La familia López, y su particular historia que une tres generaciones con el fútbol y los motores
Agustín (54), Daniel (34) y Valentino (9) comparten la pasión por defender el arco y acelerar a fondo en los autódromos. Una historia marcada por las mismas disciplinas a lo largo del tiempo.
En el quincho de Agustín en zona norte se respira automovilismo desde la puerta de entrada, y la buena música de fondo invita a mirar con detenimiento cada rincón ambientado con cariño. Las paredes prácticamente no se ven de tantas fotos, cuadros y banners de automovilismo. De fútbol, prácticamente no hay, pero lo que sobresalen en algunas estanterías son trofeos.
El más preciado de la carrera de Agustín López (54) lo ganó en el año 2013 cuando fue campeón de la monomarca Renault 12 chubutense con el recordado auto amarillo pero ese está en un lugar de privilegio en la casa.
El almuerzo está servido, y su hijo Daniel (34) llega acompañado por su hijo Valentino (9) para hablar de fútbol y automovilismo, esa pasión que los atraviesa a los López.
El olor de las empanadas en el quincho hace más familiar la charla donde se suma a la mesa Mirta, la compañera de Agustín, quien arranca contando sus inicios en el automovilismo en los Fiat 600.
“Para correr en los Fiat 600 le cambie una casilla rodante a mi viejo”, comenta y larga la carcajada junto a su hijo mientras su nieto lo mira sorprendido. "Era año 86 creo, de pedo no me echaron de la casa pero así arrancamos la historia que coronamos con ese título 2013 en Comodoro”, apunta mientras mira las paredes a ver si encuentra una imagen de ese primer autito que marcó el inicio de una pasión que heredó su hijo y su nieto.
Daniel lo escucha a su papá y asegura que empezó de grande. “Yo tuve la chance de subirme a un auto ya de grande. En el país está lleno de ‘Franco Colapinto’ pero no todos tienen esa chance de correr. Por eso, uno se dio el gusto de grande. Cuando vendí mi auto de carrera, el Renault12 para poder terminar mi casa. Nos faltaba terminar y cuando ya no podía seguir con la construcción vino un muchacho y me lo compró. Cuando terminé la casa, compre un karting cajero a un compañero y me lo quedé en un revoleo. Pero resulta que nos fuimos de vacaciones a Córdoba y en la pista de karting allá, Valentino corrió y quedó encantado”, recordó Daniel.
Los inicios de Valentino fueron en las sierras cordobesas donde todos se dieron cuenta que en una curva dificil donde todos se pasaban de largo y él doblaba perfecto. En el colegio lo ‘incentivaron’ a que vaya a la escuelita de karting de la AKPS y ahí arrancó. Fue varias veces a la escuelita hasta que el día que estaba para debutar con un karting prestado, el abuelo hizo un negocio y consiguió una máquina para su nieto luego de hablar con Eduardo Bello.
LA ALEGRIA DEL PRIMER TRIUNFO DE VALENTINO
La familia López siempre compartió todo. Y tener ahora la posibilidad de estar cerca de Valentino cuando correr en karting es toda una ceremonia. Comenzó a correr en la escuelita de karting de la AKPS, e incentivado por Javier Fernández y su hijo Juan Martín con quien comparte el colegio en el Liceo Militar empezó a correr de manera formal.
Hace unos meses cosechó su primera victoria pero no fue en Comodoro, fue en un viaje a Trelew. En el kartódromo Juan Albertella donde Valentino López se subió a lo más alto del podio. “En mi primera carrera no estuve nervioso. Me gustó. Creo que termine decimosegundo, bien. Pero siempre primero la escuela, los deberes, y después el karting. Miro mucho como maneja Canapino”, confesó Valentino.
“El ir a ganar a Trelew te da la pauta de como es el tema en la AKPS. El circuito que tenemos acá y el manejo es otra cosa. Fue allá y es diferente. El se adaptó muy bien, y ganó por primera vez”, confesó Daniel sobre la alegría del primer gran logro del “peque” de la familia.
EL FUTBOL Y EL ARCO, UNA COINCIDENCIA MAS ENTRE LOS TRES
El fútbol fue un pasatiempo más para Agustín. Su gran pasión siempre fue y es el automovilismo. “Nunca pude digerir el dejar de correr y lo canalice por la música que era algo que hacía de pibe. La deje cuando empecé con los Fiat 600. Cuando no pude seguir corriendo allá por el 2016 estaba mal, no podía ver pasar los autos en los carros, y empecé con la música hasta la pandemia que nos liquidó a todos. Me afectó muy mal. Tuve ataque de pánico, le tenía miedo a los pajaritos, el silencio de la noche era terrible para mí”, aseguró.
Sobre el inicio del fútbol para Agustín, el ex campeón de R-12 recordó que empezó en Huracán pero también pasó por Newbery, y también en Caleta Córdova y USMA. “Mi familia eran hinchas de Huracán y me llevaban cuando jugaban en el Pietrobelli, mi primer entrenador fue Kaiser, y empecé a jugar en las inferiores. Siempre me gustó el arco, lo veía distinto, y me quedó grabado siempre la figura del ‘pato’ Fillol. En Huracán empecé y por un amigo mío Daniel Lanezán me llevó a Newbery, era como mi hermano mayor. No alcancé a jugar en Primera, y de ahí tuve la etapa en el automovilismo que es mi gran pasión”, remarcó una vez más.
Agustín cuenta una anécdota más y todos largan la carcajada. “Me acuerdo que me pelee una vez porque éramos tres arqueros y no me puso. Jugaron los otros dos, y yo no. Me fui enojado. A la semana volví y pedí disculpas”, afirma Agustín mientras se sirve gaseosa en el vaso. “Eso no se hace”, le dice la abuela a Valentino que come una empanada más y sonríe.
Mientras Agustín redobla la apuesta y tira sobre la mesa la vez que se volvió de Sarmiento en colectivo. “Fuimos a jugar cuando se inauguró la cancha allá. Yo fui confiado que iba a atajar y cuando llegamos, no. No iba al arco, no se si estaba suplente pero le deje todo en el vestuario y me fui a la terminal. La llama a mi mujer que me compre un pasaje acá y me volvi en colectivo”, afirma a las carcajadas.
Agustín por su parte recuerda que sus inicios con la pelota fue en la CAI, y saca pecho al afirmar que debutó con 14 años y Dick Almonacid le hizo una nota por eso. “Yo estuve un tiempo en CAI, compartimos equipo con Rodri Moyano, una vez me tocó atajar en una final en el estadio, y después vine a Petroquímica en una linda etapa donde jugamos un Argentino C. Estaba Bellido me acuerdo en ese partido, y estaba el ‘avión’ Sandoval como arquero también”, recordó.
En el caso de Valentino también empezó a escribir sus primeros capítulos en la CAI, aunque por una razón de distancia se acercaron con su papá a Ciudadela y ataja en las formativas. “Mi idolo es el ‘Dibu’ Martínez”, afirma el arquero más chica de la familia y sonrie mientras su papá muestra una foto donde esta bajo los tres palos con la casaca número 23.
La familia de los López es la familia de muchos, donde se heredan muchas cosas para transitar en esta tierra pero no son materiales. Son valores y pasiones que se llevan para siempre y hasta el último día de vida.