esa fue la diferencia, él me cuidaba… Yo sé muchas cosas, ya que soy profesora, pero uno necesita que alguien de afuera te guíe, te indique un camino. Ya llevo 5 años con él y estoy muy agradecida. Tuve varios problemas de anemia, que es algo que arrastro de toda la vida, y realmente tuve dos años malísimos, estuve a punto de abandonar, y Oscar adaptaba mis entrenamientos para que continúe, me hizo sentir útil.

  • Sin conocerte, me doy cuenta que tu personalidad está a la vista. La carrera se gana con la cabeza, ¿no?

  • Es fundamental. Si sos débil de cabeza ante el primer problema abandonás. Hay que lucharla. Fijate que le encontraron el punto a mi anemia y este año estoy bárbara. Después en la carrera te pasa, eh. Los masters corren con colores de pantalón para identificar quién es de tu categoría, está muy bueno. En San Luis, cuando fui a correr los 21K, en la largada ya sabía quiénes eran mis contrincantes y a una ya la conocía. Cuando salimos, vi que esa atleta se fue y dije “uh, es muy buena”. Intenté seguirla, pero no era mi carrera, estaba fuera de mi ritmo. Llegué al kilómetro 5 y la tenía cerca, entonces cambié de ritmo y la pasé para ver qué tan buena era, automáticamente ella me pasó. Ahí me dije a mí misma: “vamos a ser inteligente y voy hacer mi carrera, después veré qué pasa”. Me concentré y seguí. A todo esto, yo la veía a 200 metros adelante. Si tu cabeza no te funciona, vos decís que ya está. Pasamos el kilómetro 14 y la seguía teniendo a 200 m, pensé que no la iba a poder alcanzar. Faltaban 7 km, entonces la empecé a achicar. Justo había una subida y, en el 16, ya la tenía ahí nomás. En un puesto de hidratación cambié el ritmo y la pasé. No me quería dar vuelta para ver si estaba cerca, era kilómetro por kilómetro. Yo decía “uno más, uno más, tengo que ganar”. Y bueno, gané la carrea y le saqué como 60 metros, por eso te digo… es muy importante la cabeza.

Sandra relata sus carreras con pasión, es difícil explicarlo con palabras, pero se puede resumir en un ejemplo. Cuando ganó sus últimos 42 Km. en Buenos Aires, se acalambró porque estuvo anémica, pero eso no la detuvo para batir el récord (3h 43m 32s) argentino en su categoría. “Cuando llegué a los últimos cuatro kilómetros, se los dediqué a mis cuatro nietos. El 38 fue por Lolo, el 39 por Francisco, el 40 por Ciro y el 41 para Marco. Iba mal, pero lo hice por ellos”. A sus 58 años, Sandra tendrá una carrera homenaje por su enorme trayectoria y por su aporte al deporte local.

  • ¿Cómo palpitás el 2 de noviembre? ¿Nervios, emoción, ansiedad?

  • La verdad es emocionante, no me lo esperaba. Me lo propuso el presidente de la Asociación Master. Me dijo que está bueno por todos los años que representé a Comodoro y a Chubut. Al principio le dije que parecía que me estaba retirando -ríe-. Estoy invitando a todos mis amigos para que la corran conmigo, para divertirnos y pasarla bien.

  • ¿Se viene el retiro o estás para más?

  • Me siento re bien. Es más, el año que viene voy a hacer los 42 en Buenos Aires. Lo quería hacer este año, pero mi entrenador, justamente por lo que te conté, me dijo que este año venía re bien y no había que estropearlo, para que el año que viene llegue de la mejor manera. Así que bueno, vamos por el 9°no.