Luego de 19 años en la Liga de Fútbol de Comodoro Rivadavia, y de vestir las camisetas de Jorge Newbery, Deportivo Roca, Deportivo Portugués, Universitario, Próspero Palazzo y San Martín, llegó el momento del retiro para el delantero que nació hace 35 años. Hizo las formativas en el desaparecido Ceferino, y tiene un paso por las divisiones inferiores de Boca y Lanús donde fue campeón en Sexta división. En el fútbol comodorense anotó 165 goles, y uno en contra. El "Tanque" se sacó el casete y habló de todo.

Por Carlos Álvarez (El Patagónico)

Diego Arismendi confirmó su retiro en el fútbol oficial de Comodoro Rivadavia, luego de lograr el ascenso histórico con San Martín a la segunda categoría del fútbol comodorense. Era algo que venía meditando desde que comenzó la temporada 2019, pero con el ascenso frente a Manantiales Behr de Ciudadela se terminó de convencer. El trabajo en el campo pesa, ya no tiene 14 años como cuando debutó con la camiseta del “Lobo” y el cuerpo ya no es el mismo.

El “Tanque” será recordado por los 165 goles con diferentes camisetas, y ahora ya piensa en el fútbol de veteranos. Es uno de los privilegiados que llegó a estar en las categorías formativas en Buenos Aires, en Boca y en Lanús y por cosas del destino regresó a Comodoro.

Diego abrió las puertas a El Patagónico, y en el sillón de su casa están las camisetas de Roca, de Ferrocarril del Estado, de Deportivo Portugués y una de San Martín de entrenamiento. Tiene ascensos con Roca, Portugués, Ferro y el último con el “Santo”, que marcó el retiro oficial. Respira fútbol el “Tanque”. Sobre la mesa hay dos carpetas con recortes de diario de cada una etapa que vivió y disfrutó al máximo.

Abre y convida la primera lata de cerveza de varias para charlar sobre fútbol, sueños, goles, amigos y de la vida. Tiene ganas de hablar, y se le nota. “Cuando ascendimos la semana pasada, la cabeza me hizo click recién en el vestuario. Cuando ganamos en los penales busqué a mi señora, a mi hija, a mi viejo pero cuando me empecé a cambiar en los vestuarios me pintó el lagrimón. Ya está. Ya lo tenía meditado, y es el momento de alejarse. De lunes a jueves llego a mi casa a las 8 de la tarde y de ahí me iba a entrenar dejando a mi hija y mi señora muchas horas. Por eso, ya es una decisión tomada. Me voy a veteranos a jugar en Roca donde todo será diferente”, confesó el goleador.

Son muchos momentos, muchos clubes, amistades y goles que quiere recordar y guardar para siempre. Como las dos carpetas que tiene con recortes de diarios de casi toda su época. Habla del debut en Primera y lo nombra a Carlos Rodrigues como uno de los técnicos que más le aportó a su carrera deportiva y también a Hugo Cárdenas en su paso por Ferro.

“Yo comencé en Ceferino, ahí hice 7ma y Reserva pero no llegué a jugar en Primera. A Jorge Newbery me lleva Miguel Espinoza con 14 años. Ahí debuté con Carlos Rodrigues en un clásico en cancha de Huracán, donde ganamos 1-0. Faltaban creo que 10 minutos, y el camperón me quedaba casi por los tobillos. Entré y me acuerdo que la primera pelota me marca Juanito Velázquez. La paro y escucho que me dice: ‘me pasas pendejo y te rompo todo’. Ahí nomás jugué la pelota para atrás”, admite y larga la carcajada.

Sin dudas que Roca tiene un lugar especial en su corazón, y por eso si bien es difícil, el “Tanque” elige la etapa en ese club para poner en un cuadrito donde logró varios títulos, y no por nada irá a defender esa casaca en veteranos. “De todas las etapas del fútbol comodorense, me quedo con la etapa de ascenso de Roca, esa me marcó. De ahí me fui a Newbery, y me sentí importante. Después rescato el paso en Ferro que logramos el ascenso después de 6 años. Y este último año en San Martín también es especial porque ya sabía que era mi última etapa, mi último año. Gracias a Dios me pude retirar en la gloria. Me voy bien, nadie me puede decir nada”, explica mientras observa dónde están los cigarrillos.

Tuvo compañeros de área importantes que han hecho goles casi a la par suya, y no titubea. El delantero asegura con convicción -como en el área a la hora de definir- que su mejor compañero fue Mario Seguel. “Casi de memoria jugábamos, en la etapa de Roca era algo terrible. No era egoísta, me ayudaba para que haga mis goles, a la semana siguiente los hacía él. También con el ‘mono’ Bellido y Angelo Flores me sentí muy cómodo también”, reconoce.

LA ‘RATEADA’, LAS INFERIORES EN LANUS Y SIN LA TECNOLOGIA ACTUAL

El fútbol en la vida de Diego Arismendi es casi todo. La historia la comenzó a escribir a los 14 y tuvo la suerte de probarse en equipos de Buenos Aires y quedar. Todo comenzó con una ‘rateada’ de la escuela técnica para una prueba “Granate” en el estadio municipal de Kilómetro 3. “A mí de Newbery me habían avisado para que vaya, pero tenía que ir a la escuela. No lo dudé, y me ratee. No entré y me fui a probar. Al terminar el entrenamiento me dijeron que tenía que ir al otro día que era sábado, y ahí tuve que blanquearle a mi viejo que no había ido a la escuela”, recuerda sonriente.

