"Chicho" Cardozo, la “miniatura” que llegó a la primera de Defensa y Justicia
En Comodoro Rivadavia hay un hincha que vivirá a flor de piel la final de esta tarde entre Lanús y Defensa y Justicia. Cardozo es nacido y criado en Florencio Varela, hizo todas las divisiones inferiores en el “Halcón” y jugó en la primera del club de su barrio. Hoy quiere proyectar con los juveniles y tratar de aportar su experiencia en la región.
Por Facundo Paredes
Este sábado, desde las 17 horas, Lanús y Defensa y Justicia jugarán la final de la Copa Sudamericana 2020 en el Estadio Mario Alberto Kempes, ubicado en la Ciudad de Córdoba. Ambos equipos argentinos irán en busca de la gloria eterna e intentarán darle una alegría a los barrios del sur del Gran Buenos Aires.
En uno de ellos nació y se crió Roberto “Chicho” Cardozo. El actual entrenador de Petroquímica de Comodoro Rivadavia se formó en el club de Florencio Varela, hizo todas las divisiones inferiores y cumplió el sueño de cualquier pibe ese barrio: llegar a la primera división del “Halcón”.
Pasta de Campeón se acercó hasta su casa de Kilómetro 8 para conocer esa historia, la de su primer amor en el fútbol, en la previa de la prometedora final de esta tarde.
- ¿Cómo comenzó tu historia con Defensa y Justicia?
- Sabíamos que había un club en el barrio, pero no sabíamos que estaba en AFA. Antonio “Peto” Zárate era captador de Defensa y nos vio en la canchita de tierra. Se acercó y nos preguntó si queríamos probarnos, éramos como 8 pibes que todos los días estábamos en el potrero. Yo tenía 10 años, era muy flaquito y parecía una miniatura, más chiquitito que ahora -ríe-. Fuimos a probarnos y quedamos tres. Me acuerdo que me preguntaron de qué jugaba y cómo era tímido le respondí que de 4. Mi virtud siempre fue la velocidad. Vieron que la salida era explosiva, entonces me consultaron si podía jugar arriba. Fui por derecha, porque antes se jugaba con tres delanteros: el 7, el 9 y el 11. Tuvimos una semana de prueba. Esa semana me cansé de tirar centros -ríe-. Después hablaron con mis padres y me ficharon. Fue una alegría inmensa quedar en el club de tu barrio, porque era simplemente eso. No era todo lo que es hoy. Asique fuimos a la AFA a hacernos todos los estudios y ahí comenzamos en novena. Después octava, séptima y así hasta llegar a primera.
- ¿Tomabas dimensión de que comenzaba el sueño de futbolista?
- Varela es un barrio pobre, humilde. Por eso yo me ponía contento por mis primeros viajes y me asombraba de los edificios cuando íbamos a jugar a Capital. O cuando íbamos a ver a la primera, que estaba en la D, y mirábamos a Darío Stefanutti y Juan Carlos Moles, que eran nuestros referentes. Pero no pensábamos mucho en eso, sólo queríamos jugar. Ya cuando empezábamos a andar bien y nos cruzábamos con los equipos grandes, ahí sí mirábamos al fútbol con otros ojos. A medida que Defensa iba ascendiendo, las inferiores iban mejorando. En cuarta división salimos campeones, le ganamos 2 a 1 a Huracán en cancha de Sacachispas. Eso fue la semifinal, ellos tenían al “Turco” Mohamed y a “Tete” Quiroz. Después, en la final, le ganamos a Almirante Brown. Ese equipo volaba. Al otro año nos llaman para el plantel de primera. Yo tenía 16 años. Me acuerdo patente cuando nos citaron: “Cantero, Cardozo y Ojeda tienen que hacer la pretemporada con primera en Juan Vucetich, en La Plata”.
- El sueño del pibe…
- Exactamente. Yo a los chicos de Petro les digo: ¿cuál es su sueño? ¿salir campeón en novena o llegar a primera? Alguno que otro me responde salir campeón en novena… se terminó tu sueño le respondo. Los chicos tienen que aspirar a llegar a primera, los campeonatos vienen con el tiempo, hay un camino. A nosotros recién nos tocó salir campeones en cuarta, imaginate.
