Coco Gaitán, el twist del pibe
Jorge Gaitán recibió a Pasta de Campeón en su departamento de Puerto Madryn. El pibe de barrio que deslumbró a Comodoro Rivadavia repasó sus interminables viajes en colectivos para ir a entrenar, las locuras dentro de la cancha, los momentos de tensión que vivió en Cipolletti y contó cómo atraviesa su actualidad en el conjunto que dirige Jorge "Chopi" Izquierdo.
Por Facundo Paredes
Coco juega como la música que escucha. Sí, parece una locura, pero si uno observa detenidamente cómo se desempeña en el uno contra uno, notará que mira fijo a su rival y mueve el cuerpo entero, desde los pies hasta los brazos, aunque la pelota esté inmovilizada en la tierra o en el césped. Es eléctrico, activo, desafiante y atrevido. O al menos ese es el Coco que vio el fútbol comodorense, asombrado por sus bicicletas y amagues que desencadenaba a los defensores. El twist del pibe, como la canción de La Renga.
El twist es un baile de rock and roll que surgió a fines de la década del cincuenta y se popularizó a principios de los sesenta. Las parejas no se tocan, se miran fijamente y las caderas de ambos están en constante movimiento, manteniendo los talones en medias puntas, desplazándose hacia adelante, atrás y los costados. Si uno busca el baile en YouTube (recomendamos hacerlo para que se entienda el concepto) y lo compara con Gaitán dentro de la cancha, no encontrará diferencias. ¿Cuál es el género musical favorito de Gaitán? El rock. ¿Coincidencia? No creo. El fútbol no sólo se juega en un rectángulo de 110 metros de largo por 75 metros de ancho.
Ya pasaron cuatro años, casi cinco, desde que Jorge Gaitán emigró de Comodoro Rivadavia. En este 2019 ni siquiera pisó la ciudad del viento, ya que pasó todo el verano con un kinesiólogo en Puerto Madryn para recuperarse de su lesión en los dos isquiotibiales. Actualmente juega en Deportivo Madryn, uno de los protagonistas del Torneo Federal A que, si continúa creciendo a este paso, no es extraño que en un par de años ascienda a la Primera Nacional.
El juego de Gaitán cambió, se amoldó y maduró, pero no perdió la esencia ni el barrio que lleva adentro.
- Te conocí en un Petroquímica – Huracán en Km8, donde metiste dos goles, la pisaste todo el partido y fuiste la figura. ¿Lo recordás?
- (silencio y risas) ¿Cuándo le grité los goles a la hinchada? Me acuerdo que los de la 194 habían saltado por atrás del arco y me cagaban a puteadas, porque todos los del 8 me conocían, sabían que yo era del 5. No me olvido más, “Culin” Bahamonde me pegó una patada en el hombro, en el hombro, eh. Nunca me habían pegado una patada arriba de la cintura. Yo era un pibito y él estaba enorme para pelearlo, pero quedó ahí -ríe-. Ese partido fue un quilombo, no me lo voy a olvidar más.
- ¿Tus inicios fueron en Ferro?
- No, en la CAI. Lo que pasó en Ferro es que una vez, cuando tenía 7 años, yo jugué para la novena y todavía me faltaban tres años para esa división. La cuestión es que jugamos contra la CAI, perdimos 13 a 0 y fui el único que pateó al arco y justo la pelota pegó en el palo… ¿entendés? Y quedó ahí. Después empecé en la escuelita municipal de Km5 con Fernando Mateeff, en la 93, con esa categoría ganamos en todos lados. Petrolito, Cementito, todos los torneos. “Beto” Bellido me vio en el Cementito y fue a hablar con mis viejos para que vaya a la CAI, entonces fui a la escuelita uno o dos años y después ya arranqué en la pre novena, luego novena, octava un par de partidos y no quise ir más, porque empecé en el TAE en séptimo grado. Iba al colegio desde las 7 AM hasta el mediodía, me quedaba una hora ahí, porque tenía administración de empresa de 13 a 14 y de la escuela me iba en colectivo hasta el club, donde el entrenamiento arrancaba tipo 15/15.30. Cuando terminaba me tenía que ir hasta Km5 en colectivo, estuve cinco meses así, hasta que me fundió. Muchas veces me quedaba dormido en el colectivo y me levantaba el chofer en las 1.008. No quise ir más, por eso a los 14 me fui a Ferro. De estúpido, me hubiese quedado en la CAI, pero ya no daba más y esas cosas no las ves cuando sos chico. A los 14 o 15 debuté, ascendimos a primera y jugué un año en Ferro, porque era lo que más quería, soy muy hincha de Ferro, vivo a una cuadra y un baldío de la cancha, imagínate.
