En una exhibición de autoridad y superioridad, el equipo dirigido por Gustavo Quinteros se impuso con fuerza ante un rival que, carente de ideas y estrategias, no logró hacer frente a la intensidad de la final, lo que justificó de manera contundente la gran victoria de Vélez.

Luego de sufrir una desalentadora derrota en la final de la Copa Argentina, el equipo de Liniers, enfrentando un mar de incertidumbres, se levantó con determinación, mostrando una actitud inquebrantable que lo llevó a consagrarse nuevamente campeón de la Liga, tras una espera de doce años.

Vélez, tras un inicio titubeante, evidenció su consistencia a lo largo del año en el fútbol nacional al establecer rápidamente un dominio claro en el juego, gracias a la destacada actuación de jugadores como Agustín Bouzat, Francisco Pizzini y especialmente Claudio Aquino.

El equipo bajo la dirección de Quinteros, tras haber disputado con gran esfuerzo las finales de la Copa de la Liga y de la Copa Argentina, merecía culminar el año con un título, y la obtención de la Liga se erige como un justo reconocimiento a su regularidad, a pesar de ciertas caídas en el rendimiento a lo largo de la temporada.

En un encuentro decisivo ante Huracán, Vélez demostró desde el inicio su superioridad en el juego, materializándola en el primer tiempo con los goles de Aquino y Damián Fernández, mientras que Huracán no logró encontrar su ritmo en Liniers.

Gol de Claudio Aquino para el 1-0
Gol de Damián Fernández para el 2-0

En el otro encuentro decisivo para el desenlace del campeonato, Talleres se vio obligado a aceptar una amarga derrota en Córdoba, donde Newell's se impuso por 3 a 1, privando así al equipo local de la oportunidad de festejar con su gente el anhelado título de la Liga Profesional Argentina.