Villagrán y Romero en el Día del Amigo: "Ni la distancia separó esta gran hermandad"
El entrenador principal de Gimnasia de Comodoro y el basquetbolista, capitán del “Verde” forjaron una relación desde hace casi 25 años en la que el crecimiento de ellos se vio acompañada de ambas carreras profesionales. PDC conmemora el Día del Amigo, con una relación que hoy comparte un rectángulo de juego, pero que vivió viajes, sándwiches, partidos, títulos y charlas, en una hermandad que perdura con el tiempo.
La canchita de la calle Alsina y San Martín fue donde se originó el primer encuentro, un joven flaquito, bien peinado, picaba el balón entre sus piernas creyendo que era Marcelo Milanesio. Del otro lado, un “lungo” morocho de 1.90, serio, que sólo mostraba una mueca de aceptación al volcar el balón y un su deseo de intentar jugar y vivir del deporte.
Leonardo Martín Villagrán y Diego Leonardo Romero: el bajo y el alto, el base y el pivot, dos jóvenes que solo querían divertirse con sus ganas de jugar al básquet.
“Lo conocí con 14 años, le pregunté si jugaba en algún club y lo invité a Gimnasia, donde lo vieron dos profes (NdR: Fabián DeAngelis y Pablo Coleffi), lo mandaron al vestuario y creo que al otro día ya estaba con la ropa del club sin saber picar el balón”, esa es la carta de presentación de Villagrán para Romero.
“En el 95 conocí unos chicos de mi misma edad en el Socios Fundadores, pero dejé de ir por los horarios y después nos encontramos por los monoblocks de la Alsina y le conté, el me dijo que yo tenía que jugar al básquet. Regresé al club y no me fui más y de ahí en más comenzamos una relación de amistad que va más allá de la cancha de básquet”, cuenta Romero del “Villa”.
Hoy los “compinches” mantienen la amistad a pesar de las distancias, aquellos que en cadetes de primer año fueron dirigidos por Eduardo Opezzo, hoy el asistente de Villagrán y cuerpo técnico de Gimnasia y Esgrima del que el “Negro” es capitán y símbolo.
¿Cómo se fue forjando esa relación que hoy es una amistad?
MV: Diego era callado, serio, reservado, de cuando usaba el peinado al costado. Eduardo Opezzo y Luciano "Beto" Martínez lo entrenaban, era un caballo, pero dentro de todo eso se notaba a alguien muy humilde y sencillo que al día de hoy no perdió la esencia. Llegaba, era nuevo y con Patricio Mayorga, Jorge Acosta y Adrián Martel andábamos juntos, como en los viajes o cuando nos alojaban. La etapa de formativas que vivimos fue muy linda, algunos dejaron de jugar y quedamos los dos. Donde siempre disfrutamos del deporte y la amistad.
DR: La relación de compañeros y amigos de antes era por el club y siempre andábamos juntos. Habían muchas horas en el Socios, de compartir viajes. Uno llevaba sandwiches de milanesa, el otro jugo y los otros galletitas para pasar esos interminables viajes en el Bala. Los dos llegábamos una hora antes y nos íbamos dos o tres máas tarde de terminada la jornada donde hablábamos y tratábamos de cómo solucionar el mundo, pero sentados en el Socios. Era de chicos sanos pero también nos juntábamos a jugar al fútbol pero ahí a Martín no les gustaba porque no servía.
¿Cuáles son las anécdotas que recuerdan?
MV: Siempre fue un buen compañero de truco y hasta que dejamos de jugar allá por la Liga Juvenil, muchas veces decian que le pasábamos el trapo a todos. Pero recuerdo que cuando el se fue a Estados Unidos en el 2001 le hicimos despedidas desde Abril hasta Septiembre. Algunas de empanadas, asados, los viernes, sábado, domingos. El tema era que él se iba siempre la semana que viene, hasta que un día se fue y le regalamos una bandera de 3 metros por 10 en la que le deseábamos lo mejor en su carrera en Lon Morris.
DR: Uno siempre tenia viajes , principalmente por el Alto Valle de Río Negro o Neuquén, donde se jugaban muchos partidos. Era como que no te daba ganas y había que cambiarse salir para llegar y jugar en General Roca, por ejemplo. Pero Martín siempre fue aplicado y yo por ahí me levantaba medio justo y bañaba, entonces salía del baño y veía que tenía todo ordenado, armado y ya para viajar, me cerraba el bolso. Martín siempre llevaba al grupo. Era líder en eso, siempre íbamos juntos y si por el era te decía que comer porque te aconsejaba, pero lo hacía por el equipo y el ganar, siempre positivo.
¿La distancia fue impedimento para que se comunicaran?
MV: En ese momento no estaba el tema de la telefonía o la tecnología, pero una vez por mes nos llamaba y nos contaba que pasaba. Nos contactábamos para saber que hacía y poder contarle que pasaba por Comodoro, pero como fuere, tratábamos de estar juntos.
