Los padres, abuelos, tíos y colaboradores en cada club ayudaron a darle identidad al deporte de Comodoro Rivadavia en todas las disciplinas desde los comienzos. En PDC recordamos a “Don Pedro”, parte de la historia de Unión San Martín Azcuénaga y de uno de los tantos barrios de la ciudad donde se respira deporte.

Pedro Irineo Maza, así rezaba el documento de este riojano, “intruso”, como le gustaba decir que era y que fue la cabeza de una familia afincada en Kilómetro 5 y de corazón “Patricio”, pues vivía al frente de la cancha de Usma.

Por esas cosas de la vida, la familia Maza se identificó con el “Patricio”, pues grandes futbolistas, pero colaboradores y colaboradoras de corazón fueron y son parte de la familia de este club,  que a lo largo de sus más de 80 años siempre salieron adelante ante cualquier objetivo.

Tal vez, el más lindo fue el de la contención a niños y jóvenes que pasaron y siguen transitando las calles ahora asfaltadas, pero que viven y vivieron –como en muchas instituciones- del vaso de jugo, de la torta frita, del pan casero y de la caricia del alma que jamás se olvida.

Don Maza, colaborador que echó raíces de amor en Kilómetro 5

Pedro fue quien sembró la mayoría de los árboles del hoy “Armando Avila” dentro y alrededor de la cancha, pero además por hombre inquieto y norteño laburador plantó las filas de árboles desde su casa hasta la ruta.

Fue albañil, jardinero, carpintero, soldador, y cuanta otra destreza supo descubrir para lograr sus objetivos, con una sonrisa de abuelo tierno, mirada cansada de su vida dedicada al “laburo”, contra del frío, nieve y una voz calma que lo pintaba tal cual pues fue: abuelo, padre, tío y vecino.

Doña Antonia fue su gran ladera y compañera con quien forjó su familia, él se jubiló en Río Gallegos, pero decidió regresar al terruño que había descubierto en los 70, tal vez para mejorar el lugar, aquel que hoy se inmortaliza como “Espacio Verde Pedro Irineo Maza”.

"No había nada, incluso cuando USMA hizo el paredón, cortaron una huella que salía a la División de YPF y era todo mata ", le dijo a Diario Crónica allá por 2011, en una nota donde contó parte de su historia de vida.

Espacio verde eterno

Don Maza sufría porque con la obra del paredón perimetral del club vecino le quitaba visión desde la puerta de su casa, le dijo a su esposa que haría la calle y se salió con la suya.

Tres camionadas de ripió le pidió a la Municipalidad y comenzó su labor como en el norte, a fuerza de carretilla y pala de punta o cuadrada, como si “atajara” el agua de la acequia en su pago, con el objetivo de crear un lugar más que especial que perdura con esa fuerza de “cacique” como su familia lo recuerda, además de amor y muchas sonrisas.

Él solo emparejó el camino, decidió sembrar lo que sería el parque, para el cual primero plantó arbolitos, después le dio la forma de una plazoleta con césped. No conforme con ello juntó caños y hasta los arrastró para pintarlos donde finalmente: “le di forma de placita".

En el medio, se lo podía ver regando en momentos donde nadie pisaba la vieja cancha de tierra de Usma, en cualquiera de sus estaciones, con su abrigo, como cuando se escapaba para ver a los chicos de inferiores o a la primera.

Su cariño y simpatía la complementaba con actos, como un abuelo tierno cuanto niño se le acercaba a saludarlo, él le regalaba un “caramelito” como muestra de afecto y cariño hacia los pibes del club.

Él firme cambiaba la manguera. "Lleva trabajo, hay que estar todos los días cortando el césped, regando, corrigiendo las plantitas que se van torciendo por el viento y todas esas cosas", decía con su acento indeleble riojano que nunca se le alejó a pesar de los años.

Don Maza, colaborador que echó raíces de amor en Kilómetro 5

Su distracción preferida era la de cuidar las plantitas, con el pulso de un orfebre y una atención digna de realzar con el esfuerzo que realizó. Por eso se levantaba temprano, desayunaba con su esposa y a trabajar, sin ayuda,  porque "como jubilado me distraigo en esto".

Su mayor satisfacción fue ver como los chicos jugaban en la plazoleta, sus propios nietos que tras su partida un 15 de abril de 2019 inmortalizan en fotos con el cartel que le da el nombre al espacio verde –donde sembró 26 kilos de césped- que todos los que conocieron la cancha y los que no,  saben de su existencia.

Las niñas que cumples 15 años posan en este pulmón verde de la ciudad, aquel que don Maza supo observar, como las familias que los fines de semana llegaban y aparecían a tomar unos mates y saludaban a este abuelo, conocido en el barrio, parado en la puerta del cerco de su hogar.

Hoy su esposa, hijos, nietos, sobrinos y vecinos, como aquellos que lo conocieron recuerdan a “Don Maza” o “Don Pedro”, quien con su voluntad, un gesto, una charla o una sonrisa quedó inmortalizado en cada rincón de Kilómetro 5, de su plaza, de su querido Usma, de aquellos verdaderos hombres y mujeres de espíritu colaborador que fueron los que sostuvieron y sostienen a tantas instituciones de la ciudad.

Parte de los nietos de Don Pedro (Foto: Facebook Yesica Maza)
Parte de los nietos de Don Pedro (Foto: Facebook Yesica Maza)

Don Maza falleció el 15 de abril de 2019 a los 86 años, sin embargo, su legado, sus gestos y su trabajo sigue vivo, como el espacio verde y el recuerdo de la gente que todavía lo lleva en su memoria.