El “Tanque” es feliz hablando de fútbol, y comparte recuerdos con lujos de detalle de esos años de juventud donde solo importaba ir detrás de una pelota y romper redes. El sueño de jugar y llegar a Primera en Buenos Aires no fue sencillo. Estar solo pesó mucho, y extrañar la familia también hizo su parte pero no se queja. “Me quedé dos años en Lanús. El primero me volví en junio por seis meses y me volvieron a llamar. Alterné en Reserva, con el “Pulpo” Belloso y con el “Ogro” Fabiani”, confiesa mientras saca el aire del cigarrillo.

La historia de Arismendi, como la de tantas de los chicos del interior no tuvo final feliz en el club “Granate”. El “Tanque” tenía representante y al quedar libre, todo cambió. “Me iba a ir a otro club y me quedé sin representante. Se tomó el palo, y de ahí ya me quedé en Comodoro. Es difícil estar en Buenos Aires, no es tan sencillo cuando sos pibe. En esa época no había celular, tenía que ir a la casa de una señora que tenía el teléfono pinchado y ella marcaba para Comodoro Rivadavia y recién escuchar la voz de mi vieja”, aclara.

Pasaron casi 20 años de esa época, y mirando los que llegaron asegura que “de ese equipo que salió campeón en 6ta. división, de los once llegaron nueve a Primera división. Gioda, Ramírez, Marcos Aguirre, Ledesma, Paparatto. Yo creo que si me quedaba, llegaba a Primera. Lanús hacía una selección de las formativas, y estaba en Reserva, pero me tuve que volver”, explica el delantero.

Llega su hija Priscila con su señora Débora, y los ojos se le iluminan al abrazar a la pequeña de 6 años. Sus hijas es lo más preciado que el delantero tiene y lo demuestran sus tatuajes en ambos brazos. La pregunta parecía sencilla, pero para el delantero fue más complicada que dominar la pelota un día de viento en las canchas de tierra en Comodoro. Qué es el fútbol para vos? pasaron casi diez segundos hasta que con la voz quebrada y los ojos vidriosos confesó: “después de mis hijas Lara y Priscila, el fútbol es todo. Si llega haber otra vida, yo quiero volver a jugar a la pelota”. Si desde los 5 años andaba atrás de la pelota cuando jugaba su viejo en el club 30 de Octubre y él se metía a la cancha y lo tenían que sacar. “La pelota es lo más lindo que te puede pasar. Es como mi tercer hijo. Es muy importante. Cuando tenía 30 años, en la época de lluvia no poder jugar, me hacía muy mal. Me sentía mal entrenar y no poder jugar. Fueron casi dos meses. Me daba mucha bronca”, recuerda Arismendi.

Sin dudas, que el fútbol no es solo recordar alegrías. También tuvo momentos feos, y también algunos incómodos como el que vivió en el vestuario de Jorge Newbery siendo más joven. “En el fútbol igual me tocó vivir momentos feos. Cuando perdimos con Huracán jugando para Newbery, y ese año el ‘Globo’ salió campeón. Mi familia es de Newbery. Y cuando llegué de Roca al club llegue en mi mejor momento y jugué de titular. Entrar a la cancha y ver las dos tribunas fue algo tremendo, como jugar en Buenos Aires. Me tocó vivir momentos feos, donde la gente me amenazó, y no me sentía bien con eso que pasó. También pasaron cosas en el vestuario que no me gustaron. Gente que antes de salir a la cancha no tenían la plata y no querían salir a jugar. Te lo juro por mi hija. A mi Alfredo Lanezán en ese momento me ofreció plata pero yo no quise. Jamás cobré en ningún club. Siempre intenté aportar a los clubes porque tengo mi laburo y no tengo esa necesidad. Yo juego por amor al club. Y en ese momento, lo que viví fue muy feo. Cuando fuimos a Gaiman, había estrellitas que iban a un hotel. Nosotros fuimos a un albergue donde las cucarachas pasaban por arriba de las cuchetas, y algunos se pensaban más que el resto. Eso para mí no era un equipo”, explicó Arismendi quien no quiso dar nombres pero si dar a conocer que no todo es color de rosa cuando uno juega a la pelota.

Diego dejó su huella en cada una de las instituciones que estuvo. En cada club aportó sacrificio, humildad y goles. Con 165 goles y uno en contra cerró el capítulo en el fútbol oficial, pero un delantero de esas características promete comenzar a escribir una nueva historia en el fútbol de veteranos de Comodoro Rivadavia.

EL ONCE IDEAL CON AMIGOS

Fernando Paredes al arco, “Kity” Rementería, “Coco” Barrientos, Leo Rementería y Cristian Miaich en el fondo, “Coco” Gaitán, Matías Soto, Juan Cabrera y el “Mono” Bellido. Arriba Mario Seguel y Angelo Flores.

TRES DE 165 GOLES

- El primero que anoté en mi carrera fue a General Saavedra en cancha de Newbery. Entré por Pablo Loncón al comienzo del segundo tiempo.

- El segundo gol para mí es el número 100 de mi carrera. Jugando para Roca fue de mitad de cancha. Mariano Viegas Bordeira saca mal y la paro de pecho. Mira de reojo, y le pegué desde el círculo central.

- El tercer gol, por el momento y por lo que viví ahí fue en la final con Rada Tilly. Me queda de zurda, y anote el 2-1 que sirvió para subir a la categoría B.