- Después tuviste un paso por Huracán y volviste a CAI, hasta que te fuiste a Cipolletti. ¿Cómo fue ese salto? Fue el primer club fuera de Comodoro…
- “Cipo” es el mejor club de la Patagonia, lejos. Por donde lo mires: infraestructura, organización, historia, una ciudad re contra futbolera. Yo llegué el primer día y me dieron un bolso lleno de ropa y sólo era de entrenamiento, no entendía nada. Todos te conocían, están todos con las camisetas, el club tiene una tienda oficial con todo lo que se te ocurra, desde un pendrive, mates, bombillas, hasta la indumentaria oficial.
- En Cipolletti picaste un penal decisivo y lo erraste. Tu actitud generó un revuelo importante. Hubo gente que te criticó, otros te defendieron, ¿qué se te cruzaba por la cabeza en ese momento?
- Quedó todo mal. Hoy en día lo sigo bancando, olvídate. El tema fue así, el único penal que pateé en Cipolletti me lo atajó Leguiza, que estaba en Madryn. Al otro año empezamos a ir a los cruces, entonces me quedaba en los entrenamientos a practicar penales con Matías Alasia, nuestro aquero que era un especialista. Abría el pie y no me salía, la quería poner al lado del palo. Así que decidí picarla. Ya la había picado en un clásico contra Newbery y había salido todo bien…
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- ¿Crees que tu forma de jugar te jugó en contra? Porque sos atrevido y te gusta mostrar la pelota.
- No lo veo desde ese lado. La única vez que hice algo de mala leche fue contra Newbery, íbamos ganando 3 a 1 y ya terminaba el partido, pero porque ellos nos habían goleado la vez anterior, el 9 de ellos pasó al arquero y entró caminando al arco, canchereó la situación, entonces yo me había quedado con la vena. Si no hubiese pasado eso, no la picaba. Y con respecto a eso de mostrar la pelota creo que lo fui perdiendo con el tiempo, de pibe sí era así. Hoy en día el juego es más rápido y tenerla mucho tiempo a veces te sirve, pero muchas veces no. Tenés que ser más inteligente y pensar antes de que te llegue la pelota, porque te comen, es una categoría que te come. El partido que hicimos contra Olimpo (Deportivo Madryn ganó 2 a 0 en Bahía Blanca) fue excelente, no le dimos chance a nada, mis compañeros volaban, yo fui al banco y no entré. Pero como te digo, se emparejó bastante y tenés que estar al taco.
Sin dudas que ese penal marcó la carrera de Gaitán. Luego de la eliminación ante Gimnasia de Mendoza, un grupo de violentos fue hasta la casa del comodorense a amenazarlo. “Fue un grupo de hinchas que lamentablemente vinieron, se juntaron en la puerta de entrada e insultaron. Llegó la Policía y se fueron, no alcanzaron ni a arrojar piedras, ni a rayar nada. Fue más que nada el susto”, expresó Gaitán en LMNeuquen luego del episodio.
Coco no esquiva. En su departamento de Puerto Madryn con mates y medialunas, cuenta sus sensaciones y diferencia los hechos, sabe que si hubiera metido ese penal, la historia era otra. Se queda con lo bueno, el apoyo de los hinchas y mantiene su postura. Luego de la salida en Cipolletti, el comodorense pasó a Ferro de General Pico, donde no tuvo mucha continuidad y, por eso, arribó al “Aurinegro” chubutense en 2018.
- El “Pity” Murúa te recibió en Deportivo Madryn, ¿no?
- Exacto, estuvo seis meses, se fue y después vino Jorge (Izquierdo).
- ¿Ya lo conocías al “Pity”?
- No, lo tenía de Comodoro, pero lo terminás conociendo, por más que no lo conozcas. Por compañeros, gente amiga, ya sabés como tenés que ir a…
- ¿Es verdad que está loco por el fútbol?
- Entero -ríe-. Laburador como él solo, pero lo terminás queriendo.
- Ahora en Madryn noto que un partido sos titular y al otro vas al banco o por ahí ni te citan. ¿Qué explicación le encontrás a esta irregularidad?
- El año pasado, luego del desgarro de los dos isquio no me fui de vacaciones y me quedé acá con el kinesiólogo. Hice la recuperación, empezamos la pretemporada y yo la arranqué mal, porque todavía sentía una carga de la lesión. En los amistosos no jugaba para los titulares, no jugaba, no jugaba y no jugaba. Sin embargo, la última semana previa al debut me probó entre los once y empecé el torneo de titular. Fue con Camioneros, empatamos 0 a 0 y anduve mal, falta de ritmo, no jugaba como hace seis meses. Jorge me sacó y no jugué más, hasta el partido con Estudiantes de San Luis, que tampoco anduve bien. Reconozco que no estoy en mi nivel.
- ¿Y cómo te maquina la cabeza?
