En la ciudad hace más de 30 años que se juega fútbol femenino. Sin embargo, en el último lustro la disciplina creció exponencialmente y esta última semana se comenzó a trabajar para que las mujeres tengan su propio torneo en el seno de la Liga de Fútbol de Comodoro Rivadavia. Tabúes, prejuicios rotos, diferencias y la misma pasión, en una crónica donde ellas son las dueñas del balón.

Beatriz “Bety” Neira tiene 58 años, es abuela y aún recuerda que cuando comenzó a jugar al fútbol tenía que escaparse por la ventana para poder hacerlo y a la vuelta “agárrate Catalina” por el reto que le podía dar su padre.

Pasaron más de tres décadas de aquellas escapadas por ventanas cuadradas para jugar a la redonda y hoy la realidad del fútbol femenino es muy distinta a la de entonces. Y también la de “Bety”.

La mujer de pelo corto y sonrisa amplia es la presidente de la Asociación Femenina Comodorense de Futsal, la única entidad que nuclea a la disciplina en la ciudad.

Un total de 60 equipos con un promedio de 10 jugadoras por cada team juegan en alguna de las tres categorías que tiene el torneo de la institución, un certamen donde hay pierna fuerte, gambetas, goles y algún que otro codazo, tal como sucede en cualquier cancha del fútbol argentino.

Bety Neira es la principal referente del fútbol femenino en Comodoro.
Bety Neira es la principal referente del fútbol femenino en Comodoro.

EL INICIO DE UNA PASIÓN QUE CRECE

¿Pero cómo comenzó esta historia? Para contarlo hay que situarse en la década del 70.

“Bety” Neira, que ahora es concejal del PJ por Comodoro Rivadavia, comenzó a jugar cuando tenía 12 años. En las calles del barrio pintaba gambetas junto a sus hermanos y vecinos, y cuando se enteró que había equipos de fútbol femenino se acopló a jugar.

En ese entonces los partidos eran de 11 jugadoras y se disputaban en las canchas de Estrella, Belgrano y San Martín con varios equipos como protagonistas: Cosmos, Los Andes, Valdesogo, Oro Negro, entre otro.  Sin embargo, sucedió lo que históricamente les pasó a las mujeres: fueron dejadas de lado.

“Las chicas nos fuimos haciendo a los codazos, porque siempre priorizan más al varón que a la mujer, entonces de a poquito nos fueron quitando espacios y ya no teníamos espacio para jugar”, contó “Bety “a esta columna al recordar lo que sucedía en ese entonces.

El fútbol femenino parecía que se apagaba hasta que se realizó un torneo que fue llamado “Mami fútbol”.

El mismo surgió por iniciativa de gente de Diario Crónica y se jugó en la plaza de la Escuela 83.

Ese certamen permitió que los equipos tomaran contacto nuevamente, lo que les posibilitó a las chicas comenzar a organizar partidos y torneos.

Años después, la Municipalidad al ver el crecimiento de la disciplina les dio lugar a las mujeres, pero no todo fue ideal. “La Municipalidad comenzó a hacer partidos y éramos poquitos pero teníamos un problema: nos mandaban a jugar a las 9 de la mañana y los varones a la tarde; nos mandaban a jugar a Don Bosco o al 5 y a los varones al Gimnasio 1 o a veces nos cancelaban partidos”, recordó Neira.

Esa diferencia de género no pasó desapercibida para las jugadores y en una reunión de delegados Neira explotó y despertó la necesidad de tener una entidad propia.

“Yo me enoje y le dije al encargado del torneo ‘no juego más con vos, me voy a la mierda. Voy a hacer un torneo, el que quiere ir que venga, acá nos vamos a juntar’, les dí la dirección y me fui”, aseguró.

EL INICIO DE UN SUEÑO

“Bety”, entre risas, cuenta que en esa reunión a los delegados les dio la dirección de una amiga, ya que a su papá todavía no le gustaba que jugara al fútbol, y para su sorpresa fueron varios equipos.

El primer torneo se realizó en la cancha de Newbery. Fue en el año 82.

Los partidos iniciales fueron difíciles, principalmente por la falta de experiencia en la organización y reglamentación. Sin embargo, de a poco se fue mejorando y se decidió organizar una comisión directiva.

La misma estuvo integrada por Patricia Mansilla, Fátima Herrera, Graciela Gallardo y las hermanas Lidia y Elena Lincoman. “Bety” fue vocera, ella no quería estar al frente, quería jugar.

Así el fútbol femenino comenzó a crecer y de 6 equipos se pasó a 8, luego a 16 y más tarde a 24.

Sin embargo, lo que cambió todo fue la creación formal de la asociación por consejo de Néstor Di Pierro, que era intendente.

Asesoradas por Ricardo Fueyo, que encabezada el área de Deportes, en 2014 se formalizaron como asociación y consiguieron la personería jurídica.

Y un año después se celebró en la ciudad el primer nacional de selecciones de Comodoro lo que generó una “detonación que produjo que salieran todas las chicas que querían jugar”, contó “Bety”, quien fue bicampeona nacional y sudamericana con Memphis, allá por la década del 80.

En ese entonces, los partidos de la Asociación ya se jugaban en el Gimnasio Municipal N° 3, gracias al apoyo recibido por el vecinalista Roberto Varela, presidente de la Vecinal del Máximo Abásolo, quien se comprometió a ceder las instalaciones cuando se inauguró el recinto.