DR: Los chicos del club siempre se preocupaban y mandaban un mail, o un mensaje y siempre en el club preguntaban. Era difícil porque la tecnología hoy está en todos lados, pero antes no teníamos computadoras las 24 horas si habían correos electrónicos pero eran largos. En mi caso les contaba de la experiencia y decirles que estaba ahí, que me daba el nivel pero que no hablaba con nadie y eso era difícil. En definitiva siempre te daban una palabra de aliento, en eso Martín fue uno de ellos. El ya me contaba que empezaba de monitor y yo le decía que jugara Liga Patagónica o Liga Nacional, pero él me decía que la velocidad era otra y que lo veía distinto. Lo que él se iba dando cuenta de a poco que quería ser entrenador, algo que hizo de muy joven, como cuando llegó a Entrenador Jefe, siendo más joven todavía que lo normal.
¿Cómo fue compartir equipo en los primeros tiempos de LNB?
MV: Yo decidí el estudio y tengo la suerte de estar en el profesionalismo, la primera vez fue como asistente de Marcelo Richotti, con él como jugador, después con Miguel "Volcan" Sánchez y luego con Gonzalo Garcia en la última, donde ya era el capitán del equipo. Pero no es capitán porque es Romero, sino por lo que traslada y transnimite y cómo vive en el afuera y sus responsabilidades. Pero siendo amigos y desde tan chicos que comenzamos este camino en 22 años de relación, para los dos fue un sueño.
DR: Creo que demostramos que con trabajo se pueden lograr las cosas, yo se lo que invirtió Martín para conseguir lo que tiene. Desde chico me acuerdo que el era monitor, vendía quiniela, estaba en la INEF y no se donde metia tantas horas en el día. Yo le decía que no dormía. Tenia claro en su mente que la única forma llegar era así y fue armando una pared con un ladrillo por día, ir a cursos para llegar y cuando decías que eras del sur, en Buenos Aires pensaban que solo apuntabas a una liga local. Me encontré con un entrenador que dejaba opinar y que le dije que tuvo la suerte de absorber lo mejor de cada uno de los técnicos principales a los que supo llevar con sus dieferentes personalidades para después ponerle su impronta. Tuvo a Marcelo Richotti, a Miguel Sánchez y Gonzalo García. El lo lleva a su manera y muy bien.
¿Cómo es tener de miembro del equipo a tu amigo?
MV: Yo creo que nos llevamos bien. Porque las cosas son claras y creo que somos muy frontales, eos nos hacen sencillas las cosas y mas fácil. Cuando vos separas la amistad del profesinalismo, el trabajo se hace llevadero y si hay una amistad, eso es un extra. El uno por el otro mas la institución. Lo hablamos y lo tenemos claro, porque somos dos personas que nos criamos en el club y con un sentimiento grande por él, por eso terminamos volcando todo para que al equipo le vaya bien. Nos miramos y sabemos qué pasa o cómo es el tema
DR: Martín es mi jefe, pero antes de jefe es nmi amigo y eso es buenísimo. Tenemos en claro lo que hay que hacer, con discusiones normales, pero cada vez que lo hacemos los de la mesa se miran y piensan que se van a martar. Pero siempre digo lo mismo, lo único que queremos es que Gimnasia gane. Tenemos las mismas opiniones de básquet en un 80-85 por ciento y el 15 son diferentes, en cancha yo una cosa y el otra. Pero a lo mejor el ve algo que yo no o al reves, pero es grato. Nos miramos y sabemos todos, cómo cuando el la pasaba y yo la volcaba.
¿Pensaban que iban a llegar a donde llegaron, luego de dar todo por un objetivo, un sueño, lo hablaron alguna vez?
MV: Nosotros nos acordamos de cuando no tenia para el colectivo y que caminaba una y dos veces en el día desde la Avenida Roca y Ruta 3 hasta el Socios Fundadores y después lo que sigue siendo por el equipo y fuera del básquet, en los asados, con sus compañeros y con sus amigos de siempre "la banda". Lo que veo es que no cambió. Mantiene sus valores como esos que sus viejos le dieron y los que los conocemos sabemos como es la Familia Romero.
DR: A veces hablamos y nos ponemos a pensar en el viaje de más de 20 años juntos y que tanto tiempo paso, que sigamos manteniendo esa amistad y juntándonos con gente que a la distancia está en Buenos Aires, Mendoza y Esquel, que no ves hace meses y eso lo logró el básquet, como cuando íbamos en el Bala. Cuando éramos chicos competíamos juntos y entrenábamos juntos, hoy lo seguimos haciendo. Como cuando hoy nos sentamos en nuestras casas, él con sus hijos y yo con el mío y decimos que hoy somos adultos para transmitirle a esas criaturas esos mismos principios que le quedarán a ellos.
¿Que podemos decír de tu amigo?
MV: De Diego Romero digo que es una persona donde la esencia no la cambiò y es sumamente humilde. Pro amigo, que no se olvida de sus orígenes, familiero y que siempre está pendiente de los que tiene al lado para que estén bien.
DR: De Martín Villagrán que es de roca. Todo lo que necesitas de un amigo, fiel, sincero, como digo yo con códigos y si tenes que compartir lo haces con el. No hay más.
Feliz día del Amigo a todos nuestros lectores y seguidores de Pasta de Campeón!!!
Fotos: LNB| Diario Crónica | CABB