- Y… a veces te tira para atrás. Uno lo que más quiere es jugar. Pero esto te sirve para mejorar, porque hoy en día es así, más en estos planteles largos y con buenos jugadores. Si te bajoneás, fuiste. No jugás más. Tenés que estar metido, entrenar al 100% y cuando te toca, aprovecharlo. A mi me tocó y no pude aprovecharlo. No me sentí bien. Y así como entraste, saliste.
- Capaz que dentro de dos fines de semanas jugás bien y cambia. ¿Es así o no?
- Claro, es así. Tenés que estar al saque todo el tiempo. Eso lo sentí cuando me fui de la CAI, el competir por un puesto. Cuando llegué a la CAI, me encontré con no haber debutado en el Federal B a debutar en el Federal A, así de la nada, y encima como titular. En cinco meses estaba jugando una semifinal en Mendoza con 10.000 personas, yo no lo podía creer. Mi suplente era Brian Orosco, que Orosco es un jugadorazo, hoy está en el Nacional B (Villa Dálmine), pero en ese tiempo tenía 17 años y no estaba maduro. Yo sabía que era el titular. Y cuando me fui a Cipolletti no pasaba eso. Si te dormías un poquito… tenía compañeros que habían estado en las selecciones juveniles, otros que habían jugado el Nacional B. Por eso en “Cipo” crecí un montón, tuve otro roce distinto al de Comodoro. Te digo la verdad, mi pensamiento en Comodoro era jugar en Huracán y conseguir trabajo en el petróleo.
- ¿Y mirás el lado bueno de esta categoría? Es decir, ahora con los streaming y redes sociales te ve todo el mundo, es una gran ventana.
- Si quiero una oportunidad en otra categoría, primero tengo que hacer las cosas bien acá. No es que las estoy haciendo mal, sino que me está costando. El torneo pasado había agarrado ritmo y me lesioné, en un punto fue porque me apuré y el otro punto por la cabeza, estábamos jugando cruce y quería jugarlo a toda costa. Yo sé que puedo jugar en otra categoría, porque te terminás amoldando al nivel en que jugás. Si hoy en día vuelvo a Comodoro, no juego más el Federal A, porque te amoldás. Entrenás como vos jugás. Por más que ahora no esté jugando, entreno en un nivel profesional, compito con jugadores que vinieron de Nacional B, nos dicen cómo alimentarnos, no está nada improvisado, el show está todo armado. Igual no es todo el Federal A así, eh. Por suerte me tocaron clubes excelentes. Después de Comodoro me fui a Cipolletti, un club de Nacional B tranquilamente. Tengo que hacer las cosas bien acá y después veré si llega una oportunidad.
- ¿Está atrasado el fútbol comodorense?
- No sé si estoy para dar una opinión del fútbol de Comodoro, porque hace mucho que estoy afuera. Pero la gente de Comodoro es muy futbolera, eso no lo vi en ningún otro lado, y La Liga tendría que cuidar mucho eso. Porque a pesar de la desorganización, la gente sigue yendo a la cancha. En Cipolletti me di cuenta de eso, me sorprendía y me preguntaba cómo Huracán y Newbery no están más arriba. Son clubes con un montón de gente. Huracán tiene que ser un club de Federal A y grande. Por gente, por historia, es como Cipolletti. Ves que arranca y se queda en el camino...
- ¿Cómo te cayó el descenso de Ferro?
- No me cae mal, institucionalmente estaban haciendo las cosas mal. No sé cómo está ahora. Creo que Ferro, USMA, Palazzo, Laprida, Nueva Generación, esos clubes, tienen que ser más social que deportivo. En Ferro, ¿quién te va a venir a reclamar que tenés que ser campeón del Argentino C? Nadie. Tenés que cumplir un rol social, sacar todo lo malo y que crezca el club. En el 5, el 80% es de Ferro y los papás de Ferro llevan a sus hijos a entrenar a USMA. Mi hermano juega en USMA. Hace 80 años mi familia es de Ferro. No es lo mismo entrenar y caerte en la tierra que irte a dos cuadras y jugar en césped sintético. En USMA tenés kinesiólogos, profesores, está veinte pasos adelante, es un club modelo. Ferro tiene que apuntar a eso, que vuelva la familia, porque al fin y al cabo siempre somos los mismos.
La personalidad lo es todo, más allá de la habilidad. A Gaitán se lo nota fuerte en lo anímico, se apoya en su mujer e hija de un año y tres meses. Aunque no tenga continuidad, sabe que si baila twist dentro de la cancha como lo hacía en Comodoro, la oportunidad llegará. "Si el destino lo tiene planeado, echada estaba su suerte", canta "Chizzo" Nápoli, pero el Coco no cree en el destino, aunque se contradiga con la banda que tiene tatuada en la piel, porque el camino está en sus pies, en sus caderas y, principalmente, en su cabeza.