- ¿Qué recordás de tu primera pretemporada?
- Ahí conocimos el triple turno -ríe-. No sabíamos lo que era. También cambiamos la alimentación, me acuerdo que nos cagaron a pedo por no desayunar y comer cualquier cosa. El entrenador era Jorge Castelli. Pero no todo era bueno, también estaba lo malo. El fútbol tiene el lado oscuro de las drogas y la joda. Tenés todo al alcance de la mano, después vos elegís.
- ¿Cómo fue tu debut en primera?
- Fue a los 18 años contra Tigre por la primera fecha de la B Nacional. Me acuerdo que nos citaron a las 13.30 en la cancha de Defensa, porque en ese tiempo no se concentraba. De la emoción que tenía, me fui a las 12 a esperar el 500 -ríe-. Eran solo 20 cuadras, pero yo quería llegar primero. Cuando llegaron todos, el técnico (Castelli) me dijo que entraba de titular. Yo no entendía nada, porque iba a ser suplente, ya tenía la camiseta 16. Lo que pasó es que no llegó el transfer del punta titular. Encima era la primera fecha, no caía mientras me cambiaba. Todos los viejos me apoyaron igual. Jugué bien, me acuerdo que me pusieron 7 puntos en El Gráfico, pero lo malo fue que perdimos 1 a 0.
- ¿Continuaste como titular o fuiste al banco durante ese torneo?
- Después, en la segunda fecha, viajamos a Tucumán para jugar contra Atlético. Fui de titular. En la tercera también. Después ya comencé a ir al banco porque no convertí goles. Muchos llegan, pero la cuestión es mantenerse. Ahí entendí que por más bien que juegues, tenés que hacer goles. Además de que tu familia te apoye y el entorno del jugador esté bien. Yo entregué todo, esa fue mi máxima satisfacción, llegar a la primera división del club de mi barrio, de mis amores. Después quedé libre y me fui a Atlanta. Ahí estuve un año, donde también me dejaron libre, hasta que a las semanas apareció Víctor Doria. Yo estaba entrenando en Núñez, en el predio de Defensores de Belgrano. Doria fue con Tocalli a ver jugadores para llevarlos a Petroquímica. Fue el 15 de agosto de 1990, siempre me acuerdo la fecha. Después me contaron que a Doria le gustaba el “petizo morochito”. A los días nos encontramos con Pablo Balbuena y Alejandro Morán en Congreso y nos tomamos el colectivo para Comodoro Rivadavia.
- ¿Actualmente cuál es tu relación con Defensa y Justicia?
- Siempre estoy en contacto con el club, porque dejé muchas amistades y compañeros. Cuando Doria estaba de coordinador, iba a los entrenamientos y a las pruebas de jugadores para ver cómo trabajaba Víctor. Él elegía a 1 jugador de 100. Y ese jugador llegaba. Un genio. Cada vez que vuelvo voy a la cancha y a los entrenamientos. También tengo compañeros que trabajan en el club, como el utilero, que jugamos juntos. Él me regaló esta camiseta cuando Defensa vino a Comodoro a jugar contra la CAI. La idea a futuro es tener un plan de trabajo y llevar a jugadores de acá para allá para que se prueben. El club está creciendo mucho, ya son super profesionales y eso me pone muy contento, porque yo conozco y viví el crecimiento desde la D hasta la Primera.
- ¿Cómo ves al “Halcón” para la final de esta tarde?
- Muy bien. Defensa logró una identidad de juego y eso no se consigue de un día para otro. A Crespo le sirvió la derrota en Brasil cuando nos quedamos afuera. A partir de ahí el equipo maduró y se levantó. Siempre veo a Defensa, es el club de mi barrio. Espero que hoy el equipo le dé una alegría inmensa a toda la localidad de Florencio Varela.
Finalizada la entrevista, "Chicho" se dirige hacia su habitación y se cambia para la sesión de fotos. No pasan ni tres minutos y aparece con la camiseta y un short de Defensa y Justicia. Sonríe. No puede ocultar la emoción, la misma que tuvo cuando esperó el 500 para llegar primero al partido de su debut.