Félix Antognoli a fondo con PDC: Saavedra campeón, la familia y un ¿punto final a 30 años de carrera?

Félix Antognoli analizó el día después de su logro con General Saavedra, luego de una sequía de 45 años sin campeonatos. Tras cumplir con su objetivo, decidió dar un paso al costado para descansar y cumplir con planes pospuestos en dos temporadas donde le devolvió al “Parque” un lugar de privilegio.

El entrenador, en tiempos de agregarse al WhatsApp para verse la cara, prefiere la confianza, el apretón de manos y el mano a mano, como el que tuvo con PDC en la compañía de su casa y miles de recuerdos, con la felicidad por ser campeón, aunque en su cabeza siente el deber de seguir, porque así siente la vida.

Blas Pascal dijo que “el corazón tiene razones que la razón no entiende” y en esa frase, y hasta en un juego de palabras filosóficas, lo encuentra a un Antognoli aplomado, tiempista y hasta con el timing para definir en palabras lo que lleva en su cabeza. Sin embargo, sus silencios marcan cansancio y, ante los ojos del éxito, él prefirió eludir las luces, pisar la pelota y levantar la cabeza para frenar la jugada.

Decidir dejar la conducción técnica de Saavedra y pensar en un descanso, quizá para tomar impulso nuevamente o bien para que el entrenador descanse, es lo que quiere el Pato. “Soy un agradecido, un afortunado de que a esta altura de mi vida me pasen estas cosas y por eso estoy orgulloso de lo que hice en el club. Uno con el diario del lunes analiza y es como que fue ayer el título; en cuanto a la decisión que yo tomé, fue pensada, analizada, no fue bruscamente tomada”, aseguró el ex Próspero Palazzo y Huracán, entre otros, que le comunicó su salida a la dirigencia del “Parque”.

“Cualquier otro tal vez hubiese continuado, y bueno, cada uno toma decisiones, pero honestamente yo siento orgullo por lo que hice. Haber estado con este plantel de futbolistas y darles herramientas para que se desenvuelvan dentro de un campo de juego y llevarlas a cabo es de felicidad”, sentenció.

LA DIRECCIÓN TÉCNICA, MÁS DE 30 AÑOS DE PASIÓN

De la camada del año 1993, Antognoli celebra lo que le dio su carrera en la dirección técnica y ser así parte de la primera camada de entrenadores recibidos en la ciudad, con colegas como Cecilio “Paleta” Villarreal, Carlos Sebastián Rodríguez, Horacio Bellido y Gabino Maza, bajo la enseñanza de Víctor Hugo Doria. “Pato” suspira y afirma sentirse bien y tranquilo. 

“Hoy, después de tanto tiempo, creo que treinta y dos años, me encuentro muy bien porque uno va creciendo en lo que hace. Hay camadas nuevas, obviamente, porque esto va mutando, como se dice, y se van haciendo nuevos sistemas de entrenamiento donde todo va cambiando”, aseguró. 

“Y yo, con mi libretita tal vez, o mi libreto, hago lo que veo y me pone en un contexto maravilloso, porque no es que hay recetas mágicas para esto ni nada mágico. Porque con trabajo, seriedad y todos los que tengan un poquito de capacidad pueden dirigir”, analizó sobre su paso como DT en un balance para un entrenador que se cansó y prefirió frenar.

LA CONFIANZA EN SU TRABAJO Y EL TÍTULO TRAS 45 AÑOS

Ante la consulta de PDC por si sintió desde el seno del club que todos los partidos debía demostrar y si sentía que desconfiaban de su labor, Antognoli fue categórico: “Creo que no, porque tenía el aval y todo lo que corresponde del presidente para hacer lo que dentro del fútbol se tuviera que llevar a cabo”, aseguró con énfasis.

“Jamás alguien vino a decirme esto o que fulano aquello. No, todos fueron muy respetuosos, nunca dudé de lo que yo tenía ni tampoco de lo que sé hacer, como en mi capacidad, y tampoco de cómo plantear un partido de fútbol”, agregó con agradecimiento a la directiva, con Héctor Millar y Ricardo Constanzo como referentes.

La consagración ante Deportivo Sarmiento, para el club tras 45 años y para el DT tras 35, sabe que lo lleva a reflexionar y ver que: “Uno sabe cuándo llega a un club, pero no cuándo se va. Aunque ahora yo sí lo decido.”

“Hoy me toca esta situación, disfrutando un poco lo que logré; no me doy cuenta de que uno entró en la historia porque lo siento así de verdad. Le di a la gente del club una alegría que venían buscando de tantos años y hay generaciones que, bueno, lo vivieron”, valora con una sonrisa que lo lleva a la simpleza de ganar sobre perder, pero como en tiempos de potrero y no en el impresionante marco del Estadio Municipal de Km 3.