Sin embargo, todavía “a la gente le costaba entender que a nosotros nos gustaba correr atrás de la redonda”, algo que cambió mucho en la actualidad, asegura Neira. “Ahora La nena le dice al papá quiero jugar al fútbol y la llevan; antes le imponían danzas u otra actividad. Le decían que eso es de varones y hoy las alienta… gritan los goles. Cambió mucho el pensamiento de la gente y para las chicas ahora es facilismo”, reconoció.

DE LA CASA A LA CANCHA

Elisa es técnica de Roca, madre de dos hijos, y espera otro que viene en camino.
Elisa es técnica de Roca, madre de dos hijos, y espera otro que viene en camino.

Elisa Alvarado es una de las mujeres que ha jugado en los torneos de la asociación nucleada en la Confederación Argentina de Futsal (CAF).

Hace seis años, esta madre de dos hijos y con una en camino, dirige al club Roca.

En diálogo con esta columna contó que comenzó a jugar de grande, cuando tenía 24 años y luego descubrió su vocación: dirigir, algo no tan usual en un torneo donde muchos técnicos suelen ser hombres.

“En un principio no quería dirigir. Si bien me gustaba la idea, no me animaba. Empecé como jugadora pero siempre nos quedábamos sin técnico así que dije ‘ya está, voy a empezar yo’ y con amigas de un equipo donde había estado jugando comenzamos a meternos en todos los torneos habidos y por haber”, recordó Elisa, en una entrevista que se realizó en un playón del barrio Moure.

En la actualidad más 30 chicas de 5 a 38 años visten la camiseta del General, tal como hizo desde chico su marido, con quien hoy comparte la misma pasión. “El me acompaña, él sabe que sin él no podría seguir porque es un tema teniendo una familia. La mayoría de las chicas que dirigen equipos son solteras o no tiene hijos y tienen el tiempo necesario, pero a mí se me complica todo porque tengo hijos y una familia que llevar”, contó Elisa, admitiendo que para la mujer a veces puede ser más difícil jugar al fútbol e incluso algunas terminan dejando.

Elisa asegura que tampoco es fácil ser técnica de un equipo de mujeres. “Yo siempre digo, soy psicóloga y entrenadora. Todo junto, porque tratamos de que se sienta cómodas y no dejo que ninguna baje los brazos. Hemos tenido llantos, han dejado, han vuelto, pero siempre digo ‘no todas las chicas tienen la misma postura del cuerpo o la misma facilidad’, pero tienen que respetarse por lo que son y aunque les cueste más van a llegar”.

“Además en el club si tenemos que empezar de cero lo hacemos, cualquiera puede, no importa la edad, solo paciencia y seguir con los entrenamientos. Y verlas que apenas pueden hacer un pase a que te puedan sobrellevar el partido tranquilamente y acompañar a chicas que están avanzadas es increíble”, agregó la entrenadora que cada lunes, miércoles y viernes de 18 a 20 recibe a las chicas en la cancha del club roca.

CON EL APOYO DEL PADRE

La CAI fue uno de los últimos clubes en sumarse a la disciplina.
La CAI fue uno de los últimos clubes en sumarse a la disciplina.

“Yo comencé empecé jugando en la canchita de tierra arriba de casa, como la mayoría”, cuenta Celia Flores. En su caso también es entrenadora, pero del equipo de futsal de la CAI, club que recientemente se incorporó a la disciplina y que hoy cuenta con 15 jugadoras, cuatro de ellas que recientemente fueron citadas a la preselección de Comodoro Rivadavia.

Celia (42) asegura que la mayor diferencia entre el fútbol femenino y el masculino es el sexo, e incluso cuenta que muchas veces entrenan con varones.

Es que como dijo “se rompieron muchos tabúes” desde que ellas empezaron a jugar en barrio Laprida. “Hoy es todo distinto. Todo lo que está pasando lleva a eso porque el fútbol femenino siempre existió pero nunca se le dio importancia, siempre se le dio importancia al fútbol de varones y hoy se le da más difusión por el tema de la igualdad”.

“Bety” y Elisa coinciden con ella respecto a cómo ha cambiado la mirada externa del fútbol femenino ya que existen diversos mitos, desde que las jugadoras son machonas hasta que fomenta el lesbianismo.

Elisa a modo de ejemplo y entre risas asegura que muchas chicas son muy coquetas. “hay una que le decimos Lady Di porque vos la veías y no parecía jugadoras de fútbol. Pero no es necesario ser machona para que te guste el fútbol, eso es lo que la gente no entiende. Yo me arreglo, soy una mujer, hago las cosas de la casa y las chicas van al colegio. Por ahí tomas actitudes masculinas porque es lo que demanda el deporte, pero no dejamos de ser mujeres”, reconoció, lamentando que  “es que como que siempre estamos del otro lado”, en referencia al fútbol masculino.

La realidad le da la razón. Sin embargo, ahora parece que las cosas comienzan a cambiar, ya que la Liga de Fútbol de Comodoro junto a los clubes planea abrir las puertas a la competencia.

En este sentido, en la última semana hubo una reunión entre los clubes y la comisión directiva de la Liga para que empiecen a jugarse partidos en la previa de Primera División, como una forma de darle visibilidad.

Por lo pronto habrá que esperar a que se concrete esa iniciativa, pero al menos ya no sucederá lo que pasaba hace unas décadas, en aquellos tiempos en que jugar al fútbol era complicado para las mujeres, tal como recuerda Celia. “Antes si ibas a jugar eras un marimacho, pero te escapabas a la canchita de tierra a jugar con los varones. Por suerte mi papá nunca tuvo problemas, hasta me ha curado los tobillos cuando me los he sacado jugando al fútbol”, cuenta orgullosa, sabiendo que hace tiempo las cosas están cambiando.