Diego Romero y su pasión oculta detrás de los tableros de básquet
El capitán del "Verde" y símbolo del deporte de la ciudad cumple años y desde PDC te traemos una breve historia de su infancia, en tiempos donde cultivó un gusto deportivo que es hasta el día de hoy es motivo de sus charlas entre sus padres, hermanos, amigos y compañeros de equipo. Ingresá y conocé esa faceta oculta del "Negro".
Diego Leonardo Romero hoy es uno de los ídolos de la historia moderna de Gimnasia y Esgrima y luego de su 13ra. temporada como basquetbolista de la institución rompe marcas y será la 2020-21 el jugador que más veces vestirá la camiseta "mens-sana", récord en el que dejará atrás a Pablo Moldú.
Sin embargo, en su vida la pasión por el deporte no solo lo lleva por los caminos del básquet y otros tanto que lo hacen sentarse y disfrutar en televisión, sino también por el que siempre quiso "como buen argentino": el fútbol.
El nacido un 7 de septiembre en la localidad misionera de Bernardo de Irigoyen tuvo una infancia donde sus diversiones comenzaron a ser el "jugar a la pelota", pues en el pueblo si bien se jugaba al voley en la escuela, el fútbol en cancha grande y el de salón eran una simple opción cotidiana.
Para ello y con edad escolar, su padre Ramón le aconsejó que podría encontrar un lugar en la cancha, para un niño que ya demostraba su nivel de crecimiento que no era el "normal" con su edad escolar. Entonces el arco comenzó a ser su lugar en el rectángulo.
Mientras tanto, el "Negro", hincha de Boca emulaba como buen "Xeneize" a Carlos Fernando Navarro Montoya, el "Mono".
Diego eligió el arco y su corpulencia lo hicieron dar sus primeros pasos "bajo los tres palos".
Quienes lo vieron en acción aseguran que por sus reflejos y modo de atajar era mejor que su hermano Sergio, el arquero con más partidos oficiales en la Selección Argentina hoy en Inglaterra, pero crecía muy rápido y el arco le quedaba pequeño.
"Chiquito" comenzó en el arco por ver a su hermano Diego, con quien, en la siesta misionera jugaban a lo largo y ancho de la vereda de la casa, como en los terrenos aledaños, en lo que alguna vez fueron regañados por travesuras que quedan en la memoria de esas tardes del litoral y a quien seguía por todos lados para pedirle que lo deje atajar "un ratito".
En los torneos intercolegiales el " Negro" era una de las figuras y mejores de su categoría, pero poco a poco por su estatura fue dejando el puesto, como también la ciudad porque se trasladaría junto a su familia a Comodoro Rivadavia.
Sin embargo, el amor por el fútbol perduró como por Boca, el "Mono" Navarro Montoya y por la carrera deportiva de su hermano.
Cada vez que pudo siguió a Sergio" por donde pudo, en Racing, la Selección Argentina (en el país o el exterior), como la noche de Arena de San Pablo que su hermano se transformó en la ícónica figura en la historia del fútbol argentino, luego de 24 años sin estar en una final del mundo.
Hasta se dio el lujo junto a Sergio y uno de sus hermanos de jugar un partido de fútbol en una cancha de césped de la zona sur bonaerense, con sus 2.08 metros y como punto de referencia, sobresalía por sus zancadas y cambios de frentes, como también de querer ganarle al rival y que todo terminaba en una sonrisa o una gastada entre los Romero.
El basquetbolista en sus ratos libres como jugador de Liga Nacional de Básquet hace valer sus horas de descanso en siestas, pero también en estar pendiente de cuanto partido de fútbol hay en televisión.
Como también en familia, con mate de por medio, junto a sus padres al igual que con su "Banda" de hermanos, primos, amigos de los clásicos asados y truco, en los que el deporte no está exento como una forma de poder recordar con risas y recuerdos.
El mate y varios termos entre sus compañeros de habitación con Maximiliano Maciel, Juan Manuel Rivero y muchos otros que ponderan el cómo le gusta el fútbol y también lo que analiza, advierte situaciones y hasta se anima a comentar con la precisión de un entrenador.
De ojo clínico para verle "pasta" a ciertos futbolistas, identifica a jugadores en todas las divisionales de hoy y ayer, Romero vive y disfruta del fútbol y el deporte tanto como lo hace con la camiseta de Gimnasia.
Con el "Verde", su gran amor, usó la camiseta 8, la 9, la 37 por un error, la 45 en su regreso para ganar la LNB 2005-06, en Regatas Corrientes la 22, aunque de ahí en más lo hizo con la 77 en Quilmes y Gimnasia de Comodoro.
Aunque hay un número que lleva siempre debajo de estas tatuada imaginariamente y de manera indeleble, la número 1, la de los primeros gritos debajo del arco, la de la diversión y en la que los aromas, amigos, travesuras y paisajes de Misiones se hacen presentes en su cabeza y aún hoy -a 2984 kilómetros- lo llevan a una niñez como adultez siempre acompañada por el fútbol.
Saludamos desde PDC a Diego Leonardo Romero, uno de los iconos del deporte de la ciudad, en su cumpleaños número 38. Salud Negro!