Víctor Hugo Doria fue una de las personas que ideó la Comisión de Actividades Infantiles, un club que comenzó  como “un delirio” y terminó jugando B Nacional durante varios años. El “Gallego” comandó la CAI en la época dorada de este club y fue una de las personas claves para posicionar al “Azurro” como el “semillero patagónico”. Hoy, en Pasta de Campeón, recordó momentos y reveló el motivo de su despido.

Pero el amor es más fuerte, canta “Fito” Páez y el DT podría decir lo mismo. En la entrevista que PDC le realizó a Doria este martes, el entrenador habló de la Comisión de Actividades Infantiles como su “gran proyecto”, con el que pasó alegrías, victorias, ascensos, viajes, logros, decepciones, tristezas y una salida con pocas palabras y un telegrama de por medio.

Víctor recordó momentos gratos con el “Azurro”, desde jugadores hasta los entrenamientos que realizaban en la playa de Rada Tilly y en la cancha de Deportivo Portugués. De esta forma, la CAI, logró ascender a la B Nacional: entrenando en tierra.

¿Cómo arrancó tu proceso en la Comisión de Actividades Infantiles?

-La CAI fue una cosa muy grande de mi carrera, un poco casual porque yo vuelvo a Comodoro por una enfermedad de mi papa. Estaba en España pero volví para  echar una mano con lo de mi viejo y dejando la puerta abierta en Gijón porque ellos me querían allá.

A mi papa le dieron poco tiempo de vida y estuvo siete años. Ahí empezó el proyecto, primero como la escuela de Portugués, en donde tuvimos cerca de 300 chicos que nos superó totalmente. Estábamos en varios gimnasios y en distintas horas y cada vez había más hasta que conseguimos el liceo que fue un préstamo y bueno, luego decidimos arrancar con el otro proyecto.

Nosotros arrancamos como un club que apuntaba a las divisiones inferiores, pero  para afiliarnos nos pedían que tengamos una primera división, así que medio como pudimos comenzamos a armarla. Me traje a Macías, Montecino, Cardozo y Saldaño y bueno, después jugábamos con los chicos que en ese entonces eran Andrés Silvera, “Mumo” Peralta, Hugo Barrientos. Teníamos un equipazo.

Lograron muchas cosas en muy poco tiempo…

-Sí, fue todo muy rápido, se sube de categoría, me dejan a mí en la parte de los chicos, en la formación y vino Marcelo Fuentes para hacerse cargo de la primera que con él ascienden a la B Nacional. Luego, con las vueltas del futbol me tocaron estar en tiempos difíciles y tratando de apagar el incendio cuando se peleaba el descenso, safamos las tres veces. Pero tengo muy gratos recuerdos con todos los chicos.

Muchos de los jugadores que tuviste hicieron un gran recorrido futbolísitico, ¿seguís en contacto con ellos?

De vez en cuando me cruzo con alguno, me llaman, cada uno ha hecho su camino pero somos conscientes que hicimos una partecita de su carrera y yo me quedo con eso. Lo bueno fue que abrimos puertas a la Selección Argentina, venía Pékerman para vernos los chicos, eso nos daba una satisfacción muy grande.

Eso nos permitió tener acceso  los juveniles y siempre organizábamos amistosos en Buenos Aires. Hicimos un gran trabajo rastreando chicos por toda la zona patagónica, desde Ushuaia hasta La Pampa. Llegamos a tener 50 pensionados. Fue muy lindo.

¿Recordas algún momento en particular?

Me quedo con todo lo  bueno y lo que hicimos por los chicos. Estando ahí, laburando con Amado, con Pérez, Zalazar y Montesino teníamos un trabajo zonal muy bueno, cada vez que algún pollo salía o pintaba para que juegue en primera era un momento muy grato para nosotros.

Tanto es así que por ejemplo el “Colorado” Gil, que todo el mundo lo valoraba pero no lo quería porque era bajito, terminó jugando en primera división. Y yo lo tenía en mi casa porque más de una vez quiso dejar. Yo le decía que tenga paciencia y hoy todos sabemos dónde está.

El “Gallego” Doria es sinónimo de la CAI. En el “Azurro” realizó gran parte de su carrera y creció profesionalmente a la par de los chicos. Si bien a mediados de los ' 90 emigró unos años al Gijón y luego a San Lorenzo, volvió para continuar su proyecto en la ciudad petrolera. Pero en el 2010, el cartero golpeó la puerta de su casa y le entregó un telegrama de despido.

¿Por qué te despidieron, Víctor?

-Estamos en el 2018 y todavía nadie de la CAI salió a explicar el porqué del telegrama. Recuerdo que entrené a la mañana y a las dos y media de la tarde me encontré con esta noticia. Nunca tuve una palabra del presidente, que se escondió luego de despedirme. Con Peralta y Martínez eramos íntimos amigos, comíamos asados, nos íbamos a pescar y demás, pero bueno, habré pedido algo que me correspondía y como no me lo pudieron cumplir me despidieron.

Yo este proyecto lo he hecho con sacrificio y cariño. Siempre les dije que teníamos que tener una cancha de futbol y me decían que no y todavía no la tienen. Le pedimos prestados a todos, teníamos que hablar con todo el mundo para poder entrenar y así ascendimos, entrenando en tierra. Dejé todo ahí, pero no dieron la cara cuando me echaron.

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