El público que asistió al Palacio de los Deportes, donde en la actualidad hay consultorios médicos, acusó al boxeador de haber peleado solo por la bolsa. El desenlace terminó con la retención del dinero y la intervención del presidente de la Nación. Historia de una época de diarios impresos y pocos flashes.

“Estafas”, “tongo”, grita el público. “Devuelvan la plata” exigen desde otro rincón. Quien está arriba del ring es José María “el Mono” Gatica, el boxeador estrella de la época.

“El Mono” llegó a Comodoro Rivadavia para protagonizar una pelea de fondo. Muchos a través de la mítica LU4 fueron testigos de sus legendarias peleas, incluso de su derrota ante Ike Williams de Estados Unidos.

Es agosto y todos quieren conocer a este boxeador que hizo historia. Por esos días lo ven pasear en la calle con galera y moño, algo particular de su estilo.

El día de la pelea el Palacio de los Deportes, ubicado en San Martín al 900, donde hoy se encuentra el Centro Catamarqueño, está lleno. Gatica sube al ring, saluda a la gente y le tira besos a su rival. Todos quieren ver su guapeza; esos feroces y certeros golpes que lo han hecho ganar batallas a fuerza de resistencia.

"El Mono" baila sobre el ring, el público delira, pero todo acaba en un suspiro. El cronometro no marca aún los dos minutos cuando su rival, que ha llegado de Buenos Aires, cae.  El árbitro cuenta, el oponente no hace mucho esfuerzo para levantarse y estallan los gritos del público: Gatica vino por la bolsa y ni siquiera se despeinó.

El público comienza arrojar monedas al escenario en señal de protesta. El pueblo está furioso y todo empeora al día siguiente cuando al “Mono” lo ven jugando al truco con su rival y ambos entrenadores, indica una entrevista de Diario Crónica.

El gobernador militar, Marcelino Muller, decide intervenir ante lo que considera una injusticia y le retiene la bolsa a Gatica.  El Mono insiste pero no hay caso, hasta que advierte: “Ustedes no me paguen, pero ya los va a llamar mi padrino”.

Al otro día el teléfono suena. Gatica ya está en Buenos Aires y al otro lado de la línea la orden es directa e indica devolverle el dinero al boxeador. El mensajero y emisor de la llamada es el propio Juan Domingo Perón, presidente de la Nación. 

Así Gatica recibe su bolsa y el pueblo se queda con una floja imagen de esta leyenda que falleció a los 38 años, cuando ya retirado fue atropellado por un camión. El Mono volvía de vender muñecos de colores en la cancha de Independiente.

Por entonces, los flashes y las luces ya habían quedado atrás. El Mono había sido prohibido por la Revolución Libertadora por ser amigo de quien en su momento lo ayudó: Juan Domingo Perón.