“Yo soy un agradecido y un afortunado de que a esta altura de mi vida me pasen estas cosas. Por eso estoy orgulloso de lo que hice en Saavedra. No entré al club en agosto de 2023, sabiendo que en enero de 2025 íbamos a hacer lo que logramos ahora”, cerró.

UN PENAL, LA CONSAGRACIÓN Y EL ABRAZO ETERNO DESDE EL ALMA 

La charla con Antognoli pasa de la tranquilidad en su relato a la emoción que, de a poco, lo va inundando, donde hasta alguna lágrima se le escapa. El recuerdo de Liliana, su compañera por casi 50 años de unión, y el fruto de ese amor: Pablo y los mellizos Franco y Cristian, quienes lo acompañaron en el Estadio Municipal de Km 3 ante Deportivo Sarmiento, como también en la ida del Pampa Zaldúa.

Mariano Debliger remató su penal, celebró el gol y estalló una parte del estadio; a un costado de la cancha, una emoción y efervescencia inundó a la familia Antognoli. Félix pasó a tener a sus tres laderos incondicionales e inquebrantables que lo sostuvieron cuando sus piernas se vencían y su corazón explotaba con sentimientos encontrados. Por fin, Pato, el objetivo estaba cumplido.

“Papá, mamá está con nosotros”, fueron las palabras que esbozó Pablo entrelazado en el primer abrazo junto a su padre y sus hermanos. El llanto fue como una sanación al alma cuando un ser querido se nos adelanta a otro plano de la vida.

“Mira, yo lo único que sé es que hasta el día que me vaya de este mundo, voy a convivir con un dolor. Es una herida que no tiene cicatriz e imposible de cerrar. Obviamente que el fútbol para mí me dio cosas buenas, positivas. Creo que más positivas en este caso que negativas. Y, obviamente, que la palabra feliz es hasta ahí nomás. ¿Por qué? Porque me falta Lili, con quien estuve 50 años, una vida”, recordó cuando le tiembla la voz. 

“No tenerla es un garrón. Es así de una, porque uno todavía habla del tema y se quiebra. Porque es así, no lo puedes soportar. Y eso que pasaron dos años y moneditas”, agregó.

Antognoli, emocionado, no deja de analizar con la cabeza fría, pero con el corazón caliente y el amor de esposo y padre. “Debo decir que tenía a mis tres hijos por primera vez en la vida dentro de un campo de juego. Ellos vivieron al padre, primero en Sarmiento y luego acá en el estadio acompañándome”, aseguró.

“Esto te quiebra, eso te llega, porque también sufren, así como sufro yo. Ellos, porque son más jovencitos, porque no tienen a la mamá, así de simple.”

“El primer abrazo que tuve cuando terminó el partido fue con ellos tres. Y eso fue algo maravilloso porque es la primera vez que me pasó. Y es un poco, es decir, que nada tapa lo que uno siente en un momento de alegría, pero después, al abrir los ojos, volvés a la casa, arranca el día y con él todo de nuevo”, cuenta en la soledad de su hogar con la congoja del día después y la emoción a flor de piel.

PALAZZO Y SAAVEDRA, 35 AÑOS DESPUÉS, LOS MISMOS CONCEPTOS

Félix Antognoli logró su segundo trofeo como campeón en el fútbol de Comodoro Rivadavia, tras lo que sucedió en el recordado Próspero Palazzo en 1990.

Un concepto, la base de la construcción de lo que, por nombres, figuras o personas, formaron dos éxitos importantes en su trayectoria como entrenador en Comodoro y que, luego de más de 3 décadas de estar ligado al fútbol de la ciudad, sigue pregonando, por más que haya nuevos ejercicios, tecnología y videoanálisis.

“Primero el orden y luego la conducta. Orden del equipo, en los horarios de entrenamientos y a partir de ahí, orden y respeto, donde luego cualquier cosa viene atrás y seguramente van a ser positivas; no hay otra”, indicó sin atenuantes.

La charla cierra. Antognoli no sabe si su libro de pases en el fútbol cerrará. Hoy solo hay que descansar y Saavedra vuelve a su cabeza con agradecimiento y el valor de redimirse, pero sin perder el horizonte de lo vivido. 

“Volver a sentir esa cosa linda que le pasa al ser humano por haber conseguido un título, por haberle dado alegría a la gente, es tremendo; pero bueno, esto es tan dinámico hoy en día. Necesito descansar, no sé si volveré al fútbol, no sé si después de Saavedra habrá algún otro equipo. No busco eso, pero sí parar la pelota ahora”, cerró.